NOCHE DE GALA

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CHRISTIAN GREY.

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Tiro del cuello de mi corbata una vez más, sintiendo el calor asfixiante en mi garganta por tercera vez desde que llegamos aquí. No ha pasado ni siquiera una hora, por lo que la desesperación aumenta.

—Ya deja eso, Christian. Pareces un loco. —dice, lanzando otro canapé dentro de su gran bocota.

—No me mires, imbécil. ¿Y cuantos de esos piensas comer?

Luke encoge los hombros y toma otro de la bandeja que está en la barra del bar y que se robó de algún mesero descuidado.

—Las suficientes hasta que sirvan la cena. Creerías que para un baile tan elegante ofrecerían algo más que jamón y queso en una puta galleta.

Idiota.

Dejo en paz la corbata y me recargo en la barra junto a él, haciéndole una seña al cantinero para que me sirva un vaso de whisky como me gusta o podría estar cerca de perder mis jodidos nervios.

Sawyer levanta una botella de agua y toma un gran trago para bajar la media bandeja de bocadillos.

—Debiste quedarte en casa, Christian, y no arrastrarnos a todos a este jodido baile que me trae malos recuerdos. —se sacude con un escalofrío exagerado—. Me han disparado lo suficiente en los últimos años como para querer olvidarlo.

Lo sé. Nuestro primer encuentro en la Gala Anual de la policía de Seattle se convirtió en un desastre cuando Ethan y él recibieron tiros por seguir un camión cargado con armas.

—Acaban de nombrar al capitán Abernathy como jefe de la policía, este baile es más un festejo que una reunión con los políticos.

—Cierto, entonces... —pone otro bocadillo en su boca y eso no le impide hablar—. ¿Viniste a besar el culo del jefe?

Eso se merece un golpe directo en su hombro que lo hace toser partes de galletas por todos lados.

—No, idiota. No necesito nada de él, soy feliz siendo el detective en jefe. Pero no olvido los favores que le debo y lo mucho que ha protegido a Ana del peligro. Quiero mostrar respeto.

Luke asiente porque sabe el dolor en el culo que ha sido mi Cerecita, negándose a volver al departamento de detectives porque le gusta mucho patrullar las calles.

Doy un sorbo a mi vaso de whisky y veo a Luke levantar la botella de agua a su boca, en otro ruidoso sorbo. ¿Por qué carajos no está tomando cerveza como si no hubiera un mañana?

—¿Qué? —pregunto—. ¿Por qué carajos no estás bebiendo?

A menos que no sepa que hay barra libre, lo cual dudo mucho. Es lo primero que llamaría su atención.

—Soy el conductor designado, Christian. Me estoy portando bien porque en un par de horas llevaré a mi esposa borracha a casa y tendré mi recompensa. —sus cejas gruesas suben y bajan con la insinuación.

—¿Rebecca planea emborracharse? —Entiendo que lo haga, ha estado casada ya cinco años con Luke.

—Todas lo planearon, en realidad. ¿Ana no lo dijo? —sus ojos se entrecierran—. Becca dijo que sería una noche de chicas, aprovechando que todos los niños estarán bajo el cuidado de alguien más.

Carajo, no lo dijo. De haberlo mencionado, probablemente le habría dicho que no, ya que muchos de nuestros compañeros de trabajo están aquí. Supongo que es mi labor mantener a mi esposa a salvo.

—¿Los tiene tu mamá? —pregunto para desviar el tema de mi desinformación.

—Si. ¿Quién tiene a los tuyos?

—La señora Jones.

La eficiente ama de llaves puede hacerlo prácticamente todo. Giro un poco para ver a Ethan abriéndose paso de vuelta a nosotros después de su larga visita al sanitario.

—Lo siento, tuve que hacer una llamada rápida para asegurarme que todo estaba bien en casa con Liam y Kate.

—¿Ella lo cuida? —pregunto, sabiendo que su media hermana se mudó con ellos hace un tiempo.

—Si. Planeábamos dejarlo con la señora Sawyer, pero Kate se ofreció.

Oh. Sería buena idea tener a todos los niños juntos, así sería más fácil y sus madres se sentirían más tranquilas.

—¿Leila también se está uniendo a esta cosa de la noche de chicas? —pregunto para asegurarme que lo de Luke no es un chisme y Et se ríe.

—¡Fue su idea! —palmea el hombro de Luke—. Ninguno de nosotros está bebiendo esta noche, ¿Verdad?

Mierda.

Termino el trago de whisky y empujo el vaso en la barra, negando cuando el cantinero me ofrece rellenarlo. Si Ana piensa beber en exceso, necesito estar ahí para tenerla bajo control.

Tal vez debería verificar.

—Iré a buscar a Ana. —me excuso—. Solo para verificar.

Creí que mis amigos se quedarían cerca del bar, pero los veo venir detrás de mí entre las personas hasta donde se supone que está nuestra mesa. Las mujeres no están ahí, así que echo otro vistazo.

En un círculo a unos metros distingo el cabello castaño y lacio.

—¿Nena? —apoyo la mano en su hombro y ella gira.

Desafortunadamente, la chica que me regresa la mirada no es mi Cerecita. Aunque es castaña, delgada y lleva un vestido malditamente parecido al de mi esposa.

—Lo siento. —balbuceo, apartando la mano como si su hombro estuviera en llamas.

La chica se gira un poco más y luego un brazo aparece sobre sus hombros.

—¡Chicos! ¡Me alegra verlos!

El puto Jesse Abernathy sonríe resaltado su bronceado californiano. Me quedo en silencio solo mirando, así que escucho el jadeo de Luke e Ethan a mis espaldas.

—¡Mierda!

Eso significa que ven lo mismo que yo: el jodido Abernathy está aquí con una copia bronceada de mi Cerecita.

—¡Oh, lo siento! Esta es Lacey, mi novia. —la atrae más cerca de él—. ¿Ana está por aquí?

Jodido rubio.

—Está llamando a nuestros hijos, tenemos dos de ellos. —no pienso darle la oportunidad de poner sus manos en mi Cerecita—. Fue bueno verte, Abernathy.

Si piensa que quiero escuchar de su experiencia en el equipo SWAT, está muy equivocado. No puedo esperar para deshacerme de él.

Y supongo que lo percibe porque se despide y empuja a la falsa Anastasia por entre la gente, hacia el grupo de su padre.

Justo a tiempo porque escucho a mi esposa llamándome.

—¿Christian? —se detiene a mi lado con su hermoso cabello perfectamente peinado—. Oh, por Dios, ¿Ese era Jesse?

—No. —miento, luego la pego a mi cuerpo al tiempo que giramos lejos de la vista del jodido rubio—. Pero estaba por mencionarte que hemos decidido invitarlas a ustedes, señoras, a una cena más privada.

Ana mira a Luke e Ethan, y ellos inmediatamente están de acuerdo.

—Bueno, supongo... Tendríamos que preguntar a Leila y Becca.

Hemos cumplido con presentarnos, es tiempo de llevar a nuestras mujeres a un lugar más íntimo y menos concurrido, así tenga que pagar por ello. Casi puedo arrepentirme antes de decirlo.

—Claro. Esta noche, la cena va por mi cuenta.

—¡Si! —los chillidos de Luke me rompen los tímpanos antes de que me abrace por un costado—. ¡La mejor Gala de todos los tiempos!

Carajo.

Los Extras de MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora