CHRISTIAN GREY.
(Un mes después de la boda)
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.—¿Qué empacaste en las putas cajas? ¿Piedras? —Luke deja caer la caja sobre el piso de la sala y frunce las cejas como si eso le enseñara una lección al cartón cuadrado.
Ethan es más cuidadoso y pone la caja sobre el sofá de la sala, luego entrecierra la mirada en Luke.
—Dudo mucho que sean piedras, ya que aquí también hay muchas. En todo caso, ¿Quién trae piedras a una mudanza?
Del grupo de mujeres en la cocina abierta, Lay es la única que pone los ojos en blanco a su marido.
—No son piedras, amor. —gira la cabeza para mirar a Luke con las cejas fruncidas—. Deja de quejarte, fuiste tú el de la idea de hacer una fiesta de mudanza.
Es ahora Sawyer el que pone los ojos en blanco y chilla a nadie en particular.
—¡Me refería a los hombres! ¡Y a beber cerveza!
Ana y Becca terminan de apilar los platos en los estantes de la cocina y giran para mirarnos, cejas arqueadas de forma acusadora como les gusta hacer.
—Nene, ¿Te refieres a que no soy bienvenida?
Sawyer maldice en voz baja antes de dar una respuesta.
—Por supuesto que lo eres, mamita. —su mirada se mueve hacia la rubia que todavía tiene las cejas fruncidas—. Me refería a Lay.
Oh, mierda.
Justo ahora apreciaría esa cerveza mientras soy testigo de los últimos minutos de Luke sobre la tierra, eso sí Ethan no impide que Leila lo alcance o lo golpea él mismo primero.
Yo permanezco en absoluto silencio, así que veo cuando la rubia se dobla las mangas de su suéter y se lanza de lleno contra el bocón en la sala junto a mí. Antes de que pueda tocarlo, Ana me hace un gesto con su cabeza.
—¿Christian? ¿Te importaría detenerlos? —... ¿Antes de que lo haga yo? Capto la amenaza detrás de sus palabras y decido intervenir.
—Lay, lo tengo. —estiro la mano para detenerla—. Luke, deja de ser un idiota.
Todos se detienen, se miran con expresiones curiosas y luego se ríen como si hubiera sido la cosa más graciosa del mundo. ¿Qué carajos me estoy perdiendo?
—¡Vaya! Si las hormonas los ponen así, dudo que el grupo sobreviva. —Rebecca toma un trago de su vaso de cristal con vino tinto.
Leila encoge los hombros.
—No me hago responsable de lo que suceda si Luke me provoca.
Al menos el jodido Sawyer se quedó callado, pero aún siento que me estoy perdiendo de algo importante. ¿Y qué carajos tienen que ver las hormonas?
Cómo siempre, Ana decide imponer algo de paz entre todos, así que toma la botella de vino tinto y la jarra del jugo de arándanos, luego señala las puertas corredizas del comedor.
—Señoras, ¿Les gustaría echarle un vistazo a la piscina del patio?
—¡Uy! —chilla Lay y se olvida de atacar a Luke.
Sigue a Ana a través de las puertas y Rebecca la sigue de cerca llevando su copa. Cuando estoy seguro que ellas han desaparecido en el patio trasero, voy al refrigerador y tomo tres cervezas para mí y mis amigos.
Ethan toma la primera y suspira.
—Creo que deberíamos olvidarnos de las salidas de los jueves y las reuniones para beber.
—¿Lo dices por las mujeres? —Luke toma la siguiente—. Porque vivo con tres, necesito todo el espacio de macho que pueda obtener.
El rubio se ríe.
—Me refería a los niños. Las mujeres también parecen necesitar un tiempo para relajarse y creo que deberíamos hacernos cargo de los niños al menos un día a la semana.
Esa me parece una idea interesante, sobre todo porque veo lo cansada que está mi Cerecita cuando regresa del trabajo y Ted quiere estar con ella. Tal vez darle algo de espacio la ayudará a relajarse.
—Me gusta. —apoyo a Ethan—. Aunque creo que te resultaría algo tedioso estar aquí cuando tengamos a ambos bebés y seamos incapaces de ver el juego con tranquilidad.
El rubio sonríe como si eso fuera su sueño hecho realidad, lo que hace que Luke lo mire con los ojos entrecerrados.
—¿Por qué estás tan feliz? ¿Te golpeaste la cabeza con una de las jodidas cajas de Christian?
La mueca de Et es de fastidio como cada vez que se trata de Sawyer y sus sugerencias.
—Tal vez pueda traer mi propio bebé a la reunión y así también estaré demasiado ocupado como para disfrutar el juego.
Oh, mierda.
—¿Ethan? —si esto es lo que creo que es, el asunto de las hormonas tendría sentido ahora.
—Jodido Dios, ¿Embarazaste a Leila? —chilla Luke—. ¿Cuándo?
Imbécil.
—Cuando tuvieron sexo, ahí es cuando maldito idiota. —le gruño, luego Ethan confirma mis palabras.
—Así fue. Y en la boda, en realidad. ¿Quién lo diría? —se ríe—. Técnicamente la embaracé antes de casarnos.
Ambos miramos la cara confusa de Luke de cejas caídas, señala hacia las puertas por las que nuestras esposas salieron hace un momento.
—¿Y ellas están bebiendo? —se gira para mirarme—. Ana también lo está, ¿Y permites que beba vino?
Sé que ella no lo hace, pero ahora que lo pienso, ella y Lay llevaban vasos de cristal y no copa como la de Rebecca, lo que solo significa que ella también sabe del embarazo y están bebiendo jugo de arándanos.
—Mi Cerecita es muy cuidadosa con nuestros bebés, Luke. Ella está llevando una dieta saludable y rica en vitaminas. Y supongo que ellas ya saben lo de Lay, ¿Cierto?
Ethan asiente tan rápido como lo digo.
—Si. Quería contárselo a Ana y a Becca tan pronto como lo supimos, así que quiso venir a ayudar con la mudanza. —él parece recordar la razón principal por la que estamos aquí y echa un vistazo al amplio comedor—. Me gusta lo que hicieron aquí, se ve diferente.
—Si. —señalo alrededor, sobre todo hacia la sala que ahora está a la vista como todo el primer piso—. Ana hizo cambios, sobre todo en el piso de arriba porque convirtió su antigua habitación en una más grande para nosotros, y agregó las habitaciones de los bebés.
—Por cierto. —Luke baja la cabeza como si quisiera ocultarse—. ¿Gretchen está por aquí?
—Mierda, no. Esa chica me ponía los nervios de punta. Ana la cambió y ahora tenemos a una ama de llaves que además nos ayuda a cuidar a Ted.
Y debo admitir que la señora Jones parece tener más instinto materno de lo que Carla Wilks alguna vez tuvo. Si se hubiera ido también el jodido chofer, sería perfecto.
—Entonces... —Sawyer levanta su cerveza al centro para hacer un rápido brindis—. ¡Por otro integrante más de la familia y por nuestro nuevo punto de reunión en Broadview!
Los tres chocamos nuestras botellas, pero las palabras de Luke apenas se registran en mi sistema.
—Oye, no...
—¡Salud!