burrito ortega

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La suave luz del amanecer se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, pintando destellos dorados en la habitación. HeungMin y Cristian yacían juntos en la cama de este último, envueltos en una calidez que trascendía lo físico. La noche compartida había dejado un rastro de complicidad en el aire, como un secreto que solo ellos conocían.

Cristian despertó con la sensación reconfortante de tener a HeungMin a su lado. La proximidad física entre ellos hablaba de una conexión más allá de lo casual. Sus cuerpos se enlazaban de manera natural, las piernas entrelazadas y los dedos entrelazados como si hubieran encontrado un hogar en el calor del otro.

HeungMin, aún adormilado, se movió ligeramente, acercándose más a Cristian. Sus labios se rozaron en pequeños y tiernos besos, como un suave recordatorio de la noche anterior. Cada beso contaba una historia de intimidad y cariño, creando un delicado lenguaje que solo los dos entendían.

La habitación estaba impregnada de un silencio cómplice, solo roto por el susurro suave de sus respiraciones compartidas. La cercanía física se traducía en una conexión más profunda, como si cada roce y cada beso sellara un pacto tácito entre ellos.

La mano de HeungMin descansaba sobre el pecho de Cristian, sintiendo el suave latir de su corazón. Los dedos se deslizaban con ternura sobre la piel, trazando líneas invisibles que contaban una historia de afecto. Cristian, con los ojos entrecerrados, sonrió ante la suavidad del gesto, sumergiéndose en la tranquilidad de ese momento compartido.

La mañana se presentaba ante ellos como el inicio de una nueva etapa. La luz del día iluminaba sus rostros, revelando la serenidad y la satisfacción en sus expresiones. La proximidad física se fusionaba con la conexión emocional, creando un lienzo donde la intimidad y el romance se entrelazaban de manera armoniosa.

HeungMin, con un suspiro suave, se acomodó aún más cerca de Cristian. Sus labios se encontraron en un beso más profundo, uniendo sus mundos de una manera que iba más allá de lo físico. La mano del morocho quiso comenzar a recorrer la piel del otro, pero enseguida fue apartada.

"Ah, ahí no" bromeó el mayor, riendo suavemente. "Es territorio prohibido por ahora."

Cristian le lanzó una mirada traviesa. "Ah, ¿territorio prohibido? ¿Ya te estás arrepintiendo de lo que hicimos?"

El otro rió entre dientes. "No, para nada. Solo estoy estableciendo límites, ¿sabés? La tensión sexual debe mantenerse."

Cristian rodó los ojos con diversión. "¿Tensión sexual? ¿Eso es lo que tenemos?"

"No me digas que recién te das cuenta" respondió HeungMin con una sonrisa juguetona. "Te limito porque yo tengo cosas por hacer, digo, mañana me despierto temprano para ir a dar clases."

"Ah, si. Casi me olvido que estoy saliendo con un viejo gagá."

"Pará un poco, pendejo. Soy un hombre ocupado."

Cristian se volteó hacia él y con una sonrisa en el rostro le dijo: "¿Y sos igual de meado en tu trabajo?"

HeungMin lo miró con expresión pensativa. "Bueno, deberías saber que tengo altas expectativas. No acepto menos de un diez en nuestras citas."

Cristian levantó una ceja. "¿Un diez? Un poco mucho, ¿No te parece?"

"Por favor, creeme que ya la he pasado lo suficientemente mal para no buscarme un diez."

"Si de diez hablamos, yo soy Riquelme, querido."

El pálido soltó una risa que despejó esa paz que los rodeaba. "Lástima, yo quiero un Bochini."

ANDRÓMEDA: cutisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora