estómago

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El evento de poesía estaba en su apogeo, y HeungMin se encontraba en el centro de la elegante sala, rodeado de una multitud que compartía su pasión por las palabras y las emociones que podían evocar. Había elegido un atuendo cuidadosamente seleccionado: pantalones, camisa y suéter negros que le daban un aspecto elegante y sobrio, pero también un toque de misterio. La tela suave y fina de su suéter se ajustaba cómodamente a su cuerpo, proporcionando un toque de calidez en medio de la atmósfera cargada de emoción y expectación.

El evento se desarrollaba en una sala amplia y exquisitamente decorada. Grandes candelabros colgaban del techo, arrojando destellos de luz dorada sobre los presentes. Las paredes estaban adornadas con cuadros de pintores famosos y estantes de libros llenos de obras literarias clásicas y contemporáneas. Era un escenario que parecía sacado de una novela del siglo XIX, con una elegancia atemporal que envolvía a los asistentes.

Mientras esperaba en el bar, HeungMin pidió una copa de vino tinto, sintiendo como el cálido líquido recorría su garganta, llenándolo de valor y anticipación. La copa de vino, con su forma delicada y el tono carmesí de su contenido, era un elemento de sofisticación que añadía un toque de lujo a la velada. Beber de ella le hacía sentir que formaba parte de un mundo donde las palabras tenían un poder inmenso, capaz de conmover y transformar.

HeungMin observó a su alrededor mientras disfrutaba del evento y de los poemas leídos por los invitados. Las palabras fluían como ríos de emoción, llenando la sala de atmósfera y magia. La iluminación suave y tenue resaltaba las expresiones apasionadas de los presentadores. Los aplausos que seguían a cada poema resonaban como un coro de aprecio y admiración, creando una sinfonía de emociones que envolvía a todos los presentes.

Pero, a pesar de la belleza de las letras y la intensidad de las interpretaciones, HeungMin no podía evitar sentir un anhelo profundo. ¿Dónde estaba Cristian? Buscó con la mirada entre los rostros de los asistentes, esperando encontrar ese cabello negro y esa sonrisa encantadora que lo había cautivado desde el primer día. Sin embargo, Cristian parecía evitarlo, y la multitud lo ocultaba como un tesoro escondido en un mar de desconocidos. En ese momento, la elegante sala se convirtió en un laberinto de incertidumbre, y HeungMin ansiaba encontrar al héroe de su propia historia.

A medida que avanzaba el evento, HeungMin tomó asiento en una mesa cercana al escenario. El espacio era limitado, y pronto se dio cuenta de que compartiría la mesa con un ex compañero de la facultad, Dejan Kulusevski. Habían perdido el contacto después de la graduación, pero el reencuentro resultó ser amigable y cálido. Dejan, con su carisma y su entusiasmo, le contó sobre su viaje desde la graduación y cómo había explorado su pasión por la poesía. Había venido a leer su propio poema esa noche, y compartieron tragos y charlas mientras esperaban sus respectivas presentaciones. Dejan le brindó palabras de aliento y le recordó por qué habían compartido tantos momentos especiales en la facultad, tal vez porque una o dos veces habían probado el sabor de sus bocas. Aún así, las anécdotas y risas compartidas entre ellos eran como un puente hacia el pasado, una conexión con aquellos días en los que soñaban con el futuro.

Los nervios de HeungMin aumentaban con cada minuto que pasaba. Había venido al evento con la esperanza de ver a Cristian, pero a medida que avanzaba la noche, no se cruzaron. Intentó mantener la calma y disfrutar de la experiencia, pero la ansiedad lo consumía. Las palabras que resonaban en el escenario parecían ser un eco de sus propios sentimientos, de su deseo de encontrar a Cristian y de compartir con él este momento tan especial.

Finalmente, llegó el momento en que Dejan fue llamado al escenario. HeungMin observó a su antiguo compañero con admiración mientras leía su poema con pasión y sinceridad. La energía en la sala era palpable, y el público respondió con aplausos y vítores cuando Dejan regresó a la mesa. HeungMin aplaudió con entusiasmo, feliz por la actuación de su viejo amigo. Dejan tenía algo especial en su forma de expresarse, algo que hacía que cada palabra pareciera sacada de las páginas de una novela gótica. Sin embargo, su alegría por Dejan también estaba acompañada de un toque de melancolía, ya que aún no había tenido noticias de Cristian. Le molestaba. ¿Quién le había dado permiso de meterse en su cabeza?

ANDRÓMEDA: cutisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora