Capítulo 7

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"Las travesuras de una pijamada"

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Ayano POV

Después de clase, Midori y yo volvimos a su casa. La señora Gurin nos recogió y nos llevó hasta allí, manteniendo una agradable conversación con Midori y conmigo durante todo el trayecto.

Siempre me había gustado la señora Gurin, era una de las mujeres más amables, por no decir despistadas, que había conocido. Era todo lo que mi madre se enorgullecía de ser, pero genuinamente no era: Una madre amable y una esposa cariñosa, y genuinamente así.
La madre de Midori siempre me había tratado como a una hija más, lo cual era confuso. Aun así, no me quejaba. Siempre nos preparaba bocadillos a Midori y a mí cuando volvíamos del colegio, traía galletas a mi familia todas las Navidades y me invitaba a unirme a ellos en los viajes familiares.

... A veces sentía la tentación de llamarla "mamá", pero nunca la pondría en peligro de ese modo.

Midori y yo entramos corriendo en la casa para ver qué golosinas nos habían dejado en la encimera de la cocina. La casa olía a galletas recién horneadas, que enseguida vimos sobre la mesa. Midori cogió todas las que pudo y yo me quedé con una sola, porque quería dejar el apetito para más tarde.

―Mamá, ¿qué tenemos que hacer?―Preguntó Midori entre bocado y bocado de galletas.

La señora Gurin soltó una risita y le dio una palmada cariñosa en la cabeza a su hija.

―Oh, prepara tu habitación y la de los invitados para tus huéspedes, cariño. Tienen loft para ustedes esta noche, siempre que no molesten mucho a tú hermano.

―¡Gracias, mamá!―Animó Midori y abrazó a su madre con todas sus fuerzas.

Los abrazos de Midori siempre son apretados, a veces ligeramente sofocantes, pero la señora Gurin se lo tomó con calma antes de deambular por la cocina como si no tuviera ni idea de lo que estaba haciendo. Permaneció allí varios minutos antes de recordar por fin.

―Ah, sí, cocinar, por eso estaba en esta habitación... ¿O iba a tomar algo? Los cereales suenan bastante bien―Murmuró la señora Gurin para sí misma, distraída, mientras Midori y yo subíamos al desván.

La casa de los Gurin era grande y extravagante. Los muebles eran de alta gama, al igual que la tecnología, pero conservaba un aire hogareño gracias a todos los retratos y recuerdos de la familia. A lo largo de las paredes había fotos de Midori y su hermano mayor, trofeos y medallas de sus logros expuestos como santuarios, y varios dibujos de su infancia enmarcados en las paredes como preciosas obras de arte. En el desván de Midori había un cine en casa, varias máquinas recreativas, un pinball, una máquina de palomitas y varias consolas de videojuegos. El señor y la señora Gurin eran cirujanos de renombre mundial y, por tanto, tenían mucho dinero. A mucha gente le cuesta creer que los despistados Gurin fueran unos genios, pero por extraño que fuera, era la verdad.

Fui al armario y empecé a sacar los colchones de aire para inflarlos. Midori y yo no sabíamos cuántos íbamos a necesitar, así que los hinchamos todos y les pusimos sábanas. Luego cambiamos algunas cosas de sitio en su desordenada habitación para poder meter todos los colchones que necesitáramos sin dejar de poder movernos. Dos colchones de aire estaban en la habitación de Midori y otros dos en el altillo.
Después de todo el trabajo, Midori y yo nos desplomamos en el sofá del desván frente al proyector. Saqué una manta y me envolví en ella, y Midori sacó un juego para jugar mientras esperábamos a que llegaran los invitados.

La primera en llegar fue Oka, seguida poco después por Kokona y Saki. Todas nos reunimos en el desván para charlar mientras esperábamos a que llegaran las demás.

El escapé ||Yandere SimulatorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora