La decadencia de Halloween

55 4 1
                                    

El origen de la fiesta de Halloween es oscuro. Más allá de ser alguna clase de celebración pagana pre-cristiana a la que, a posteriori, se le dio un sentido cristiano, no se sabe gran cosa. 

 Las fiestas vinculadas a la siembra y la cosecha tienen un simbolismo de muerte y regeneración a partir de la muerte que se repite en los mitos de varias religiones distintas. Esos mitos expresan una verdad dura acerca de la vida. Por eso se la reviste con música, bailes, diversiones e historias poéticas de dioses y héroes. Halloween es un recordatorio del aspecto horroroso de la vida: sea bajo la forma de la tradición que nosotros conocemos hoy, sobre todo a través del cine americano; bajo la interpretación cristina de celebración de los santos y mártires; o sus equivalentes simbólicos de otras tradiciones religiosas: el rapto de Proserpina, la danza de Shiva, etcétera. 

 Es un clisé quejarse de cómo la Navidad ha sido vaciada de su sentido religioso y convertida en una mera fiesta de consumo. Pero yo creo que Halloween ha sido todavía más afectada por la cultura del consumo contemporánea. Porque la Navidad, versión cristiana de las Saturnales romanas, es en sí una fiesta optimista. Sí, la fiesta del nacimiento de Jesús tiene su complemento en la Pascua cristiana, pero Navidad es en sí misma una fiesta del nacimiento. Halloween es algo así como Navidad y Pascua juntas. Es una celebración ambigua y lo ambiguo es la esencia del horror. 

 Ahora bien; la sociedad del consumo niega el horror. Ya no hay malvados, sólo hay buenos malinterpretados. Ya no hay monstruos, solo gente diferente que es discriminada. Todo debe ser aceptado y, si alguien no es un trapo de piso moral que absorba cualquier cosa con la que entre en contacto sin discriminar nada, se considera que sufre de alguna clase de enfermedad mental.El problema con esta filosofía, como con cualquier otra filosofía que niegue la realidad, es que la realidad no deja de existir por el hecho de ser negada. Lo horroroso no deja de existir porque haya sido negado: solo se vuelve cotidiano. Adopta el aspecto superficial de lo normal, sin poder serlo nunca (la perversión sexual es el ejemplo más obvio, aunque está muy lejos de ser el único). La fiesta de Halloween se ha vuelto superflua, porque vivimos en estado de Halloween perpetuo.El mundo real es el negativo de "Pesadilla la noche anterior a Navidad": en nuestro mundo, es la Navidad la que invadió Halloween y la vació de su esencia, y no al revés. De ahí la censura a los disfraces que se pueden usar o no en Halloween, que se vuelve cada vez más extrema cada año. Porque el problema no son los monstruos. El problema no es lo horroroso: el problema es que lo monstruoso sea señalado correctamente como lo que es realmente, al usarlo como disfraz de Halloween. La verdad es lo único que inspira verdadero horror en la sociedad del consumo. 

 "La vida es más divertida con un poco de sustos". Eso es una negación de la verdadera función biológica del miedo. El miedo no es divertido: es un sistema de alarma que nos advierte de un peligro contra nuestra existencia. A veces, una amenaza aparece de modo tan súbito, que la advertencia llega de hecho después que la amenaza. Esto es el susto. Otras veces, por el contrario, la advertencia llega mucho antes que la amenaza, incluso décadas antes; pero, aunque tengamos todo el tiempo del mundo prevenidos, no hay nada que podamos hacer contra esa amenaza. La angustia es el miedo a lo inevitable. Las mejores historias de terror son angustiantes; las regulares dan miedo y, las peores, tienen que apelar al susto como último recurso para generar al menos alguna forma del temor. Surge así el recurso burdo del "jump scare". 

 En "Inside Out", Alegría piensa al principio que Tristeza es una emoción inútil; pero al final comprende que Tristeza es necesaria para servir como un contraste para la alegría. O sea: sigue considerándola una emoción inútil, pero es algo así como el trapo oscuro para que la alegría brille más. Y esta no es solo la filosofía del personaje, sino claramente la de los realizadores. Parafraseando al villano Síndrome: "Si todo es motivo de alegría, entonces; nada lo es". 

 Cuando volví a ver "The Haunting" (1963) para reseñarla me llamó la atención un asunto central: Esa película no me inspiraba ninguna forma de temor. No por incompetencia de los realizadores, sino porque la historia que cuenta presupone el contexto de una sociedad muy distinta a la actual. El tópico de la mansión embrujada presupone que el horror procede de los límites exteriores de la sociedad: del pasado y de la lejanía. Una casa antigua en medio del campo combina lo remoto temporal y lo remoto espacial, y es en ese lugar fronterizo donde se podía esperar la aparición de un fantasma, un vampiro o similar. Un monstruo caminando a plena luz del día y perfectamente integrado a la sociedad se considera material de comedia ("Teen Wolf", "Hotel Transilvania").

 Seguir repitiendo el tópico de la mansión embrujada en la cultura de: "Nada es verdaderamente horroroso, no hay motivo para tener miedo de nada"; es un completo error. Se está copiando el símbolo, pero en ausencia de aquello de lo que ese símbolo era metáfora. ¿Qué sentido tiene filmar historias de casas embrujadas y que los niños se disfracen de vampiros en Halloween, cuando estamos viviendo en la realidad el mundo de "Hotel Transilvania", donde los vampiros caminan a plena luz del día usando protector solar y el monstruo de Frankenstein se toma selfies con sus fans? 

 El vampiro (muerto-vivo) y el zombi (vivo-muerto) son dos formas de la superposición entre el aspecto creador y el aspecto destructor de la existencia. Personajes que encarnan el espíritu absurdo y caótico de fiestas como las Bacanales, Halloween y similares. Pero, cuando el absurdo de la existencia no inspira horror y es postulado como la base filosófica de la moral oficial, esos personajes quedan, o bien reducidos a meros "minions" de películas de acción, o bien protagonizan parodias involuntarias. Ya sean los vampiros mormones de "Crepúsculo" o los vampiros feministas de "Byzantium". Parodias que no saben que son parodias: que creen ser todavía genuinas películas de vampiros. 

 Se suele decir que el "horror cósmico" fue la evolución natural de la "mansión embrujada": en vez de tener una casa dominada por seres sobrenaturales horrorosos, tenemos un universo dominado por seres sobrenaturales horrorosos. Esto crea una diferencia esencial: del universo embrujado no hay modo de huir. Hay otro género que es claramente pasible de una transformación similar: el "home invasión horror". Si, en vez de una familia tomada como rehén por invasores crueles, tenemos un mundo tomado como rehén por invasores crueles, no existe ninguna posibilidad de defenderse, ni de huir, ni de que llegue la policía al rescate. Este "world invasión horror" invierte el proceso de las comedias que satirizan los clásicos del horror: se toma la premisa de "Hotel Transilvania", los monstruos están totalmente aceptados como gente normal e integrados a la sociedad, pero sin dejar de ser monstruos. Un vampiro que camina a plena luz del día y no asusta a nadie a su paso es horroroso por eso mismo. Hay en esto un claro subtexto ideológico: En las últimas décadas, el cine y similares nos han dicho "No existen los monstruos, los llamados 'monstruos' son sólo seres rechazados socialmente". Por eso, mostrar a un monstruo aceptado socialmente, que no por ello deja de ser un monstruo, implica exponer EL HORROR DE LA ACEPTACIÓN SOCIAL. 

 El héroe de horror clásico era un racionalista y materialista que se sentía desconcertado por la realidad del fantasma: desconfiaba de sus ojos o de su cordura, creyendo que había tenido una alucinación. Se burlaba de un amuleto mágico, que aceptaba sólo por cortesía, pero ese amuleto mágico terminaba salvando su vida. Esas fábulas presuponen una sociedad materialista y racionalista. Por el contrario, en una sociedad donde libros de brujería como "El Secreto" son best-sellers, un silogismo es más aterrador que un conjuro. Porque el silogismo (la razón, que nos dice que 2 y 2 son 4 y que nuestro buen vecino aceptado por todos, que duerme en un ataúd y bebe sangre, es un vampiro) es lo que está negado socialmente: lo que no-debería-ser, lo tabú, lo que se finge que no existe; pero no por eso deja de existir.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 31, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Etcétera...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora