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"¿Pero cuándo empezamos a salir o cómo nos conocimos?" intentas preguntar, pero Tom solo tararea, demasiado distraído besando tu cuello. Intentas presionarlo un poco pero no lo consigues. Su pecho se siente como si estuviera hecho de piedra dura, ni siquiera te nota.
Suspiras mientras sus labios continúan recorriendo tu cuello posesivamente, sus manos tocando tus muslos e infiltrándose hacia arriba.
"¡Tom!" chillas, la irritación burbujea dentro de ti. Quieres respuestas y él no te da ninguna.
Finalmente aparta su rostro de ti, sus hermosos ojos fríos muestran su ira voraz y casi te encoges de miedo. No le gusta que lo interrumpan, eso está claro.
Saca un extraño palo de madera de su bolsillo y te sorprende tanto que intentas alejarte de él, solo para que Tom te agarre del antebrazo, impidiéndote escapar.
"Confundus!"
Tus ojos se vuelven borrosos por un momento y cuando vuelven a la normalidad, tienes una sonrisa soñolienta en tu rostro mientras te acercas a él, acariciando su cuerpo.
"Hola, te extrañé, cariño". Tom sonríe victoriosamente al escuchar esas palabras, es ridículo la cantidad de veces al día que tiene que evocar el hechizo Confundus sobre ti, un muggle débil, solo para asegurarse de seguir siendo dócil.
"¿Ahora por qué no me muestras cuánto me extrañaste, cariño?" Tom te desafía, tirando suavemente de ti hacia sus pantalones mientras abre la cremallera. Tus ojos se agrandan e inmediatamente te arrodillas y lo llevas a tu boca.
Tom casi se corre al verte de rodillas, en el lugar que te corresponde. Tal vez él te retenga, después de todo.
