6. Un plan perfecto... más o menos

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Piel fría y pálida, sentidos el doble de agudos, mayor fuerza en las piernas, aumento de la presión cardiaca...

Todo eso volvió en el mismo instante en el que un animatrónico nuevo —el mismo que estaba esculpido en una de las doradas estatuas que vieron hace unos pocos minutos— hace un clavado en la misma piscina en la que están ambos niños.

Solo hicieron falta unos pocos segundos para que, aterrados, retrocedieran hasta quedar pegados a la salida del tobogán.

—¿Q-qué...? —trató de pronunciar Evan.

—Si el... raro ese se acerca, subimos por el tobogán ¿vale? —planificó sin apartar la fista de enfrente.

Ahora mismo a Evan le encantaría pronunciar las fantásticas palabras "Te lo dije", pero el miedo que le daba el saber que estaban completamente expuestos a un animatrónico (que ni siquiera localizaban) era mayor. Así que optó por esconderse detrás de Gregory y esperar a cualquier señal para trepar al tobogán y salir a toda prisa.

Todo había quedado sumido en un (para nada tranquilizador) silencio que era opacado por esa infantil melodía.

Pasó un minuto, luego dos; tres; cuatro...

—¿Se ahogó en las bolas de plástico o qué? —murmuró, asomándose.

—Gregory, ahora no es el momento-

—¡Nuevos amigos! ¡Hola! —vociferó entusiasmado el animatrónico mientras emergía de la piscina para agarrar a ambos niños—. ¡Es muy tarde para estar despiertos! ¿Tendremos una fiesta de pijamas?

—¡No, no tendremos ninguna! ¡Bájanos! —gritó Evan.

—¿Dónde está el resto de vuestros amigos? —preguntó el robot mientras los sacaba de la piscina, ignorando las reprendas de Evan y esquivando las patadas de Gregory.

Cuando los dejó en el suelo, estos se acercaron, buscando protección en el otro casi por inercia.

Gregory observaba el panorama en busca de algo con lo que protegerles si ese robot aparentemente amigable tenía segundas intenciones y Evan no le quitaba la mirada de encima; agarrándole del brazo a su compañero por si tenían que escapar en cualquier momento.

En resumen, decir que estaban a la defensiva era poco.

—¡Podemos pintar con los dedos, beber Fizzy Faz hasta que nos explote la cabeza —canturreó mientras daba pequeños y alegres saltos—, quedarnos toda la noche despiertos y...! ¡Y contarnos historias!

Ambos niños se miraron de soslayo a nada de retroceder e ir hasta el escritorio de seguridad, pero el robot se interpuso, obstruyéndoles el paso.

—¡Solo hay una regla! —se acercó a ellos, acorralándolos contra la piscina— Mantener. Las. Luces. Encendidas.

Lo último no fue dicho con ese tono divertido al que ya los había acostumbrado, sino con uno más... siniestro.

—Este está loco— susurró Gregory, ya listo para salir corriendo hacia el escritorio.

—Aquí todos los están.

『Tomorrow is Another Day ★ Gregory & Evan』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora