Registro de Contraataques de Transmigracion Rápida de la Carne de Cañon (5)

Capítulo 925: No te preocupes, te ayudaré.

La casa se había vendido, por lo que, naturalmente, la familia Zhang ya no podía quedarse en la casa. La madre de Zhang Jiasen vio que la casa tenía muchos muebles y quiso llevárselos todos.

Sin embargo, el padre de Zhang Jiasen la reprendió y dijo que estas cosas ya no les pertenecían. Además, ¿dónde pondrían estas cosas?

Los ojos de la madre de Zhang Jiasen estaban rojos de dolor y sus músculos faciales temblaban. Todas estas cosas pertenecían a su hijo.

La familia Zhang alquiló una casa en un pequeño vecindario para esperar hasta que se resolviera el asunto de Zhang Jiasen antes de regresar al campo.

Durante este tiempo, la espalda del padre de Zhang Jiasen se había vuelto mucho más encorvada. Como cabeza de familia, soportaba mucha presión, sobre todo porque algo así había sucedido con el hijo del que estaba más orgulloso. Cuando la familia Zhang regresara a la aldea, tendrían que enfrentarse a las miradas y comentarios de los aldeanos.

¿Cómo terminaron las cosas así?

El día antes de la sesión del tribunal, Ning Shu fue a la comisaría de policía para visitar a Zhang Jiasen. Esta vez, ella casi no lo reconoció.

Zhang Jiasen vestía ropa de prisionero. Su rastrojo estaba descuidado y se había vuelto mucho más desollado. Sus ojos estaban inyectados en sangre y su cabello, que solía estar peinado hacia atrás en perfecto orden, ahora colgaba desordenadamente sobre su frente, casi cubriéndole los ojos.

El actual Zhang Jiasen se veía muy sombrío e inquieto, como una bestia atrapada.

Cuando Zhang Jiasen vio a Miao Miaomiao, estaba muy conmovido, lo que hizo que sus ojos se pusieran aún más inyectados en sangre. –Miaomiao, ¿por qué viniste solo ahora?

–Después de que te arrestaron, la empresa se hundió en el caos. Fui a estabilizar la situación –. Ning Shu le preguntó a Zhang Jiasen: –¿Cómo has estado?

Zhang Jiasen se frotó la frente. Quería extender la mano y tomar la mano de Ning Shu, pero estaban separados por el vidrio a prueba de balas. Zhang Jiasen miró a Ning Shu gentilmente, –Miaomiao, puedo explicarte las cosas. En cuanto a la casa en Tangchen, la compré porque quería darte un hogar. Hice que te construyeran esa casa.

Ning Shu: ...

–Miaomiao, tienes que creerme–. Zhang Jiasen hizo todo lo posible para reprimir a la bestia inquieta dentro de su corazón.

A partir de ahora, Miaomiao era la única que podía salvarla.

Ning Shu miró hacia Zhang Jiasen con una expresión agraviada. –Pero la secretaria Xue era la que vivía en la casa de Tangchen. ¿De verdad me compraste esa casa? Solo tenía tu nombre.

Las cejas de Zhang Jiasen se fruncieron y sus ojos se pusieron completamente rojos mientras miraba a Ning Shu. –¿Fue idea de tu papá? Tu padre había estado revisando los libros de cuentas recientemente.

El mes pasado, Zhang Jiasen había estado pensando en las cosas repetidamente, y la conclusión a la que llegó fue que fue el padre de Miao Miaomiao, Miao Zhi, quien lo envió aquí. Además, según la actitud de la policía, estaba claro que tenían pruebas concretas sobre él.

Miao Zhi había estado detrás de todo esto. Quizás Miao Miaomiao también lo sabía, pero Zhang Jiasen estaba apostando por los sentimientos de Miao Miaomiao por él. Sin embargo, estaba claro que no se podía contar con estos sentimientos.

–Miaomiao, yo...– Zhang Jiasen quería dar una explicación, pero no sabía qué decir.

–Miaomiao, por favor créame –dijo débilmente Zhang Jiasen.

Ning Shu dijo con una sonrisa: –No te preocupes, te ayudaré.

La alegría cruzó por el rostro de Zhang Jiasen, luego Ning Shu dijo: –Vendí nuestra casa de bodas para recaudar dinero para ayudarte.

La alegría en el rostro de Zhang Jiasen se tensó instantáneamente, luego frunció el ceño. –Miaomiao, ¿cómo pudiste vender la casa? Esa es nuestra casa de bodas.

Los labios de Zhang Jiasen temblaron. Su rostro estaba pálido mientras miraba a Ning Shu. De repente, sonrió amargamente. –Miao Miaomiao, ¿hiciste esto a propósito?

–¿Qué quieres decir? El suegro también había accedido a vender la casa, –respondió Ning Shu en tono de sorpresa.

Toda la energía parecía haber sido drenada del cuerpo de Zhang Jiasen. Realmente no le quedaba nada.

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