No toda la suerte está echada en el tiempo de juego, a veces, los golpes de efecto suceden entre bambalinas, lugar donde los focos no pueden apreciarlo.
El es Travis Kutcher, «tight end» de los Kansas City Chiefs.
Un lince sobre el c...
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1 de noviembre, 2023 Los Ángeles
Bajé del escenario después de cantar Cruel Summer, siendo ovacionada por el público asistente y me uní con varios agentes del equipo técnico que se resguardaban en un camerino improvisado en las instalaciones del Observatorio Griffith. Tras conceder la entrevista a la que tanto temor tenía por hacer, fue como quitarme un peso de encima. Me sentí aliviada y en calma. Mi madre reaparecía tras concretar un evento después de la grabación; un afterparty en Beverly Hills, concretamente en Plaza Hotel & Spa, ubicado en el Wilshire Boulevard.
—¡Taylor, has estado brillante! —admiraba mi madre, muy orgullosa que irrumpía e el camerino en cuanto me ponía una gabardina antes de salir. —Ha sido una entrevista deslumbrante.
—¿De veras, mamá? Gracias, necesitaba oírlo —suspiré apoyándome en su pecho. —Empecé tan nerviosa pero Oprah fue recatada con sus preguntas. Espero que los espectadores entiendan mis palabras.
—Lo importante es que todo lo has sentido con el corazón, no importa lo que diga el mundo —asentía dándome un cálido abrazo.
—Lo sé, me lo dices siempre... —sonreí mientras ambas nos mirábamos al espejo. —¿Está listo el coche? —inquirí poniéndome en pie antes de abandonar el recinto.
—Sí, hay un coche listo para ir hasta Beverly Hills. Ya he cerrado la lista de invitados, los asistentes del público están yendo de camino. Un Dj se ha propuesto participar en la fiesta y el catering lo tiene todo bajo control —concretaba Andrea sin perder ojo de cada detalle en su agenda de negocios.
—¡Suena increíble! —aplaudí muy emocionada —Estoy ansiosa por tomarme una copa y celebrar este momento histórico en mi carrera.
Abandonábamos el camerino y caminemos por un pasillo creado por bandas de plástico hasta llegar al coche que nos esperaba a mi y a mis padres. Los tres subimos en el y fuimos llevados hasta Beverly Hills. Durante el trayecto, mi cuerpo se sentía acelerado, con demasiada energía después de haberme sentado con Oprah y confesar mis altibajos así como destacar mis momentos más dulces.
Pero sí debía ser sincera, me faltaba alguien en aquella noche.
Media hora después de trayecto llegábamos hasta la fachada del hotel que estaba colapsado de coches que venían para acudir a la fiesta, todos ellos de personalidades distinguidas del mundo artístico, televisión, celebridades, socialités y amigos muy cercanos. Mi padre me ayudó a salir del coche, abriéndome la puerta en cuanto sujeté a mi madre con la otra mano.
Al entrar al recinto todo mi cuerpo comenzaba a vibrar, pero a eso le resté importancia. El lugar era enorme y estaba lleno de invitados que bailaban cerca de la piscina que disponía el complejo, habían luces de todos los colores, habían al menos cinco barras de bebidas mientras camareros se paseaban con bandejas de comida bastante atípica.
