La gente que vive de noche

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Me interesé por la Historia de niña por un motivo prosaico: estaba enamorada de mi profesor de esa materia. Cuarenta años, unas cicatrices en la cara que no lo afeaban para nada. Había aprendido a escribir con la mano izquierda al perder su brazo derecho en la Guerra cuando una granada defectuosa explotó antes de tiempo. Me fascinaba oírle contar cómo había sido el mundo pre-Guerra: con sus leyes, costumbres y problemas tan distintos de los nuestros... y con el triple de población. Me costaba imaginar a mis padres viviendo en ese mundo, cuando tenían mi edad. Todo eso sonaba ahora tan distante como la más pura fantasía. Y, sin embargo, antes de La Guerra, habían existido miles de "guerras". Se había peleado por comida, por mujeres, por tierras, por reyes, contra los reyes, por el robo de un cerdo, por religión, contra la religión, por las naciones, por las clases sociales, por las razas (curiosamente, nunca se había peleado por la astrología; lo cual era extraño, dada la ridícula importancia que le daban a esa superstición. Puedo imaginarme sin problemas una "Guerra Capricorniano-Sagitariana"; pero tal cosa nunca ocurrió); pero la guerra que causó más daño que todas las demás guerras previas juntas; la Guerra por antonomasia: la que no tiene nombre ni lo necesita, la que es simplemente "LA Guerra"; estuvo motivada por un asunto al que nunca se le había prestado atención antes: los hábitos de sueño. En los textos antiguos es asombroso encontrarse sentencias como "Juan acostumbra levantarse temprano", "Pedro no duerme por las noches", dichas de modo casual, sin considerarlo un asunto importante y, desde luego, sin considerar que Juan y Pedro debieran matarse mutuamente por eso. Cuando en la escuela secundaria me preguntan por qué formo parte de la Liga por la Convivencia Pacífica, respondo que: "Porque quiero pertenecer a la primera generación de post-guerra, y no a la generación de entre-guerras". ¿Es tan difícil imaginar un mundo donde cada uno tenga libertad para vivir a las horas que le dé la gana vivir? ¿Realmente el que, en unas ciudades, la gente haya elegido vivir de día y en otras prefieran la noche es razón suficiente para matarnos como salvajes? La Historia muestra que se ha peleado por toda clase de motivos absurdos, sí; pero también prueba que un mundo donde la gente que vive de día y la gente que vive de noche convivan en paz es posible: porque ese mundo existió en el pasado y, por lo tanto, puede volver a existir en el futuro.

Existen todavía naciones y banderas, pero la única división política real que existe hoy en el mundo es entre las ciudades diurnas y las nocturnas; separadas por una línea de fortalezas militares que literalmente divide al mundo en dos, llamada "El Horizonte". Mi familia vive en Buena Tierra, una ciudad pequeña cerca del Horizonte. Por suerte, en un sector casi totalmente desmilitarizado. Los dos bandos han concentrado millones de hombres allí donde creen que una invasión es más probable. Buena Tierra está en una región de terreno irregular, sin fuentes de agua naturales y, a la vez, con tendencia a empantanarse. No es un lugar apropiado para grandes operaciones militares... ni para ninguna otra cosa, a decir verdad... por lo que aquí sólo hay unos cuantos guardias armados para mantener a raya a los contrabandistas. En este rincón olvidado del mundo vine a nacer yo por azar después de la Guerra. Tercera hija de una familia-tipo con un bonus track añadido: yo. Papá, mamá, la hija mayor, el hijo menor... y después yo. Mis padres nunca han confesado que fui consecuencia de un descuido, pero estoy segura de ello.

Mi profesor de Historia desdeñaba la idea de que diurnos y nocturnos pudiesen convivir de modo pacífico: basada en el hecho de que, por milenios, habían de hecho convivido de modo pacífico.

– El noctambulismo primitivo fue un fenómeno muy diferente al noctambulismo actual: simplemente se está confundiendo bajo una misma palabra lo que son dos cosas distintas.

Tampoco tenía en muy alta estima al movimiento pacifista, al que consideraba muy poco patriota:

– Querer ser patriota y pacifista es como casarse con dos esposas que se odian entre sí: todo lo que hagas para complacer a una, va a enfadar a la otra.

Etcétera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora