Hoy no ha venido ella. No, para nada. Más bien los que cruzan la puerta son sus tres amigos: la gótica, la del pelo rosa, y el alto. ¿Siquiera tendrá ojos? Todo lo que sabes es que vienen al mostrador. Levantas la mano para saludarlos, hasta que se detienen bruscamente. No se ven nada alegres, ni relajados. Algo está mal. Algo está rematadamente mal. Tu sonrisa se desvanece. Ni las manchas de fondue en sus caras logran desvanecer su mala actitud.
La del pelo teñido en particular parece que está hiperventilando, y de un momento a otro va a abrir su bocaza para decirte algunas palabras coloridas, si es que no a agredirte físicamente.
Los interrogas sin decir nada. Cruzas los brazos y retrocedes. En todo momento mantienes la vista fija en sus rostros. Sabes que lo peor que se puede hacer en estos casos es someterse.
Bliss parece mal contener a Margot, quien sigue sulfurándose. Ya lo sabías. No es de Barbados, ni de este páis. Aquí no se estila esa actitud. Por fin, Trevin se adelanta y te mira, de arriba a abajo. No trae su consola portátil, ni un teléfono a la mano.
—¿Por qué no me dices lo que le has dicho? —Este "nerd" no es tan inofensivo como parece. Si le dice eso a un bully de los de tu escuela, con el mismo tono, le mete un calambre en el acto.
—Nada qué decir. —Avanzas un poco, hasta ponerte a una distancia de un brazo. No tienes ni puta idea de qué quieran los malditos yanquis.
—¡¿Cómo que nada?! —Va a salir. Lo ves venir. Va a salir algo de Margot. O está saliendo.— ¡Qué carajo! ¡Ven aquí! —Casi salta por encima del mostrador, quiere pelea. Y la quiere a cualquier precio. Apenas los otros dos logran mantenerla a raya, y no parecen muy dispuestos a impedir que te propine unos sopapos.
—Gracias por su elección. Vuelvan pronto. —Los despides, indicándoles que aquí mandas tú. Podrán ser tres, tener de su lado a un alto y a una loca, pero este sigue siendo tu territorio. Y no vas a ceder.
—No, no nos vamos. —Bliss intenta intimidarte, mirándote de forma que las sombras de su rostro sobresalen.—Vas a explicarnos, ahora, qué le has dicho a Ruby. Y tal vez te dejemos en paz.
—"Sí." —Miras fijamente a los tres, poniendo las manos en el mostrador. —Eso dije. "Sí". —Eres parco con las palabras, y señalas la puerta.
—Aaah... así que dijiste "Sí". — Trevin vuelve a ponerse al frente del trío. —Ya que te gusta decir "Sí"... supongo que eso nos da permiso a darte una lección...
—¿Qué pasa aquí? —El dueño del lugar, grueso, oscuro y alegre como un barril de miel, sale de la "oficina", bastante molesto. El refuerzo que no necesitabas ha venido. Ahora la balanza se inclina a tu favor.
Los tres retroceden... excepto por esa maldita de pelo rosado, que sigue gritándote bastantes cosas mientras la arrastran los otros dos. Logras ver, tras la puerta de cristal cerrándose, que siguen haciéndote gestos obscenos.
—¿Qué ha sido todo eso? —Pregunta, en pleno control de la situación.
Te encoges de hombros. No tienes puta idea de qué diablos quieren esos. Ni de que ha pasado con Ruby. Lo único que recuerdas fue la respuesta a su pregunta:
—"Sí". —Habías dicho. Sin temor a peder ni ganar nada. Sólo dijiste "Sí". Y después... ya no estaba. Aunque amistosa, te parece que su aspecto no era lo único raro en ella.
—¡Éstos turistas! —Dice el jefe. —Han debido beber de más. O se habrán metido algo. —Refunfuña y regresa a su oficina.
No das más importancia al evento. La gente viene y se va. El dinero sólo se va. Y es eso lo que más te importa. Quien lo niegue, es lo que estos yanquis llamarían un Pantywaist.
Pantywaist. Casi te ríes hasta que sientes que algo te duele. Hoy no te has duchado. Revisas bajo tu camiseta, justo donde te duele. ¿Qué es esto?
Tienes un área roja, como quemadura de segundo grado, bajo el cuello. ¿Qué significa esto? Notas hasta ese momento que tienes la camiseta también marcada. Es la misma del día anterior, cuando ella te hizo la pregunta.
Esto está algo extraño. Sólo recuerdas que dijiste "Sí", después ya no estaba. Terminaste el turno y te fuiste. Luego... ¿Luego que ocurrió?
Tienes una sensación inquietante. No atinas a describirla, pero algo hay. Algo hay. ¿Ha pasado algo más de lo que no te acuerdes? ¿Te dieron roofies?
Tu primer lugar a buscar... si "evaluases el problema", serían los vídeos de seguridad de la tienda. Esperas, impaciente, a que pudas observarlos.
Llega la hora de cerrar. Es ahora. Cámara frontal... sólo gente saliendo y entrando. Raro. No está el momento en el que llegó Ruby.
Cámara de la trastienda... ¡Mierda! Es lo mismo. Un par de ratas. Un borracho. Y dos enamorados practicando en seco. Nada.
Cámara del mostrador... Sólo tú atendiendo a gente con total indiferencia. En ningún momento está la invertebrada. Esto está raro. Tienes tres evidencias de que ella estuvo aquí ayer. Casi te hace pensar en que... en que alguien ha debido manipularlos.
¿Y qué puede esconderse de un maldito minisúper? No hay nada qué hacer. Hasta que descubres... ¡Una cámara espía escondida tras los preservativos! ¿Tendrá algo? Estaba apuntando exactamente al mostrador.
Podrás comprobarlo. Extraes la tarjeta y miras... sí, tiene varias horas de vídeo. Una a una... desfilan manos tomando cajas con etiquetas que dicen "Sabor a fresa". Unos eligen tallas inverosímiles... Adelantas. Días antes... ¿Una mano azul con ventosas? Eh... te estás acercando.
¡Por fin! Sí. Es ella cerca del mostrador. Recuerdas eso perfectamente. También como te miraba. Y luego, la pregunta. Sí, es justo ahí. No hay mucho audio. No es claro. Subes el volumen al máximo.
¿Qué pasa? ¿Por qué echas la cara abajo? Ella hace lo mismo. Parece tener un poco de decepción...
El vídeo parece fallar algo. Puedes ver que sigues con la cara mirando abajo. Ella se pone alarmada. Te sacude. Parece gritar. No reaccionas. Estás completamente en blanco.
Puedes ver que apartas con disgusto su mano de tu camisa. Levantas la mirada y abres la boca. ¿Qué dices? No te escuchas. No gesticulas. Sólo mueves la boca de una forma desagradable.
La cara de Ruby está desfigurándose por algo... parece hiperventilar. Da un paso atrás, y otro. Sigues hablando, y hasta tienes la osadía de empujarla, a la altura de donde debería tener los senos. Luego... ¡¿Es eso un rayo desde sus ojos?! La cámara no muestra nada... sólo está ella. Sale de la tienda, tapándose la cara con sus enormes manos.
Estás paralizado por el vídeo. Ahora... las cosas se ponen más extrañas. Ves como te pones de pie, y empiezas a dirigirte a las cámaras, una a una. Todas pasan por tus dedos. Pareces saber exactamente lo que haces. Te quitas la camisa y la cambias. Acomodas las cosas que quedaron desordenadas.
Y después, regresas al mismo punto. Y el vídeo se corta. No puedes evitar taparte la boca, y mirar en todas direcciones, nervioso.
Día tras día, hasta el final de las vacaciones, te quedas aterrorizado. No sabes que pasó. No recuerdas que pasó... o si es que fuiste tú quien hizo eso. Prefieres no responderle a nadie cuando se te pregunta por que fumas tanto.
FIN
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Crónica de una jornada laboral accidentada
FanfictionOpción múltiple. Diferentes tramas. Todo con copyright es propiedad de Dreamworks y sus correspondientes propietarios. NB: Contenido explícito y políticamente incorrecto. Realmente se desaconseja su lectura en espacios educativos, laborales o donde...