Capítulo 1

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Nota: ¡Nuevo Bellarius! Os echaba de menos y aquí estamos otra vez. Es el primero que escribo sin magia, quería probar por cambiar. El ritmo es más lento, es un slowburn: el amor tardará en llegar, disfrutemos del viaje jaja. He cambiado edades de algunos personajes, ya lo iréis viendo; Sirius es tres años mayor que Bella. Actualizaré todos los lunes sobre las 21 h (hora de Berlín).

Votad y comentad, por fa, me hace muy feliz; hay gente que tiene vida real fuera de los fics pero yo no pertenezco a ese club, así que aquí sois mis mejores amigos literalmente jaja. ¡Ojalá os guste, os adoro!

*     *     * 

AU sin magia, años 90.


—Estás despedida.

—¿Qué?

Bellatrix se quedó paralizada de la sorpresa. Que su encargado, el señor Lockhart, la hubiese hecho acudir a su despacho no presagiaba nada bueno, pero creyó que querría debatir sobre su trato a los clientes o sobre su horario. En absoluto se planteó que pudiera despedirla.

Lockhart rondaba los cuarenta, alto, rubio, mucho más espectacular en su cabeza de lo que era en realidad. La miró, suspiró y se arrellanó en su sillón. Cruzó las manos sobre el escritorio de cristal y comentó con calma:

—Me temo que debemos prescindir de tus servicios, ya no eres necesaria en la empresa. Un reajuste de plantilla, nada personal. Se te dará una indemnización, por supuesto, y si en el futuro surge algún puesto, te tendremos en cuenta.

Bellatrix no era nada buena leyendo las emociones humanas, pero sí se manejaba bien con las mentiras y la hipocresía. Y supo al momento que nada de eso era cierto.

—¿Por qué? —preguntó sintiendo miedo y creciente rabia—. Soy la que más vendo de todo el equipo.

—No puedo negar eso, te echaremos de menos —aseguró el hombre con una fina sonrisa—. Pero la semana pasada recibimos una visita de uno de los dueños de esta cadena de concesionarios y me temo que no se tomó bien que tuviéramos a una expresidiaria en plantilla; además no por delitos menores...

Bellatrix se hundió en la silla, elegida para resultar más incómoda que la del otro lado del escritorio. Ahí estaba otra vez... Su pasado, sus antecedentes. Nunca se libraría de esa losa. Era lo que le impedía encontrar trabajo, lo que la asfixiaba. Por eso sintió gran alivio cuando dos años atrás le dieron una oportunidad como vendedora en ese concesionario. Su pasado delictivo no pareció pesar entonces y no entendía qué había cambiado.

—Nunca se demostró —susurró Bellatrix con voz débil.

Fue lo único que le salió. La vergüenza había eclipsado al resto de sentimientos. Que la trataran como un ser humano de segunda siempre la hacía sentir mal, pequeña, inútil.

—Oh, no dudes que te defendí. Traté de interceder por ti, pero... —Lockhart hizo un gesto abriendo las manos y encogiendo los hombros, como si sus esfuerzos hubieran sido en vano.

Bellatrix captó la mentira al instante y le costó poco desenmarañarla. Todo iba bien, estaban contentos con ella porque vendía más coches que nadie. El director del concesionario incluso la ayudó a conseguir su propio vehículo para que pudiera llegar mejor al trabajo. Hasta que la semana anterior, su encargado —el mismo hombre que ahora la miraba con una mezcla de compasión y ligera burla— le sugirió tener una cita fuera del trabajo y ella lo rechazó. Al recordarlo, su rostro enrojeció de la ira y apretó los puños con rabia.

—Esto es porque no quise nada contigo, ¿verdad?

—Por supuesto que no. Es por tus antecedentes.

Con agilidad felina, Bellatrix agarró el afilado abrecartas de la mesa. Un segundo después, sujetaba al hombre por el cuello de la camisa con el arma en su yugular.

Dormiré entre lobos por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora