Capítulo 4

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Salió del edificio y metiéndose las manos en los bolsillos empezó a caminar calle abajo. Sabía que Eric no le quitaba los ojos de encima, desde que salió por la puerta del ascensor le había hecho un repaso de arriba abajo ya que no tuvo ocasión de hacerlo la primera vez que le vio al estar Tom delante.

No le importaba, le gustaba que se fijara en él la gente. Contoneó más las caderas para deleite de Eric y dio la vuelta a la esquina, soltando una maldición por lo alto. Tom tenía mucha razón, en esa calle se encontraban las mejores tiendas de Berlín. Estaba en el barrio más elegante que había, la noche anterior no le dio tiempo a fijarse.

Cogió aire y empezó a caminar despacio fijándose en todos los escaparates. La ropa era verdaderamente elegante y no sabía cual le iba a quedar mejor. Esa noche quería estar radiante, y se le presentaba una dura mañana de compras por delante.

Decidió empezar por la primera tienda que se encontró a su derecha. Abrió la puerta y se quito las gafas de sol esbozando una amplia sonrisa. Se dedico a mirar unas camisas de seda que había colgadas en su percha, pasando una por una sin dejar de admirarlas, imaginarse como seria llevar solo una camisa puesta y que Tom le deseara con la mirada....arrancándosela del cuerpo sin poderse contener antes de tirarle sobre la cama...

— ¿Le puedo ayudar?

Una voz fría le sacó de sus pensamientos. Maldijo por lo bajo y siguió con lo que estaba sin inmutarse.

—Le estoy hablando—carraspeó una mujer a su lado.

—Gracias, solo estoy mirando—murmuró sin volverse.

No le gustaba que le atosigaran, solo quería divertirse comprando sin tener a nadie espiando por si se llevaba algo. Había dejado hace tiempo ese mal hábito...pero en esa época necesaria...

—Tal vez si me dice que está buscando, le podía asesorar—insistió la mujer.

—Aun no lo sé. Pero cuando lo vea será la segunda en saberlo—dijo Bill tratando de mantener la calma.

—Tal vez no vea nada...porque aquí no hay nada de su estilo—sentenció la mujer.

Fue entonces cando se volvió fulminándola con la mirada. Estaba muy claro lo que había querido decir con sus frías palabras.

—Oiga, que tengo pasta. No pienso llevarme nada—aclaró ofendido.

—Le repito que aquí no tenemos nada de su...estilo. Haga el favor de salir y no volver—insistió la mujer.

Estaba a punto de replicar cuando vio que le hacia una señal al guardia de seguridad. Se tragó las palabras junto con la rabia que sentía en esos momentos y dándole la espalda a la odiosa mujer salió de la tienda con las manos vacías.

Probo en la de al lado con el mismo resultado. En esa y en la siguiente le dijeron lo mismo, que no tenían nada de su estilo...

Se detuvo y se miró en un escaparate, no llevaba precisamente la ropa apropiada para ir de compras. Era su "ropa de trabajo", y con solo mirarle la gente ya adivinaba a lo que se dedicaba. Normal que le echaran de las tiendas, no querían en ellas a nadie de su calaña.

Regresó al apartamento de Tom cabizbajo, tragándose las lagrimas que luchaban por deslizarse por sus mejillas. Entró de nuevo en el edificio ignorando las miradas de Eric y se metió en el ascensor ahogando ya un sollozo. Nunca antes se había sentido así de humillado....

Mientras el ascensor subía pensaba que excusa podría darle a Tom si le preguntaba porque regresaba con las manos vacías, no pensaba decirle que le habían humillado. Se tragaría el dolor y le diría que olvidase lo de la semana, que se buscara una compañía más apropiada...

Pretty BillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora