Había pasado otro mes de recuperación en el olimpo, los dioses se habían acostumbrado a la presencia de la mortal entre ellos, salvo por la reina. Hera había estado vigilando sus pasos desde lejos y Natalia lo sabía muy bien, porque su cosmos destilaba hostilidad, así que un día le preguntó a Apolo.
–¿Crees que pueda volver al santuario?
–Tu herida aun no sana del todo, Nat –le había respondido, preocupado por ella y nuevamente allí se encontraba, siendo revisada por Perséfone.
–Pero me siento incómoda rodeada de tantos dioses. –le confesó.
–Lo lamento, pero aún no confío en la medicina humana, quiero que te recuperes sin secuelas y Perséfone es la mejor para estos casos –Natalia suspiró, mientras volvía a colocarse una de las túnicas que le habían prestado para pasar sus días allí, cortesía de su cuñada más cercana, Artemisa.
–Apolo, creo que estás exagerando, logré vencer parte del alma de Hades clavada en mi alma por mi cuenta. No soy tan débil como me haces ver –argumentó tranquila.
–Lo sé y lo siento, pero al menos déjame compensarte por no haber actuado a tiempo. Mi tío pudo haberlas matado a ti y a mi hermana.
Perséfone que hasta el momento había permanecido callada mientras los amantes hablaban, se inmiscuyó en la conversación.
–No es por alardear de mis dotes curativos, pero Apolo tiene razón y te debemos esto por salvar a Atena. –sonrió gentilmente.
–Gracias, diosa Perséfone y siento mucho lo de Hades.
–No hay cuidado, él solo se lo buscó, dejar que reflexione sobre sus actos no está mal –aclaró y luego agregó– Terminé contigo por hoy, quizás en un par de días más te dé por curada.
–Vamos, te llevaré al templo – habló Apolo mientras la ayudaba a levantarse y luego miró a su hermana– muchas gracias, Perséfone. –ella asintió.
De camino a sus aposentos, se cruzaron de frente con quién Natalia no quería cruzarse. La reina Hera venía con el ceño fruncido por aquel jardín.
–Vaya, veo que nuestra invitada aún sigue aquí. Que descaro el tuyo al pasearte a tus anchas por los terrenos de los dioses.
–Hera... –advirtió Apolo. Sin querer iniciar una pelea con la diosa, pero ella se rió y continúo.
–Uno de los bastardos de mi esposo se atreve a hablarme sin respeto ¿Te recuerdo que dejarás de ser uno de los doce?
La morocha la miro con los ojos abiertos, pues sabía que ser parte del concilio de los dioses era algo importante.
–¿Dejarás de ser uno de los doce? –preguntó con miedo. Apolo se quedó callado pues había hecho que nadie le dijera sobre eso.
–Oh ¿no te lo ha dicho? Por ti, dejará el concilio de Zeus. –explico. El dios del sol volteó su rostro al sentir la mirada de la guerrera en él– tengo mejores cosas que hacer que hablar con un par de amantes–pero cuando pasó por en medio de ellos agregó– por cierto, Apolo, deberías ir con Euterpe, la pobre parece un trapo viejo porque te vas...
–Es suficiente, madre –hablo Ares por detrás de ella, Hera se dio vuelta para acercarse hasta él.
–¿Te atreves a callar a tu madre? –le dio una bofetada tan fuerte que resonó aún en un espacio abierto– has estado muy rebelde últimamente y por tu bien, espero que no se trate de quien creo que se trata.
–No metas a Afrodita en esto, ella no tiene nada que ver con que quiera ayudar a mi hermano.
–¡Él no es tu hermano! Deberías velar por Hebe en vez de por un bastardo de tu padre.
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Su sol personal - Apolo x oc
FanfictionNatalia pasó casi toda su vida en el santuario y no había podido despertar el cosmos hasta sus veinte años. Cuatro años después, el peligro acecha y ella tiene finalmente la oportunidad de entrar en acción. El dios Apolo llega como portador de un m...