En medio de su solitario viaje a Bahía Blanca, la lluvia caía en un lamento constante sobre el parabrisas del auto. Las luces de la carretera destellaban en un brillo triste a través de la tormenta, y HeungMin se sentía inmerso en un mundo de melancolía y preocupación. Sus pensamientos oscilaban entre su padre enfermo y los recuerdos inquietantes de su reciente encuentro con Cristian.
En medio de la lluvia, su celular empezó a vibrar sobre el asiento del copiloto. La melodía de llamada de su hermana, Hana, llenó la cabina del auto con una tristeza agobiante. Con el corazón en la garganta, HeungMin se estiró para tomar el teléfono, pero el miedo lo inmovilizó.
Las lágrimas se acumularon en sus ojos mientras miraba la pantalla parpadeante. No se atrevía a contestar, sabiendo que la noticia que Hana tenía que darle sería devastadora. La angustia le oprimía el pecho, y sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal.
El sonido de la llamada de Hana continuó llenando el auto, un eco desgarrador de la tristeza que estaba a punto de inundar su vida. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras luchaba por contener sus emociones. La combinación de la llamada de su hermana y la lluvia que caía sin piedad fuera del auto creó un ambiente melancólico y desgarrador que lo envolvía por completo.
La carretera solitaria se extendía frente a él, desdibujada por las lágrimas en sus ojos, y el mundo exterior parecía un lugar sombrío y amenazante. En ese momento, HeungMin no podía enfrentar la noticia que temía escuchar, pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar la realidad de la situación de su padre. Por ahora, la llamada no respondida colgaba en el aire, como un presagio de las tristes noticias que estaban por venir.
Justo cuando comenzó a hacerse con el entorno, y a medida que las calles de su vida se iban acercando más y más, a pesar de no haber dormido en todo el viaje, con los ojos bien abiertos, no pudo evitar el flaqueo en sus piernas. Como si un demonio se sentara sobre sus hombros, acomodó el auto para no molestar a los demás conductores, y se dio un momento para suspirar. Era sábado. La lluvia que lo sabía acompañar lo había abandonado, y ahora del cielo caían dulces rayitos de sol; el día ya no era desolador, sino caluroso.
Hacía muchísimo calor.
HeungMin comenzó a sudar frío. No, es que ya estaba sudando desde antes. ¿Por qué estaba sudando? Si la gente que caminaba por la vereda estaba usando camperones y buzos... Se comenzó a desesperar, dándose cuenta de que había algo en el que no estaba funcionando. Más allá de tener calor, uno esperaría que el repentino cierre de su garganta no sea algo cotidiano. Mas parece que lo es porque apenas se da cuenta, y cuando lo sabe teme. El aire, que tanto le molestaba a la chica frente al auto que se acomodaba el cabello, a él le sería un regalo. Pronto la piel de su cuello se apegó en sus huesos, pues la fuerza con la que intentaba respirar no era suficiente para ayudarlo a calmarse.
Una extraña y temerosa corriente le atravesó todo el cuerpo, y de un momento a otro no podía sentir su cuerpo. Estaba adormecido, y con mucho miedo de que el calor lo asfixiara. Bajó la ventana, en busca del aire que necesitaba, pero no lo conseguía. A lo lejos, un nene que jugaba alegre con su camioncito de juguete en la vereda se lo quedó mirando, confundido. Estaba haciendo un escándalo, y de sus ojos no paraban de brotar cientos de lágrimas de angustia, desesperación y vergüenza. Se le entumecieron los cachetes, y le subió la tensión por la nuca. Le dolía el rostro, pero no conseguía respirar con satisfacción. Cuando creía que su corazón se cansaría de moverse como un loco, alguna figura se le asomó por la ventana. HeungMin no lo reconocía. Tenía los ojos borrosos.
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ANDRÓMEDA: cutison
FanfictionHeungMin ha estudiado letras, y aún así, muchas veces no sabe qué decir.