1.- Dinero constante y sonante

175 9 2
                                    

― ¡Eh, tú! ¡Reemplázame un momento! ―Palabras más eficaces que "Por favor" y "Gracias" para tenerte toda la noche en vela, esperando, vanamente, clientes, tan vacacionistas como tú. Nadie pensaba en comprar una lata de "sopa" a sobreprecio, con un concierto (si a ese ruido se le podía llamar así) a corta distancia del "minisúper" en el que veías pasar tus vacaciones, haciendo dinero.

Así era porque vivías para el mañana, mientras otros vivían para el hoy, para la diversión. Yates, veleros, bikinis, tabacos, tragos, huracanes, langostas, gambas, ostras, cuentas bancarias secretas, condominios, cocoteros, casinos, tortugas, tiburones, marsopas, redes fantasmas, naufragios, tablas de surf, galeones piratas ... poco te impresiona todo ello, excepto si alguna cosa de las anteriores es mayor a lo esperado. O menor a lo esperado. O más cercana de lo aparentado. Sin ser viejo casi nada te sorprendía.

Pasan ya de las diez cuando al timbre se le sumó el golpeteo de las familiares chanclas. Con toda la emoción posible, tomas el artículo presentado ante tu indiferente mirada y lo pasas por el escáner. Cualquier cosa en ese paquete plastificado costaba más de treinta con noventa. Queda por preguntar si era efectivo o tarjeta.

Efectivo, en efecto. Un billete de gran denominación se desliza por la barra. Quien lo pasó debía tener los dedos sumamente largos, y guantes de neopreno. Tienes listo el cambio exacto y cuando cierras la caja, el supuesto cliente está por salir. Te pareció que tenía las piernas desmesuradamente largas, enfundadas en material azul y reluciente. ¿Buceo a ésas horas? Cada quién su vida. Debe traer alguna prisa para dejar tanto dinero atrás. Ya volverá.

No fue la única cosa que olvidó. Justo entonces, cuando intentas ver qué artículo se vendió, descubres una bolsa de mano en el suelo. Tejida a mano y llena de rayas. Ya volverá.
Media hora después, sueno de nuevo el timbre, y el golpeteo de unas chanclas. Debe ser la misma persona. No te equivocaste al notar que tenía las extremidades bastante largas. Lo del traje de buceo fue un yerro completo; era su piel, bajo la que no se adivinaba esqueleto alguno. Aunque reuslte grosera la comparación, lo más que recuerda es a una de esas cosas llamadas "Jenny Hanniver".

Lo más curioso es que no tiene nariz visible, ni mentón. Lo que sí tiene es tristeza, vergüenza y angustia por donde se le mire. ¿Qué clase de gente será?
Extrañado, tienes en tus manos su bolso y el cambio. ¿Qué más podías hacer? ¿Comprobar que no estabas delirando? Algo debe estarle pasando... pero, no es problema tuyo. ¿O tal vez sí? ¿

Qué decides hacer?

A) Darle sus pertenencias y el resto de su dinero (Continúa leyendo más abajo)

B) Pasarle un paño limpio para que se limpie la nariz. Debe tenerla. (Pasa al capítulo 2)

Lo hecho, hecho está. Ninguna pérdida, ninguna ganancia. Esperas al siguiente cliente. No es lo más extraño que has visto.
Sí, es más extraño ese estrépito. Y ¿está temblando? ¿Qué puedes hacer ahora? ¿Salir de ahí? ¡Apresúrate! Las vigas están por desprenderse. ¿Qué es eso que se escucha?
FIN

















Crónica de una jornada laboral accidentadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora