Final

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Su respiración era agitada mientras corría y miraba a su alrededor, tratando de ayudar.
Los escombros y madera crujían debajo de sus zapatos aún había personas desalojando sus viviendas o lo que quedaba de ellas.

Llegó al punto más alto del Norte y ahí lo pudo ver, sus ojos se agrandaron al ver como estaba, Minho tenía razón, no es él. El calor que emanaba se podía sentir desde
donde estaba. Llegó a un punto donde el calor era insoportable para él, deteniendo su paso y
observándolo, gritó su nombre una y otra vez pero no tuvo respuesta, los ojos preciosos de color naranja se habían tornado de color champaña, su cabello rojizo ardía junto con su fuego.

—¿Te gusta lo que ves? —Yuna apareció del otro extremo mirando como el de pecas aún observaba al mayor.

—¿Porqué no tienes el coraje de enfrentarte tú conmigo? —apretaba sus puños conforme hablaba –eres una cobarde –su mandíbula se tensó mientras empezaba a
caminar.

—Solo tomo lo que quiero pero no lo entenderías, naciste teniéndolo todo —retrocediendo, dejó a la vista a su hijo cuyo rostro estaba pálido y ojeroso, esos bellos ojos verdes estaban opacos con una mirada perdida.

—¿Jeongin?

El viento sopló levantando todo el polvo y algunos escombros. Tosía tratando de ver más allá de la cortina de polvo cuando sintió una mano tocarle la espalda.

—¡Cuidado! —Una voz resonó en todo su subconsciente haciendo que reaccionara pero fue tarde, sintió el impacto de algo húmedo en todo su cuerpo. Estaba en un océano, su cuerpo estaba completamente hundido, ¿Qué hacía ahí? Nadó tratando de ver dónde estaba la orilla pero era inútil, las grandes olas
retumbaban y rompían donde él nadara, hundiéndolo una y otra vez.

Trozos grandes de hielo podían verse y al instante hundirse, las gotas de agua caían por todo su rostro, parado sobre un cubo pudo notar la siguiente ola. Una, tras otra y otra, su cuerpo no podía resistir, apenas y le daba tiempo en salir a flote y respirar. Cerró sus ojos sintiendo el impacto de la ola hundiéndose poco a poco, era inútil por más que hiciera un camino no era resistente. ¿Hasta aquí era todo lo que podía dar?, ¿realmente no era tan fuerte como lo hicieron ver? Su mente le repetía una y mil veces lo inútil que era, hasta que una suave pero
ronca voz hizo estragos en su corazón. —¿Esa es tu demostración? ¡Vamos cariño, déjame ver qué tan bueno eres! Abrió sus ojos y subió.

—Esto no tiene por qué acabar así.

El destello de una gran luz alumbró el oscuro océano, congelándolo por completo. Abrió los ojos y cayó al suelo desorientado y agitado, vio a su alrededor y noto que
no estaba en ningún océano, no había olas que lo hundieran, no había nada oscuro. El pitido de sus oídos lo dejaban aturdido, sintió una mano rozar su brazo y lo que sintió solo fue calidez.

—Por favor, por favor, reacciona ¡Felix!. El dolor de cabeza era muy fuerte tratando de enfocar todos los sentidos. Miró a su alrededor notando el cuerpo tirado de Jeongin detrás de él, ¿qué ocurrió?, ¿qué fue todo eso? Mientras él se recuperaba, a la distancia unos ojos verdes llenos de furia lo observaban. ¿Cómo pudo salir de eso?.

—Egredere de corpore tuo, et veni, Egredere de corpore tuo, et veni…

Unas horas atrás con Han y Minho:

—No te preocupes por él, sabemos que es fuerte —Minho agarraba la mano del pelinegro mientras corrían buscando un punto en dónde poder dejar a Han y así ganar un poco más de tiempo. Al estar al punto exacto, los ojos del menor se agrandaron.

E L E M E N T A L SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora