VIII.- Disrespectful.

548 108 4
                                    


Lena POV.

Había encontrado a Kara después de confundirla cómo una reverenda idiota con ese bien planeado papel qué jugó para mí cómo Peyton y toda la rabia y frustración que tenía por haber sido toda una estúpida con mi novia a la que dejé cómo una miserable cobarde hace tantos años, se fue al mismísimo fondo de mis preocupaciones porque absolutamente todo se eclipsó en cuánto vi los inocentes ojos de Clarence.

Tengo un hijo con el amor de mi vida, un niño al qué no conocía y es lo más hermoso que he hecho alguna vez en la vida después de amar tanto a su madre. Él es completamente perfecto y lucía tan precioso con su expresión adormilada qué podría jurar qué mí corazón se detuvo totalmente, antes de presionarse con fuerza debajo de mí pecho cuándo me llamó mamá.

Creí saber cuán equivocada había estado todo este tiempo lejos de Kara, pero jamás dimensioné lo olímpicamente estúpida qué fui, porque haber perdido lo mejor qué me oído pasar es únicamente mi culpa, Kara bien hizo en recalcarme lo mal que había actuado y no podría estar más de acuerdo con mi rubia y lo que más me molesta es qué estuvo en mí haber hecho todo distinto para no causarnos ni a ella ni a mí tanto sufrimiento y mucho menos haber afectado a nuestro pequeño milagro.

Podría también echarle la culpa de mi completa ignorancia sobre la existencia de mí hijo hasta ahora, al orgullo tan lastimado de Kara por ocultarme la vida que yo misma había ayudado a crear en los mejores y más apasionados momentos de nuestro noviazgo; o podría empezar a juzgar a mis padres por ponerse de acuerdo en algo después de su conflictivo divorcio, sólo para no decirme que tenía un niño hermoso con la mujer qué amo por todos estos diez jodidos años qué pasaron desde el maldito día en qué decidí largarme de Midvale cómo una niña idiota, pero sé sin lugar a dudas qué absolutamente todo terminaría en qué es mí reverenda culpa haber arruinado lo que debió ser la mejor época de nuestras vidas.

Y sí, lo acepto, sé que no reaccioné nada bien al principio con todo revolucionado en mi cabeza por mis acelerados pensamientos, y demonios, incluso ataqué a Kara por no buscarme y decirme que teníamos a Clarence, dejándome ver una estúpida delante de ella porque así debí parecer a sus ojos exigiendo respeto y sobre todo verdad, cuándo yo misma no hice ninguna de las dos cosas con ella en todos los años que me alejé absurdamente de mí novia.

Y aunque no tengo excusa para actuar así; no podía con el dolor en mi cuerpo, con las emociones encontradas en mí, ni con las ganas de devolver el maldito tiempo, para ver sí así podía evitar todos los problemas que causó mi falta de carácter para decidir quedarme con ella y luchar por las dos, y sobre todo, habría pagado toda mi fortuna y mi vida entera, con tal de borrar el pesar, la angustia y todo el inmenso rencor qué reflejaban sin dudar sus ojos sobre los míos mientras exhalaba la última parte de la verdad entre nosotras; pero cómo no podía hacer ninguna de esas cosas ahora por más qué quisiera, lo único que único que hice en cambio, fue prometerle mi amor y algo mejor para el futuro, antes de besarla con todo lo que soy, al igual qué la primera vez.

Mi corazón se detiene una vez más en mi pecho, disfrutando su dulce sabor entre mis labios. Casi podría gemir sobre su linda boca por la falta que me hizo en toda esta década sin probarlos, pero el miedo a qué se aleje de mí, me detiene de hacer algo más qué no sea entretener mi boca con la suya, perdiéndome en la forma perfecta en la qué aún seguimos encajando y alabando al creador por qué Kara ni siquiera intenta alejarse totalmente de mí a pesar de todo el daño que nos causé a las dos.

Me alejo de sus labios con pesar, mordiendo su boca en el proceso, ganándome un delicioso gemido de ella, que no sabía que había extrañado tanto cómo ahora que después de lo que pareció una década lo vuelvo a escuchar. Mi mirada busca la suya, encontrándola increíblemente encendida en un intenso deseo por mí, haciendo a mí entrepierna hincharse y removerse punzantemente incómoda debajo de mí pantalón y sólo hay un lugar dónde quiero liberar toda mi creciente excitación y no es otro qué su sedoso y cálido centro.

PEYTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora