Capítulo 17 | Puerto

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Porco Galliard

Despertamos a la mañana siguiente cuando salió el sol.

Lentamente todos iban incorporándose y preparándose para lo que sería el día de hoy.

— Buenos días, leoncito. — dice Bianca a mi lado.

Nos dormimos abrazados y así nos despertamos.

— Buenos días, preciosa. — respondí.

— ¿Eres Porco o Ymir? — preguntó riéndose.

Ymir siempre la llamaba preciosa.

— No me hagas enojar desde tan temprano. — me quejé, ella siguió riéndose.

Despertarme con ella a mi lado... Así quiero que sean todos los días que nos quedan.

Volviendo a la realidad, los únicos que aún no se despertaban, era Reiner y Bertholth.

Bianca y Jean se encargaron de levantarlos, de una patada.

— Levántate Reiner, sé que estás completamente regenerado de los golpes que te di ayer. Deja de hacerte el idiota. — dijo enojado el cara de caballo. Reiner seguía medio muerto.

— Bertholth, si no te levantas te seguiré pateando, y no te gustará donde tengo planeado darte una patada. — dijo Bianca furiosa. Aún no hacía nada y ya me dolía la entrepierna.

Mi novia es tan hermosa cuando golpea a los demás. La amo. Y también es aterradora, lo que me fascina aún más.

Cargamos todo en las carretas y después de dejar que los caballos se hidraten y coman un poco, partimos hacia el puerto.

Nos dividimos en las carretas, en una iban los niños, Yelena, el hombre de piel oscura, y el Ackerman, manejaba a los caballos Armin.

En la otra estábamos Bianca, Reiner, Bertholth, Annie, el cara de caballo, el pecoso, Connie y la otra Ackerman, la Comandante Zoe manejaba a los caballos.

El General Magath y Pieck se adelantaron para divisar si no había enemigos cerca.

Éramos demasiados para una sola carreta, Bianca estaba sobre mis piernas porque no entrábamos todos.

— Gabi, lamento haberte golpeado. — dijo el cara de caballo.

Íbamos pegados, así que era sencillo mantener una conversación.

— Está bien. No te preocupes. — respondió Gabi.

— ¿Por qué golpeaste a Gabi? — preguntó Bianca confundida.

— No fue mi intención, ella se puso en medio mientras golpeaba a Reiner. — le contesto Jean. — ¡A ti no te perdonaré nunca! — gritó mirando a Reiner.

Reiner se quedó en silencio con la vista perdida.

— ¿Y a mi? — preguntó de repente Annie.

— Annie, si en esa expedición, yo hubiese estado en el flanco derecho, hoy estarías tres metros bajo tierra. — dijo Bianca, muy sombría.

— Nunca los perdonaré. A ninguno de los tres. — repitió Jean, seguía muy molesto.

Annie se quedó en silencio.

— Ya basta, no tenemos que pelearnos en momentos como este. — habló el pecoso, calmando al caballo.

Ya hacia horas que estábamos en la carreta. No veía la hora de llegar y estirar las piernas. Bianca no era muy pesada, pero tenerla encima mío... Me hacía pensar otras cosas.

Cicatrices en MarleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora