Capítulo 2

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Llegaron al piso de Tom, que resultó ser el último y se abrieron las puertas del ascensor. De nuevo dejó salir a Bill primero, no pudiendo evitar echar un vistazo a su retaguardia. No sabía si se había enterado o era su forma de caminar, porque empezó a contonear las caderas mientras se acicalaba el pelo con una mano.

Carraspeó y echó a andar tras él. Sacó las llaves del bolsillo de la cazadora de cuero que llevaba puesta y abrió cediéndole paso de nuevo.

—Muchas gracias—dijo Bill entrando el primero.

Pero no pasó de la entrada. Estaba todo a oscuras y tenía miedo de chocarse con algo. Esperó hasta que Tom se colocó a su lado y accionó un interruptor. Al momento se hizo la luz y Bill ahogó una maldición. El apartamento era como tres veces su piso. Estaban directamente en el salón, donde había un amplio sofá en medio del todo y una gran mesa de cristal.

Entró sin dejar de admirar lo que le rodeaba. Sobre un mueble había un gran televisor de pantalla plana y debajo un equipo de dvd. En la esquina opuesta donde se encontraba la chimenea  había una barra americana y tras ella una docena de botellas bien colocadas.

Se dio la vuelta sonriendo mirando al techo. Una gran araña colgaba iluminando toda la estancia...

— ¿Te gusta? —preguntó Tom sonriendo.

—Esto te debe de costar una pasta—no pudo evitar soltar Bill.

Tom se encogió de hombros como respuesta, no le iba a contar que gracias a Dios le salía el dinero por las orejas...

— ¿No querías usar el baño? —preguntó acordándose de repente.

—Claro, hazme un mapa—contestó Bill riendo.

—Esto es más fácil que las indicaciones que tú me diste—comentó Tom guiñándole un ojo—Es la puerta que tienes a tu espalda.

Bill se giró y sonrió al verla.

—No tardo nada, ¿me pones algo de beber mientras? —pidió echando a andar.

—Para eso te he invitado a subir—murmuró Tom—O eso creo...

Entró en el baño y cerró tras él, ahogando otra maldición. Tenía un lavabo de mármol a juego con el inodoro y una amplia bañera equipada con jacuzzi. Ya se imaginaba metido en ella dándose un relajante baño de espuma...

Sintió la vejiga a punto de explotar y se puso delante del inodoro, cuya tapa ya estaba levantada...señal de que no había ninguna chica en la vida de Tom... Alivió su pesada carga y accionó la cisterna. Se lavó las manos y se secó a una pequeña toalla de tocador que había a su derecha, notando que tenía las iniciales de su dueño bordadas.

—Regalo de mamá—murmuró Bill asintiendo con la cabeza.

Salió del baño y se acercó a la barra, tras la cual estaba Tom bebiendo uno de esos cocktails de colores con una sombrillita. Se sentó en uno de los taburetes y aceptó con una amplia sonrisa el que le ofrecía.

—No lleva alcohol, lo siento—se disculpó Tom.

— Que se le va a hacer—murmuró Bill llevándoselo a los labios.

Se lo bebió de un trago y dejo la pequeña copa sobre la barra. Vio a su derecha un cuenco con bombones y cogió uno de ellos sonriendo.

—Eso si lleva alcohol—explicó Tom imitándole.

—En ese caso, me tendré que conformar con esto—dijo Bill guiñándole un ojo.

Desenvolvió uno de ellos y se lo metió en la boca mordiéndolo a la mitad con los dientes, haciendo que el licor se vertiera y le resbalase una gota por la comisura del labio. Se la limpió con un dedo que chupó con esmero para deleite de Tom.

Pretty BillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora