Capítulo 8: Nuevo amigo.

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Cuando llegaba a su cabaña, vio la luz encendida y abrió la puerta de un golpe pensando que era el dios que había llegado ante que ella. Quería decirle una cuantas cosas más y echarlo de su casa sin importarle la misión que tenía para con él. Se sacó la máscara al entrar, pero pego un grito al cielo al encontrarse con su maestra sentada en una silla con los brazos cruzados.

–Venía a ver cómo estaba yendo tu misión, pero lo has vuelto a hacer ¿Cierto? – le dijo observando su ropa.

–Maestra Marin – intentó ponerse la placa nuevamente.

–Ni te molestes, a estas alturas ya no me sorprende. La pregunta es ¿Por qué después de tanto tiempo? – le cortó la acción con su pregunta y Natalia bajo el brazo aun con la máscara en mano para cerrar la puerta con la otra. – ¿Ese dios te convenció?

–No, maestra. Fui yo la que lo llevo hasta allí. – le contestó con aires de tristeza.

–¿En que estabas pensando al llevarlo a ese antro? ¡Y además sin tu máscara! – exclamó descruzando sus brazos – Yo conozco tu rostro por traerte al santuario, ser tu maestra y una guerrera como tú, ¿pero y él? Es un invitado de la señorita Atena, un hombre al que las reglas del santuario no lo eximen.

– No sé en qué estaba pensando – dijo compungida, mientras las lágrimas volvían a asomar.

–¿Qué ha sucedido? ¿Te ha rechazado? – preguntó suavizando su tono al verla tan mal.

–Él...yo... – las lágrimas salieron esta vez sin control y se llevó los puños a la cara para contenerlas mientras gimoteaba de dolor. Marin se levantó de su lugar y rodeo con sus brazos a la pobre mujer que parecía estar desecha. – Me ha podido el miedo... – confesó entre llantos.

–¿Me contarás que pasó entre ustedes durante estos tres días? – pregunto ya más tranquila.

–Ha pasado de todo, al principio le he golpeado por llamarme débil, hemos hecho una apuesta que todavía no se cumple –seguía llorando mientras hablaba – hemos discutido por tonterías, me ha visto sin la máscara por mi propia culpa, me ha reverenciado frente a los héroes de guerra y nos hemos besado en el club –se distanció de su maestra para finalizar diciendo – para mejorar la situación prácticamente le grité en su rostro, mujeriego, cuando no me ha dado razones para ello... No me perdonará. – Marin se rio de lo último mientras limpiaba los ojos de su alumna con los pulgares.

–ay mujer, eres unos años más chica que yo y aquí te veo, llorando como una niña. Te estas enamorando de ese hombre... dios... lo que sea.

–Yo no... apenas lo conozco, maestra – le contestó desconcertada.

–Bueno...– se hundió de hombros – a veces el amor llegar sin pensárselo mucho, fue el caso del antiguo caballero de leo, Aioria y de mí. – argumentó ante una sorprendida mujer que a quien nunca le había contado esa historia – Tú tienes una oportunidad enorme, no solo de salvar al mundo de la ira de los dioses, sino también de ser feliz.

–Esto es diferente, soy una mujer ordinaria y él es un dios, por más que pasemos mi vida juntos eventualmente moriré y él buscara a la siguiente.

–No eres una mujer ordinaria, eres una guerrera del ejército de Atena ¡tienes tu fuerza y tu cosmos! – exclamó abriendo sus brazos.

–Maestra Marin, no sé si pueda con esto.

–Lo mejor es que te tranquilices, duermas un poco y evalúes tus sentimientos – le aconsejo tomándola de sus brazos con cariño – quizás y hasta conocerlo mejor no te des cuenta de lo que verdaderamente sientes por él.

Su sol personal - Apolo x ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora