Gordon llega en silencio, como un ladrón a punto de robar en una casa. Eran las 3:45 de la madrugada cuando abrió la puerta de su hogar, la oscuridad de la noche parecía un recordatorio de los momentos más deplorables de su vida. Su corazón latía con fuerza y sus pensamientos estaban en un torbellino. ¿Cómo había llegado a este punto tan pronto?
Caminó por el pasillo y pudo oler la cena tapada con aluminio que ella había preparado, uno de sus platos favoritos. Pero la comida no le provocaba hambre, más bien nauseas, el nudo en su estómago se apretó más.
Se dirigí al dormitorio tratando de no despertar a su esposa y se mira en el espejo. La imagen fue la de un hombre desaliñado y agotado, sus ojos reflejaban el miedo y el remordimiento que sentía. Sabía que no podía por el momento hablar con nadie, sabía que iba a delatarse sin querer si solo pudieran ver su mirada, no estaba listo para enfrentar las consecuencias de sus acciones. Así que se cambió rápidamente la ropa pues tenía la parte delantera de sus pantalones humeda, y se metió a bañar para deshacer cualquier olor sospechoso dejando que la regadera se llevara los malos sentimientos por el desagüe. Incluso en una situación así su mente divagó por los recuerdos de Adam. ¿Cómo había llegado a poner toda su vida en peligro por un chico lindo? ¿Cómo le había sido infiel a la mujer que prometió amar hasta que la muerte los separe por un chico más joven, más gracioso, más risueño, hermoso, angelical...
Abrió el grifo del agua fría como si se merecía algún tipo de castigo. Al salir de la ducha trató de seguir manteniendo el silencio pues era hasta descarado seguir pensando bajo su techo y el de Ali las horas pasadas con el castaño y la excitación que lo llevó a esa situación. Pero ahora, la realidad lo golpeaba como un camión.
—¿Cariño?
La voz de su mujer lo hizo saltar en su lugar y casi deja caer un vaso de vidrio que había servido con agua cuando entró a la cocina. Gordon se giró hacia ella tratando de mantener la calma y luciendo perturbado. Ali se cruzó de brazos y lo miró con preocupación. La tensión en la habitación era palpable.
—Larry, es terriblemente tarde, ¿dónde estabas? no contestabas el teléfono. Estaba preocupada.
—Lo siento, cariño. Recuerda que te dije que tuvimos una emergencia que se alargó más de lo esperado.
—¿Fue alguna operación? Se que no es la primera vez que llegas tarde pero me pareció raro que no contestaras. ¿Estás seguro de que todo está bien?
—Por supuesto.
Tomó un gran trago de agua del vaso que tenía en sus manos para tener una oportunidad de quitarle la mirada y voltearse al fregadero.
—Últimamente estás raro. No sé cuánto tiempo más podrás hacer eso.
—¿Hacer qué? ¿De qué estás hablando?
—¿Cómo puedes caminar por la vida fingiendo que eres feliz?
—Yo soy feliz.
—Eso es una completa tontería. Lawrence te amo, pero si eso es el causante de tu mal, prefiero que te derrumbes y me digas que me odias... Al menos habría algo de pasión en ello.
La habitación se llenó de un silencio denso y cargado de tensiones no resueltas. Gordon se acercó y abrazó a Ali fuertemente, incapaz de decir algo más, su mente daba vueltas al caos de emociones que lo habían llevado a esta encrucijada. La confusión, la culpa y el temor dominaban sus pensamientos, y la noche se extendía más de lo usual en un oscuro camino de incertidumbre.
Lawrence no durmió esa noche, así que al día siguiente cuando fue a trabajar no podía siquiera considerarse persona. No había pasado tantas horas sin dormir desde la universidad y a su edad esta vez sí que pasaría factura. El día fue transcurrieron de acuerdo a lo planeado, como siempre un día agotador en la clínica y especialmente hoy lo agradeció para no perderse en su mente, largas horas de consultas, diagnósticos y pacientes preocupados lo habían dejado exhausto. Anhelaba con ansias su breve descanso para poder recargar energías, pero su teléfono sonó, rompiendo la esperada tranquilidad.
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Tears Don't Fall [Chainshipping]
FanficLa vida del doctor Lawrence Gordon se ha consumido completamente por la rutina, a pesar de tener una maravillosa esposa, una hija cariñosa y ser uno de los mejores oncólogos del estado, ni siquiera su trabajo parece brindarle alegría alguna en su vi...