La sala, de paredes descascaradas y decoración desgastada, reflejaba décadas de decisiones académicas y eventos pasados. Los escritorios alineados parecían formar una fila interminable, cada uno ocupado por un profesor inmerso en la rutina diaria.
La luz fluorescente parpadeaba intermitentemente, arrojando sombras irregulares sobre los rostros concentrados, los ceños fruncidos y las anotaciones en sus agendas. El aroma a café, tan presente como la esencia misma del conocimiento académico, flotaba en el aire. Tazas desgastadas, algunas agrietadas por el tiempo, se amontonaban junto a la cafetera, testigos mudos de las miles de pausas y conversaciones que habían compartido.
Las paredes, cubiertas de papeles y anuncios desactualizados, sugerían una falta de interés en la renovación, como si el tiempo se hubiera detenido en ese rincón de la secundaria. La monotonía se expresaba en la uniformidad de los muebles desgastados y las sillas incómodas, todas iguales.
El murmullo constante de las voces docentes llenaba la sala, pero no había entusiasmo ni vitalidad en esos sonidos. Eran como notas apagadas en una sinfonía que había perdido su brillo inicial. Algunos profesores hojeaban papeles con expresiones fatigadas, mientras que otros se perdían en pensamientos distantes, sumidos en la repetición diaria de sus responsabilidades académicas. Tedioso era el verano.
Lisandro, gran amigo, lo recibió con una sonrisa desde su escritorio desordenado. Entre apuntes y papeles, la escena parecía más caótica que inspiradora, como si la organización fuera un lujo que la rutina no podía permitirse.
"¿Y?" preguntó Lisandro, levantando la mirada de su escritorio desordenado.
HeungMin suspiró antes de responder, dejando escapar la tensión acumulada. "Fue... complicado. Sigo pensando en Cristian, pero la ex, Karen, sigue estando ahí, ¿Viste? No sé cómo manejarlo, no sé si me tiene que importar tanto."
Lisandro asintió comprensivamente, sabiendo que los entresijos del corazón podían ser tan complicados como cualquier examen.
"Si lo querés, obvio que importa. Un poco de él, al final del día, también sos un poco vos, ¿O no?"
HeungMin sonrió de tan solo pensarlo. "Es que... Quiero estar con Cristian, pero Karen... ella lo necesita de una manera que va más allá de una amistad."
Lisandro apoyó la barbilla en la palma de la mano, pensativo. "Y... es complicado. Me parece que tendrías que pensar hasta dónde no te importa tanto."
HeungMin asintió, reflexivo. "Seh, es un tema. No sé si puedo pedirle que corte todo con ella, pero tampoco quiero ser la segunda opción."
Lisandro le dio una palmada en el hombro con complicidad. "El amor no tiene reglas fijas, pero vos sí podés establecer las tuyas. Hablá con Cristian, poné las cartas sobre la mesa. Si ambos quieren algo serio, tienen que definir qué significa para ustedes."
La campana que anunciaba el inicio de una nueva clase interrumpió la conversación, pero la semilla de la reflexión quedó plantada en la mente de HeungMin. Las palabras de Lisandro resonaban mientras se dirigían a sus respectivas aulas, cada paso llevándolos más lejos de la sala de profesores y más cerca de las decisiones que les esperaban.
Al llegar el final de la jornada, aún cuando el cielo estaba teñido de un naranjita chillón, se volvieron a encontrar en el estacionamiento del instituto, como era habitual. Allí, un sonido que viajó desde su bolsillo le notificó un mensaje. Suyo.
"Querés pasarte a tomar algo? Te tengo que contar algo"
"Además, hace mucho no venís..."
La propuesta resonó en la mente de HeungMin, añadiendo un matiz de anticipación a la monotonía de la tarde. Se lo comentó a Lisandro, quien, con una sonrisa juguetona, lo instó a aclarar las reglas de su relación con Cristian.
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ANDRÓMEDA: cutison
FanfictionHeungMin ha estudiado letras, y aún así, muchas veces no sabe qué decir.