DANIELA CALLE - GARZÓN
Nueve meses de embarazo. ¿Qué podría resumir sobre todo esto? Creo que tengo algunas palabras...
Hambre. Llanto. Ira. Compulsión por sexo - sí, me convertí en una ninfómana. Y, sobre todo y todas las cosas, amor.
Amor por este pequeño ser que llegó por sorpresa, me asustó al principio, pero que conquistó mi corazón en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble la forma en que un bebé, que fue generado de manera inusual, logró dejarme con el corazón blando.
Si me daba náuseas, yo sonreía. Si me causaba mareos, yo sonreía, si él se movía, yo sonreía. Increíble, ¿no?
¿Y qué decir de Poche? Era la madre más babona de la faz de la Tierra. Cada día llegaba con un nuevo regalo, al comienzo del embarazo, cuando aún no sabíamos el sexo, traía piezas de dos colores - rosa y azul -, porque decía que no quería decepcionar al bebé.
Pero entonces, llegó el momento de conocer el sexo y nuestro bebé se aseguró de mostrar lo que venía: palabras de Poche, no mías, solo estoy repitiendo. Harry se mostró todo en la pantalla de ultrasonido, con las piernas abiertas y el pene de parado. Así es, parado, dejando a su madre llena de orgullo.
Fue un día emocionante. Poche lloró, yo lloré e incluso el médico hizo una fiesta con nosotros. Nela y Amalia ni hablar, viajaron a Nueva York solo para celebrar con nosotros. Les encantó saber que tendrían un ahijado.
Y ahora, sabiendo que faltaba poco para que Harry viniera al mundo, sabía que estaba completa. Y también sabía que pasaría por todo eso de nuevo, solo para contemplar todo lo que está sucediendo en mi vida en este momento.
- Oye, ¿en qué estás pensando? - Preguntó Poche, acariciando mi cabello.
Sentí que el viento soplaba en mi cara, mientras la luna brillaba en el cielo. Todavía no estaba acostumbrado a la inmensidad verde frente a mí, que era el jardín de nuestra nueva casa, pero puedo decir que acostumbrarse no sería difícil.
Aprendimos a disfrutar rápidamente de las cosas hermosas.
- Estoy pensando que estoy muy agradecida por todo lo que ha sucedido y está sucediendo en nuestras vidas. - Respondí, mirándola. - Nunca imaginé que estaríamos aquí.
Ella sonrió y bajó la mano hasta mi vientre. Harry estaba inquieto y la molestia que había sentido durante todo el día había desaparecido prácticamente.
- ¿Sinceramente? Ni siquiera yo lo había imaginado... Pero estamos aquí para sorprendernos, ¿no? Recuerdo que cuando Amalia me dijo que había firmado un contrato contigo, me peleé con ella, le dije que estaba cometiendo un error de nuevo. Nunca pensé que hubiera tomado la decisión más segura de nuestras vidas al hacerte firmar ese contrato. - me besó la cara. - Fue por toda esta locura que estamos aquí ahora, casadas y con nuestro hijo en camino.
- ¿Entonces estás feliz?
- Como nunca he estado antes. - dijo, con una sonrisa abierta de oreja a oreja.
- Así que creo que serás aún más feliz ahora.
Poche frunció el ceño, como si estuviera tratando de descifrar lo que estaba diciendo.
- ¿Por qué?
- Porque nuestro hijo quiere venir al mundo. - murmuré, en medio de la otra contracción. - Creo que es mejor que vayamos al hospital, porque Harry decidió anticipar su llegada.
Primero, sentí que Poche estaba tensa detrás de mí. Segundos después, sus ojos se alargaron y se turnaron entre mirarme y mirar mi barriga, como si Harry pudiera saltar de allí en cualquier momento. Y luego, se arrastraron largos minutos, y sólo me di cuenta de que estaba en estado de shock, cuando una contracción más fuerte me tomó, haciéndome dejar de observarla.
