besito

169 26 7
                                    


Entonces el lugar adquiría una atmósfera mágica a medida que el sol se hundía en el horizonte y las estrellas comenzaban a aparecer, la calle iluminada por farolas de hierro forjado, proyectaba una luz suave y cálida que acababa en un ambiente romántico y acogedor.

La música en vivo llenaba el aire, con músicos callejeros que interpretaban tangos apasionados y melodías folclóricas argentinas en cada esquina. El sonido de las guitarras y los acordeones se mezclaba con el murmullo de la gente y creaba una sinfonía única que envolvía a Cristian y HeungMin mientras paseaban por las calles.

Los edificios de estilo colonial, con sus fachadas de colores vivos y balcones adornados con enredaderas, parecían cobrar vida a la luz de la luna. Cada rincón de San Telmo contaba una historia, desde las antiguas tiendas de antigüedades hasta los bistrós y cafeterías que se ocultaban en las esquinas.

La feria de artesanías, con sus puestos iluminados por faroles de papel y luces parpadeantes, se había transformado en un reino de maravillas bajo el cielo estrellado. Cada rincón ofrecía tesoros únicos, desde joyas centelleantes hasta esculturas que parecían cobrar vida en medio de la noche.

A medida que avanzaban por la feria, el aroma de la comida callejera se volvía aún más tentador. Los puestos de empanadas, choripán y helado de dulce de leche despedían fragancias deliciosas que despertaban el apetito y la curiosidad de Cristian y HeungMin

Al caminar y doblar en una esquina, el balanceo de sus manos produjo un roce: el contacto casual de sus manos, que había generado una chispa de electricidad entre ellos, añadió un toque de magia a la noche. Sus miradas se encontraron bajo la luz suave de las farolas, y compartieron sonrisas cómplices que hablaban de una conexión profunda.

Fue en ese momento de roce de manos que HeungMin notó un detalle especial en el brazo de Cristian. Un tatuaje en su antebrazo, delicadamente diseñado, llamó su atención. Decía "veni, vidi, amavi." ¡Cómo le gustaba el latín! El tatuaje estaba adornado con elegantes letras cursivas y rodeado de pequeños símbolos que agregaban un toque de misterio y profundidad.

De los nervios le es imposible no mirarlo y brindarle una sonrisita, chueca, pero dulce.

Cristian notó la mirada de admiración en los ojos de HeungMin y sintió un cálido rubor en las mejillas. La complicidad entre ellos crecía con cada paso que daban.

El taurino decidió tomar la iniciativa, tal vez hacia algo un poco más íntimo: "¿Te gusta? Está en latín."

HeungMin asintió, mostrando su interés. "Si, me di cuenta. ¿Tenés otros tatuajes?"

Cristian sonrió y asintió: "Si, unos pares. Perdí la cuenta ya..." Detuvo su paso y miró a HeungMin con una sonrisa juguetona. "¿Vos? ¿Qué onda?"

HeungMin negó con la cabeza: "No, no. Yo nada. No sé, siempre me dio curiosidad pero no me animé... Tampoco sé qué me tatuaría."

Cristian le miró a los ojos: "Pensemos algo, entonces." Tomó una de las manos de HeungMin suavemente, y con un dedo comenzó a trazar líneas imaginarias en su piel, explorando diferentes áreas donde podría quedar un tatuaje: "Algo chiquito, disimulado... Capaz..."

HeungMin alzó su mirada y sintió un cosquilleo en la piel allí donde los dedos de Cristian se deslizaban. La combinación de la atmósfera mágica de San Telmo y la cercanía física entre ellos generaba una corriente eléctrica de emoción: "Qué?"

Sonriendo, le responde: "No, nada."

Cristian continuó trazando líneas imaginarias en la mano de HeungMin, explorando diferentes áreas de su piel. A medida que lo hacía, sus ojos se encontraron de nuevo.

ANDRÓMEDA: cutisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora