—Okay. Este paciente tiene un inoperable tumor del lóbulo frontal extendiéndose a lo largo de la línea media. Comenzó como un cáncer de colon. El paciente ha entrado para un chequeo estándar mediante el cual podemos monitorear la tasa en el que su condición está empeorando. El paciente tenía...—Su nombre es John, doctor Gordon.
Entró de imprevisto Zepp distrayendo la atención de todos sus estudiantes. El hombre de ojos claros apareció de la nada, lo cual no debería de sorprenderles pues se encarga de la limpieza y desinfección de salas, camas, equipos médicos y otros espacios críticos para prevenir infecciones.
—Es una persona muy interesante.
—Gracias por esa información, Zepp. Como pueden ver, nuestros ordenanzas forman vínculos muy especiales con los pacientes. Continuando, el paciente...
El día nublado se filtraba a través de las persianas de la habitación de hospital, arrojando una atmósfera lúgubre sobre el piso. Lawrence Gordon, un oncólogo altamente respetado en el campo de la medicina, se encontraba de pie frente a un grupo de estudiantes de medicina ansiosos, listos para presenciar una experiencia que marcaría sus carreras para siempre, aunque las chicas parecían más interesadas en el atractivo del rubio. En el centro de la sala, sobre una camilla quirúrgica cubierta con una sábana estéril, yacía un paciente llamado John Kramer con una expresión serena en el rostro. Parecía estar durmiendo.
El doctor Gordon comenzó su exposición con una breve introducción sobre la importancia de la oncología en la medicina moderna y cómo, como médicos, debían aprender a abordar los desafíos que plantean los tumores malignos. Luego, con calma y una voz llena de experiencia, señaló a John y su expediente médico, que descansaba en una mesa cercana.
—Hoy les mostraré su caso para que entiendan la complejidad y la responsabilidad que conlleva el tratamiento del cáncer en el cerebro. John fue diagnosticado con un glioblastoma multiforme, uno de los tumores cerebrales más agresivos y devastadores que conocemos.
El oncólogo describió detalladamente el diagnóstico del hombre mayor, destacando la necesidad de una evaluación rápida y precisa de su situación. Explicó que los síntomas iniciales, como dolores de cabeza y cambios en la personalidad, llevaron a una serie de exámenes, incluyendo una resonancia magnética cerebral, que reveló un tumor en el lóbulo frontal.
—Este tumor es un invasor silencioso. Rodea áreas críticas del cerebro, lo que hace que la cirugía sea un desafío. Además, tiende a reaparecer incluso después del tratamiento.
Luego, el doctor Gordon describió el enfoque multidisciplinario en el tratamiento del cáncer cerebral, que involucra a oncólogos, neurocirujanos, radioterapeutas y especialistas en cuidados paliativos. Resaltó la importancia de una colaboración estrecha para brindar a los pacientes las mejores opciones terapéuticas. John, quien seguía con los ojos cerrados se movió un poco en la camilla, el oncólogo continuaba explicando el proceso de la cirugía. Lawrence habló sobre cómo el neurocirujano trabajaría para extirpar la mayor cantidad de tejido tumoral posible sin dañar las áreas cerebrales críticas que controlan funciones vitales. También mencionó que después de la cirugía, John recibiría radioterapia y quimioterapia para tratar las células tumorales que no pudieron ser eliminadas quirúrgicamente. A medida que la exposición avanzaba, Gordon se detuvo frente al anciano y colocó una mano reconfortante en su hombro.
Los estudiantes escuchaban con atención, asimilando la importancia de considerar no solo el aspecto médico, sino también el emocional y el humano en el tratamiento del cáncer. Lawrence hablaba apasionado sobre sus conocimiento en el área, pero cuando volvía a la realidad recordaba vívidamente lo crítico de su situación. La vida del doctor Lawrence Gordon se ha consumido completamente por la rutina, a pesar de tener una maravillosa esposa, una hija cariñosa y ser uno de los mejores oncólogos del estado, ni siquiera su trabajo parece brindarle alegría alguna en su vida.
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Tears Don't Fall [Chainshipping]
Hayran KurguLa vida del doctor Lawrence Gordon se ha consumido completamente por la rutina, a pesar de tener una maravillosa esposa, una hija cariñosa y ser uno de los mejores oncólogos del estado, ni siquiera su trabajo parece brindarle alegría alguna en su vi...