Capítulo 7

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—Te he estado esperando para salir a correr —comentó Sirius.

—Ah, me he dormido, no me he despertado —respondió Bellatrix sirviéndose el zumo.

Era mentira. Sí se había despertado y había oído a su primo. Pero también a su mujer. No quiso tener que desayunar con ellos y tampoco sabía si Marlene saldría a correr, desde luego no deseaba formar parte de ese trío. Por eso prefirió quedarse en la cama. Sirius salió a correr solo y Marlene se encerró en su estudió a pintar. Cuando él volvió, encontró a Bellatrix en la cocina; le había costado reunir fuerzas para levantarse.

—Ahora tengo que ponerme con las gestiones del bar —comentó Sirius—, pero si quieres que luego...

Se interrumpió ahí porque una paloma golpeó con su pico la ventana de la cocina. Se acercó para ahuyentarla hasta que Bellatrix murmuró:

—Lleva algo en la pata.

Su primo abrió la ventana y con incredulidad desenrolló una nota de la pata del animal que se alejó volando. Totalmente confuso, Sirius murmuró:

—Lleva tu nombre...

Bellatrix lo aceptó frunciendo el ceño.

—Es de Dumbledore.

—¿También tiene palomas mensajeras? No está bien ese hombre, no está bien... —suspiró Sirius con sincera preocupación.

El director le pedía a Bellatrix que pasase por su casa esa mañana, cuando tuviese un rato libre. No le pedía contestación ni tampoco le daba opción a negarse. Eso le molestaba, pero tenía curiosidad y nada que hacer. Tal vez necesitaba que le volviese a llevar a Hogwarts... pero no ponía nada de que fuese con coche. Bueno, no le suponía mucho esfuerzo enterarse: vivía a dos minutos.

—¿Quieres que te acompañe? —le preguntó Sirius cuando la vio salir.

—Nah. Si no he vuelto a la hora de comer, ve y mátalo.

—Dalo por hecho —sonrió su primo.

Bellatrix salió de casa y pronto llegó a la de Dumbledore. Él mismo le abrió la puerta y la invitó a pasar con alegría. La guio hasta un salón con una enorme librería y se sentaron en una mesa.

—¿Quieres algo? ¿Un café, bizcocho de limón...? Nuestra cocinera Winky lo ha hecho esta mañana.

—No, gracias —respondió Bellatrix que no tenía la certeza de que no se tratase de alpiste o alguna locura similar.

El anfitrión continuó hablando de temas diversos, desde el clima hasta sus amadas palomas, pero Bellatrix pronto perdió la paciencia y le preguntó para qué la había convocado. Dumbledore empezó con la explicación, pero en ese momento se escuchó la puerta de entrada. Grindelwald volvía del viaje del día anterior. Saludó a su marido con un gesto y a Bellatrix con más amabilidad.

—¿Os molesto aquí? —preguntó acercándose a la biblioteca, al otro lado del salón—. Tengo que consultar...

—Por supuesto que no —atajó su marido y se volvió de nuevo hacia Bellatrix—. ¿Por dónde íbamos?

—Por qué hago aquí.

—Ah sí, cierto. Quería preguntarte, ¿te gustó ayer la experiencia en Hogwarts?

—Supongo... —respondió Bellatrix lentamente— Estuvo bien.

—Me alegra oír eso. El trayecto hasta allá arriba no es sencillo y lo hiciste de forma sobresaliente. Además, caíste muy bien a los residentes y tu ayuda fue...

—¿Qué le caí bien a la gente de ahí? —replicó Bellatrix burlona.

—No, a la gente no. Me refería a los animales. Los humanos queda patente que no son tu fuerte ni tu interés —sonrió Dumbledore tan tranquilo.

Dormiré entre lobos por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora