HeungMin estaba absorto en la lectura, con el libro de Julio Cortázar entre sus manos y sus ojos escudriñando las palabras impresas en las páginas. En la librería-café Andromeda, la tenue luz de las lámparas de escritorio creaba un ambiente íntimo, y el silencio del lugar lo envolvía, permitiéndole sumergirse por completo en la historia. El aroma del café recién hecho flotaba en el aire, añadiendo un toque acogedor a la escena.
El murmullo de fondo de los otros clientes que disfrutaban de sus lecturas o charlaban en voz baja se convirtió en un susurro lejano mientras HeungMin se sumergía más profundamente en las palabras de Cortázar. Sus cejas estaban ligeramente fruncidas en concentración, y su dedo índice seguía la línea del texto, avanzando con cuidado página tras página.
Sin embargo, un suave movimiento en su periferia lo sacó de su ensimismamiento. Levantó la vista y se encontró con la mirada de Cristian, quien se acercaba a su mesa con una sonrisa amistosa. La repentina interrupción lo hizo sentirse un tanto sorprendido y desorientado, pero la sorpresa se desvaneció rápidamente al ver los cálidos ojos de Cristian, que parecían contener una complicidad silenciosa.
El ambiente alrededor de HeungMin cambió en ese momento. La concentración en su lectura se desvaneció, reemplazada por la sensación de estar en compañía, lo cual no era en absoluto desagradable. Esa combinación de soledad compartida y el inesperado encuentro con Cristian añadió una nueva dimensión a su experiencia en Andromeda, una que le recordaba que la vida a menudo guarda sorpresas en los momentos más inesperados.
—Qué bueno verte de nuevo, ¿Va todo bien?
—Si, óptimo. Siempre es lindo leer a Córtazar —HeungMin asintió, y luego agregó—: Y sobretodo acá.
Cristian sonrió mientras colocaba la taza y el plato en la mesita junto a HeungMin. Se sentó en el sillón opuesto, cruzando las piernas de manera relajada.
—Me alegra que te guste. Este lugar tiene algo, ¿No? —Cristian miró a su alrededor con una expresión de aprecio—. Me esfuerzo en hacer que sea así, como lo hizo mi viejo tantos años... Parece que funciona.
HeungMin asintió con una sonrisa.
—Ojalá no te parezca raro, pero hace ratito te escuché hablando con uno de tus compañeros de un cuento de Cortázar... ¿Te importría contarme a mí también?
Cristian asintió, sus ojos se iluminaron con entusiasmo.
—Obvio, si. Le hablaba de "Amor 77", es uno de mis cuentos favoritos de Cortázar. Trata de dos amantes que se encuentran de manera clandestina, en un hotel barato. Se visten con ropa prestada, se transforman en lo que no son, y se entregan el uno al otro por un breve tiempo. Pero al final, vuelven a ser lo que eran. Es un relato sobre lo corto que es el amor y cómo, a veces, nos perdemos en otros para encontrarnos a nosotros mismos.
—Es tan corto el amor, y tan largo el olvido.
—¿Neruda?
—Si, Neruda.
HeungMin se encontró casi fascinado.
—Em... Algo que me pasó con mi compañero es que... Bueno, el título es raro, ¿No te parece?
HeungMin sonrió mientras sostenía su taza de café, tratando de explicar.
—Bueno, el número 7 tiene una gran importancia simbólica en la Biblia. Se considera un número divino que representa la perfección y la plenitud. En muchos pasajes, se menciona el séptimo día como el día de descanso, el día en que Dios culminó la creación del mundo. También se asocia con la idea de la totalidad y la consumación.
Cristian asintió, intrigado.
—Mm, ¿Cómo sabes eso? ¿Sos teólogo?
HeungMin ríe apenas, y se tomó un momento antes de responder, y luego reveló un aspecto de su pasado que no solía compartir con muchos.
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ANDRÓMEDA: cutison
FanfictionHeungMin ha estudiado letras, y aún así, muchas veces no sabe qué decir.