MÍAS

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LUKE SAWYER.

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Bostezo una vez más, observando al señor y la señora Grey yendo de un lado a otro en la cocina. Sonríen, cuchichean y se dan besos cortos porque son todo felicidad.

—¿Siempre es así? —pregunta Et, señalando a la feliz pareja—. ¿Estás seguro que no estamos interrumpiendo?

Ignoro como es que puede ver todo desde su posición, sentado en la alfombra de la sala con Jamie en sus brazos. Leila a su lado, con el pequeño Ted en los suyos.

—Christian dijo que estaba bien, además, es el día del mes en que se supone tenemos nuestra noche de chicos.

Las cejas rubias de Lay se alzan.

—¿Noche de chicos? —su mirada se vuelve acusadora sobre mi—. ¿Olvidé traer mis tetas o algo?

No voy a mirar y comprobar.

—Es una forma de hablar rubia, y una incorrecta, por cierto, ya que hay demasiadas chicas aquí.

Mi mirada vuelve sobre mi mejor amigo y su esposa, que siguen sonriendo como en un jodido comercial de pasta dental.

—Te aseguro que esos dos tendrán otro bebé pronto.

Lay y Ethan los miran, incluso las rojas dejan de mirar la pantalla de sus tablets para echar un vistazo a la pareja. Demasiadas chicas en nuestra noche de chicos.

—¿Y por qué no vas tú a casa? —Ethan inclina la cabeza—. ¿Dónde está tu mujer?

Las cabezas rojizas giran ahora hacia él.

—En el bar, revisando el inventario anual o una mierda de esas. No confía en Brandon para llevar la contabilidad.

Ojalá lo hiciera. Y ojalá dejara de ir al bar y se quedara en casa con los niños y conmigo, pero no es lo que desea. Pregunté una sola vez y dormí en el sofá. No pregunto de nuevo.

—Entonces llámala y dile que vaya a casa, tomen una noche libre para ustedes dos. —sugiere Lay—. Nosotros cuidaremos a los niños.

¿Qué?

—¿Lo haremos? —las cejas del viejo Et casi vuelan en su frente.

—Si, lo haremos —ella le sonríe—. Llevaremos a todos a mi departamento y les daremos una noche a estos exhaustos padres para reconectar.

Mi dedo señala rápidamente a Christian.

—Él no parece exhausto. —lo acuso, y eso atrae su atención y la de su cosita sexy—. Yo, por otro lado, estaré encantado de aceptar la sugerencia.

Puedo ver que las rojas se miran la una a la otra, luego ambas vuelven su atención a los videos de competencias de karate que han estado estudiando desde que su instructor dijo que estaban listas para participar.

—Pero Leila, ¿No es mucho trabajo tener dos bebés para cuidar? —pregunta Ana, pendiente de todos.

—No, estoy bien. He practicado mucho con Mickey. Y estoy segura que Ethan se quedará a ayudar.

La expresión de él en blanco me hace reír.

—¡Jamás querrá tener hijos! —me río. Quedará traumatizado y... Mierda—. Por otro lado, los hijos son bendiciones y nos hacen felices, ¿Cierto, niñas?

Christian interrumpe antes de que pueda obtener una respuesta de ellas.

—Cuida tu maldita boca, imbécil.

Los Extras de MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora