Reunión con Amalia

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Porn Hot se encontraba en un lujoso edificio del centro de Los Ángeles y, visto desde fuera, parecía uno más de esos edificios de acero y cristal. El ambiente del salón no era en absoluto representativo de lo que ocurría en el interior de esos pisos altos y confieso que me resultó curioso no encontrar una pantalla con imágenes pornográficas, o con diversos objetos sexuales dispuestos en las paredes.

Una mujer rubia y sonriente nos recibió y nos indicó que tomáramos el ascensor y fuéramos directamente a la vigésima planta, donde se encontraba la habitación de Amalia. Nela estaba completamente ansiosa y yo me irritaba cada vez más mientras me empujaba las gafas de sol más y más cerca de mis ojos. Sólo quería deshacerme de toda la situación.

En la vigésima planta, otra rubia sonriente nos acompañó al despacho de Amalia, que estaba todo decorado en tonos blancos y beige. Pues bien, ya en su despacho la realidad me golpeó, mientras varios cuadros con portadas de películas producidas por la productora adornaban las paredes y algunos premios brillaban en un dorado resplandeciente en las estanterías.

- Daniela, qué bueno verte. Me encanta la gente puntual. – sonrió y señaló la silla frente a su escritorio. – Siéntense, queridas. ¿Puedo ofrecerles algo de beber?

Miré a Nela y ella negó con la cabeza, al igual que yo. Con un movimiento de cabeza, Amalia permitió que la rubia sonriente saliera de su habitación.

- Así que… ¿Trajiste todo lo que te pedí?

Intentando no poner los ojos en blanco, abrí mi bolso y saqué los sobres blancos que había traído. Los cogió y sacó mis hojas de exámenes, evaluándolas con calma.

- Perfecto, Daniela, ¡tal como sabía que sería! – sonrió aún más. – Cariño, estás poco habladora hoy.

- Me estoy entrenando mentalmente para poder gemir lo suficiente en su película. – dije, sonriendo irónicamente.

Una sonora carcajada irrumpió en todo el despacho cuando se abrió una puerta a mi derecha. Era María José. Llevaba unos pantalones negros muy ajustados, una blusa blanca y una chaqueta de cuero. Su risa llenó la habitación mientras me miraba.

- Qué increíble sentido del humor, Amalia. Me encantan las chicas así -dijo, sin borrar la sonrisa de su cara. – Disculpen, señoritas, estaba en el baño y no pude evitar escuchar -acercándose, se detuvo a mi lado y me tendió la mano. – María José.

- Daniela Calle. – Dije, estrechando su mano rápidamente. Pero me sorprendió besándola suavemente.

- Es un placer conocerte por fin, Daniela. Tenía curiosidad por saber quién era la chica que le daba dolores de cabeza a mi querida amiga, Amalia.

- No era mi intención dar dolores de cabeza a nadie. Si tu amiga hubiera seguido mi sugerencia, nada de esto habría ocurrido.

Me miró de arriba abajo, una sonrisa torcida se apoderó de sus labios. Se me secó la boca de repente y, joder, sentí que mi intimidad palpitaba.

- Me alegro de que no haya seguido tu sugerencia. – Sonrió ampliamente y se dio la vuelta, deteniéndose junto a una Nela totalmente aturdida (N/A: Nela nos representa). - ¿Y tú quién eres, linda?

- Marianela González, um… Sólo Nela. – dijo ella, esbozando una gigantesca sonrisa mientras le besaba la mano.

- Es un placer conocerte también, Nela. – dijo, y se alejó, sacando su silla y sentándose a mi lado.

- Bueno, ahora que mis dos actrices están juntas, podemos hablar de todo con más claridad. – dijo Amalia, sonriendo ligeramente. – Sé de las objeciones de Poche, ahora quiero saber de las tuyas, Daniela.

- Mi… ¿Qué? – Pregunté, confundido.

- Objeciones, nena… Lo que aceptas o no aceptas hacer…. – dijo Poche, mirándome.

- Ah… - Murmuré.

¿Qué aceptaré? ¿Y qué no aceptaré hacer? ¡Joder, no tengo ni puta idea!

- Yo te ayudaré. – dijo Poche, llamando mi atención. - ¿Sexo anal?

- Nunca lo he hecho. ¡Y seguro que no quiero hacerlo delante de un montón de gente! – Dije, frunciendo el ceño. Sólo de pensarlo me ponía enferma.

- Bien, Amalia está escribiendo todo. – dijo, volviendo a mirarme. - ¿Realizar y recibir sexo oral?

¡Santo cielo, qué situación tan incómoda! No soy tímida, pero hablar con una mujer que no he visto en mi vida sobre si doy o recibo sexo oral es demasiado para mí. Pero está bien… Una sola escena, y todo esto quedaría enterrado en lo más profundo de mi memoria.

- Sí. – Murmuré, queriendo apartar la mirada, pero sin poder hacerlo, Poche me retenía por completo.

- Genial. – sonrió de lado, levantando una ceja. - ¿Algún problema con tocar tu cuerpo o tocar mi cuerpo en cualquier parte…?

- No. – Le contesté. – Ah, y tampoco quiero hacer esas escenas a las que están acostumbrados, es decir… Tener sexo con dos mujeres, o una mujer y un hombre…

- No te preocupes, Daniela. Eso no es lo que pensé para ti. – dijo Amalia, dedicándome una sonrisa tranquilizadora.

Una pena, ¿verdad? Al menos parte de mi reputación quedaría intacta. No es que tuviera una, por supuesto.

- Bueno, supongo que eso es todo. – dijo Amalia. - ¿Estás libre mañana, Daniela?

- Para… ¿filmar la escena? – dije, sacudiendo la cabeza. – Lo estoy.

- ¡Perfecto! A las diez de la mañana aquí, ¿De acuerdo? – Asentí con la cabeza, dejando escapar un suspiro mientras me levantaba.

Nos dimos la mano de manera formal y, antes de que yo pudiera hacer lo mismo con Poche, me cogió la mano y me la volvió a besar. Vamos ¿Era así de encantadora con todas las mujeres con las que follaba?

No es que sea de mi incumbencia, por supuesto.

- Estoy deseando que llegue el día de mañana, cariño. – sonrió y apretó a mi mano. – Hasta luego.

- Nos vemos. – murmuré, echándole una última mirada antes de darle la espalda y alejarme de su presencia, que de alguna manera me atormentaba y me humedecía las bragas.

ESTRELLA PORNO (caché) {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora