No toda la suerte está echada en el tiempo de juego, a veces, los golpes de efecto suceden entre bambalinas, lugar donde los focos no pueden apreciarlo.
El es Travis Kutcher, «tight end» de los Kansas City Chiefs.
Un lince sobre el c...
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28 de septiembre, 2023 Nueva York
Cuando recibía un ataque no había nada mejor que recibirlo con orgullo porque es lo que me llevaba a la victoria; no evitaba problemas, los analizaba con detalle y me enfrentaba a ello para atacarles. Con esto no quería decir que los golpes me afectasen, lo hacían pero ante mis enemigos no me podía dejarles en bandeja mi fragilidad o mi vulnerabilidad. O era fuerte o era cobarde.
No había mas incógnitas. Tenía más victorias que derrotas, el problema era que me encontraba enamorada de una persona que ponía mi mundo en la boca del cañón. No me gustaba presentir que en algún momento las cosas no saliesen como yo quería y terminase perdiendo porque mi reputación era el que me exigía ser la mejor por que perder no era digno de mí.
Tras ser pillados por banda, me volví a Nueva York con la palabra en la boca y un sentimiento de culpa que me desataba todos los sentidos. Sí, cometí un grave error al saltarme las consecuencias. Travis parecía haberme comprendido y mantuvo silencio sin mencionar el tema, apenas compartíamos mensajes.
Nada más cerrar la puerta tras entrar al apartamento, suspiré profundamente y dejé tirado mi bolso en el suelo, caminé hasta la cama y me tumbé en ella con un gran nudo en la garganta.
De repente, comenzaba a sonar mi teléfono móvil. Abrí los ojos sin ganas de atender alguna llamada hasta que vi que se trataba de mi madre.
—¿Mamá? —fruncí el ceño, esperándome un grito despavorido por parte de ella tras no hacer caso a sus decenas de mensajes.
—Taylor, hija. ¿Ya has llegado a Nueva York? No me has respondido a lo últimos mensajes —reprochaba Andrea en un tono serio.
—Lo siento mamá, entre el equipaje y el vuelo se me ha complicado un poco todo —asentí considerando la tensión de los últimos días.
—¿Hay algo que debas contarme? —dejó entrever Andrea ante la duda. A mi madre no se le escapaba nada.
—¿Te acuerdas cuando te mencioné que asistiría al partido de Kansas City Chiefs? Creo que me he vuelto aficionada al número 87 —confesé mi atracción por Travis.
—¿De Travis? ¿Lo dices en serio? —asombraba Andrea tras enterarse finalmente por mis sentimientos.
—Después del partido me llevó a cenar y fue muy caballeroso conmigo durante el encuentro, diría que fue una cita en toda regla.
—Esperaba a que me lo dijeras, la prensa solo habla de ello —añadía cuando automáticamente mis ojos se abrieron por completo. Tan solo escuchar la palabra prensa, mi corazón se aceleraba.
—¿Para bien o para mal? —pregunté yendo a coger el mando para encender la televisión. Al ponerla, comencé a hacer zapping viendo que todos los programas hablaban de mi aparición estelar en el partido mientras Travis se sorprendía, marcando el touchdown e incluyendo imágenes del descapotable así como la victoria entre los jugadores.
