❀― capítulo uno.

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Abres tus ojos al sentir la luz del sol calentarte el rostro, por lo que te sientas con las rodillas flexionadas, apoyando tus codos sobre las mismas, llevando ambas manos a tu cabeza.

― ¿Dónde estoy? ― susurras, abriendo un ojo y mirando a tu alrededor.

Estás en un callejón, por lo que te pones a recordar, a hacer memoria, para saber cómo llegaste allí y pequeños flashes de lo que había sucedido vienen a tu mente, recordado que estabas siendo perseguido por un grupo de matones, luego te ves a ti mismo empujando una puerta de chapa para escapar de esos matones, y eso es todo.

No hay más recuerdos.

Te pones de pie, estiras tu cuerpo y te prometes no volver a querer jugar a ser héroe de nadie nunca jamás de los jamases.

Sales, estirando tus brazos hacia arriba, haciendo que tu espalda cruja, para luego taparte la boca con una mano, mientras un bostezo hace acto de presencia.

Observas a tu alrededor cuando sales del callejón, frente tuyo hay una tienda que vendía juguetes y alimentos para animales que no recordabas nunca antes haber visto y es en ese momento que te das cuenta que no sabes dónde estás. Sácas tu celular del bolsillo trasero de tu pantalón de algodón, viendo que eran las ocho y veintiuno de la mañana, y que no tenías señal.

Nada.

Cero señal.

― Pero ¿Qué mierda...? ― te quejas, volviendo a bloquear la pantalla y guardando el celular donde estaba con anterioridad.

Comienzas a caminar, casi arrastrando los pies, y es que en algún momento ibas a llegar a una calle conocida supones, por lo que no le restas mucha relevancia, total, sino siempre podías pedirle a alguien que te diga cómo llegar centro de Seúl, y de ahí podrías tomar un autobús o subte hasta tu hogar.

Te dedicas a mirar los negocios de alrededor, y no puedes evitar quedar un poco fascinado por la belleza y modernidad de los mismos. Te genera un poco de duda saber cómo habías terminado en una zona tan lujosa; y es que no recuerdas haber corrido tan lejos de tu hogar.

Vuelves a sacar tu celular, desbloqueas la pantalla y nada, no hay señal.

Dejas salir un chasquido de tu boca, rodando los ojos y vuelves a bloquearlo, guardándolo ahora en el bolsillo delantero del pantalón.

― Celular de mierda, te voy a cambiar... ― te quejas, murmurando.

Últimamente la suerte ni siquiera registraba tu existencia. Lo único que te faltaba era tener que cambiar el estúpido celular que no tenía más de seis meses.

'No es culpa del celular.' ― escuchas, y te frenas de golpe, mirando a tu lado izquierdo y luego el derecho, no viendo a nadie cerca tuyo.

― Pero... ― susurras confundido, negando con la cabeza. ― 'Debe ser mi imaginación.' ― piensas, restándole importancia.

Vuelves a prestar atención por donde caminas, notando que era una zona más residencial donde estabas ahoras, y te sientes aún más perdido.

No conocías esa parte de la ciudad, y te sorprendió un poco, porque tampoco recordabas que hubiera casas tan bellas, con tanto jardín delantero, tanto verde.

No parecía la Seúl de todo tu vida, sino que parecía la típica ciudad de alguna película estadounidense.

Ves a una pareja de chicos caminando de la mano, y no puedes evitar que tus ojos se abran de la sorpresa, mirando a tu alrededor, sorprendiéndote aún más que nadie les prestara atención, que nadie los mirara raro y susurraran sobre ellos.

el otro lado 𖦹 𝙅𝘼𝙀𝙔𝙊𝙉𝙂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora