Capitulo 13

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La lluvia caía inconmensurable; las nubes negras cargadas de agua eclipsaban toda luz sobre aquel campo desértico y gris. La arena de aquel lugar había tomado un tono grisáceo a causa de las batallas y guerras pasadas de una época anterior. Estatuas de piedra abrazadas entre sí con formas deformes denotaban la tristeza de aquel campo de batalla.

Entre las estatuas, de rodillas, había más de diez millones de seres vivos con una voluta de luz entre sus manos, lo que le daba al campo de batalla una luz fúnebre muy parecida a las luces de las velas de miles de personas que lloran por un rey muerto o caído.

Zeven presenciaba aquel campo de batalla, y sus lágrimas se unieron a las primeras gotas de agua que comenzaron a caer cuando él llegó al lugar. No podía creer que Lucent fuera capaz de poner a la gente que se suponía debía proteger como escudo contra su fuerza militar. Su dolor, que ya de por sí era grande, se acrecentó al ver aquella escena.

—Esto es guerra, Zeven, esto es lo que hacen los agentes malditos por Deviant, a lo que llaman Gran Ave. Todos los que han visto sus ojos se convierten en agentes radicales corrompidos por su supuesta luz y tienen la capacidad de hacer y convencer a otros de esta "Verdad". Si quieres limpiar este mundo, debes romper tu alma.

Alrich era despiadada, pensaba Zeven, pero entendía lo que ella misma había sufrido, pues el dolor de ambos era similar; solo que ella era más despiadada. Zeven entendió que esta era la barrera final del ataque del fin. Lucent no sabía que Zeven había pasado por el Páramo del Desierto, pues sus tropas habían tomado la ruta segura de Eternal. Pero Lucent, que veía desde los pisos más altos de la Torre de la Bóveda, sentía un poder extraño y desconocido que provenía de Zeven, le intrigaba más la pequeña a su lado, pues nunca la había visto.

­­—La pequeña Alrich ha decidido por fin salir del cementerio. La creí muerta por siglos, pero ahora veo cómo logró sobrevivir. —La Elder de Bóveda apareció al lado de Lucent, quien la miró incrédulo.

—¿Alrich? ¿Quién es?

—Alrich es la última reina del reino de Paramo Dorado, el reino que causó el cataclismo de los 7 y los dejó en ruinas.

Siglos antes de que ustedes llegaran a la isla, los 7 reinos vivían en armonía y así fue durante siglos hasta que Kinhou, el Rey de Paramos, descubrió una tecnología que nos permitió guardar información en roca de meteoro, una roca que fue descubierta en lo profundo de su reino y que cayó en este mundo cuando fue creado. Ese meteoro cayó y fue lo que fracturó el planeta, causando un grave daño en la gravedad del planeta al unirse con su propio núcleo. Gracias a eso, las personas del planeta lograron volar y construir sobre las nubes; las montañas comenzaron a flotar y los habitantes de los 7 reinos comenzaron a evolucionar para adaptarse al nuevo ecosistema del planeta. El aire se volvió muy tenue, tanto que al principio murió el 95% de la población del planeta. Los detalles sobre cómo algunos seres vivos sobrevivieron a todo esto están incompletos, pero debido a todo esto, Kinhou logró darnos esta tecnología. No fue hasta mucho después cuando Kinhou optó por usar la piedra de estrellas como un arma que causó la destrucción y el cataclismo que tocó a las puertas de los reinos. En un intento de controlar el poder que está más allá del alcance mortal, Kinhou intentó absorber a Deviant, la Gran Ave, dentro del fragmento de piedra estelar más grande que encontró.

—La piedra de Destrucción.

—Sí, eso causó el cataclismo, pues la piedra intentó absorber no solo a la Gran Ave, sino también toda la luz del planeta, causando nuestra destrucción. El poder de la Gran Ave decayó y nosotros, como Elders de los 7 reinos, intentamos contener el poder con el que se había hecho la piedra de destrucción, pero nos repelió y absorbió la mitad de nuestros poderes. Lo único que impidió que la piedra absorbiera todo fue Kinhou mismo, pues su luz desde dentro de la piedra la calmó e hizo que se detuviera. Él fue el dueño de nuestra destrucción, pero también el causante de todo. Alrich era su esposa y se obsesionó con la idea de que su Rey seguía viviendo en la piedra. Intentó múltiples veces sacarlo de la piedra, pero sin éxito. Además, con la inestabilidad de la piedra y el poder que alberga, tememos que haga implosión y destruya el planeta en su totalidad. Por eso impedimos que se acercara a la piedra. Su último intento fue detenido por Anorak, el Elder de su mismo reino. Desde entonces no se les volvió a ver. Pensé que ambos se habían matado mutuamente, pero aquí está ella. Es más peligrosa que Zeven mismo.

—Zeven ha demostrado una fuerza destructiva y racional que va más allá de todo lo que hemos visto. ¿Cómo puedes decir eso?

—La sabiduría que te otorgan los milenios es algo más a temer que la fuerza obtenida desde hace unos meses, Lucent. Ella debe tener secretos que incluso yo desconozco.

—Esperemos que tu plan funcione.

Zeven miraba la gran torre mientras Alrich solo paseaba de un lado a otro con las manos en la espalda.

—¡Lucent! Te creí capaz de todo, menos de esto. Escudarte detrás de tu gente me parece el acto de genocidio más grande que han visto los 7 reinos en toda su historia. Quiero que sepas que lo que va a pasar es tu responsabilidad. Tú debías protegerlos, debías cuidarlos, y aquí estás como un cobarde detrás de ellos.

Zeven se posicionó y cargó sus puños con luz, sintiendo un gran dolor en su pecho. La luz de su pecho se tornó roja y sus ojos también; los puños se cargaron tanto de luz que resplandecían incluso hasta donde estaba Lucent, al punto de que sus puños se tornaron de un color negro. La luz se convirtió en oscuridad y de sus puños brotaban rayos negros hasta las nubes. Alrich miraba asombrada cómo, por puro instinto, Zeven había controlado la oscuridad. Zeven lanzó un puño de vacío hacia adelante, destruyendo toda vida a su paso. Los cuerpos de los fieles se desintegraron en cenizas y antes de que la gente huyera, lanzó un segundo puño de vacío, matando a más de tres millones de inocentes. En ese mismo instante, los fieles volaron en pánico, gritando "¡Lucent!" "¡Lucent!" "¡Lucent!"

—Hoy no hay rehenes ni misericordia. Hoy muere todo. Este campo de guerra quedará gris y negro como los cementerios de Paramos Dorados.

Mil dragones oscuros aparecieron detrás de las tropas, devorando a todos los que volaban erráticamente. Los guerreros, ahora brillando en tonos rojos, mataban sin piedad a todo lo que se moviera. Alrich absorbía la luz de todos los que alcanzaba. Luciel dejó caer su arma al suelo al ver aquella masacre, pues él no formaría parte de ese genocidio. Seguía a Zeven por Neona, pero eso le parecía demasiado y se arrepintió de haber salvado a Zeven en Valle del Triunfo.

—¡Abran las puertas! —El grito de Lucent se escuchó en todo el campo de batalla y todos los civiles que sobrevivieron entraron en la bóveda.

—Es muy tarde ya —dijo Zeven arrojándole a Lucent el cuerpo muerto de una mujer. Lucent, sorprendido, no esquivó el cuerpo muerto de aquella persona y recibió el golpe con su cuerpo. Al verlo, Lucent vomitó, pues las cuencas de los ojos de aquella persona estaban vacías, como si le hubieran succionado todo lo que tenía por dentro y solo le hubiesen arrojado un jarrón vacío que se desmoronaba a pedazos.

—Qué atrocidad, qué horrible poder es ese.

Miró hacia abajo y vio a Alrich en medio del campo de batalla, absorbiendo hasta diez personas a la vez. Sin pensarlo dos veces, arrojó su lanza hacia ella, pero una mano negra la cubrió; era la mano de Anorak, el Elder de Páramos, que la protegía.

—¿Tú también quieres jugar? —Alrich le lanzó la mano del Elder, pero Lucent se cubrió a tiempo con su gran escudo. La Elder de Bóveda apareció en ese momento, tomó la mano del Elder e intentó jalarla con el fin de desequilibrar la absorción de Alrich sobre Anorak, pero fue en vano, pues Alrich tomó a la Elder con la otra mano y la trajo hacia ella.

—El poder del Elder de la Guerra es mío. Imagina el poder que podré alcanzar si obtengo el poder de Ania, la Elder de la Sabiduría. —La Elder la miró incrédula, pues se había asegurado de que su nombre fuera secreto y Alrich lo conocía. Zeven tomó la mano del Elder de Alrich y esta se desvaneció.

—No absorberás a otro Elder, Alrich. Todos deben morir. —La mirada de rabia de Alrich hacia Zeven fue mortal, pero también incluía miedo, pues la cara de Zeven no era igual; tenía dos cuernos y la oscuridad cubría sus brazos, así que solo retrocedió. En ese mismo instante, Zeven lanzó un tajo hacia la Elder de Bóveda, pero Lucent entró justo a tiempo y la cubrió del ataque de Zeven. Zeven miró a Lucent y lo apuntó con su arma. —Viniste a proteger a tu Elder, la que te dio el poder de pararte frente a mí, pero ambos morirán. Mira el campo de batalla. —Zeven tomó las cenizas del suelo y, dejándolas caer desde su mano, continuó hablando. —Estas personas que caen como arena al suelo claman tu sangre, y Neona, donde quiera que esté, clama tu alma, Lucent. Tú y tu credo caerán.

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⏰ Última actualización: Jul 20 ⏰

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