Luara Larsen
2 años después.
Bajé del auto muy decidida para lo que iba a hacer. A estas alturas ya no podía arrepentirme, ya estaba aquí a unos pasos de entrar. Sería muy inmaduro regresarme.
Respiré hondo y entré, no sin antes intercambiar palabras con el guardia y mostrarle mi identificación. Seguí avanzando hasta que me revisaron y al comprobar que no llevaba nada inadecuado, me permitieron pasar. Adentro todo se veía tan gris, se podía notar desde lejos ese ambiente sofocante y depresivo que tan bien contrastaba en este lugar. No quería ni imaginar como se sentiría estar más allá dentro.
Entonces lo ví. Esperaba pacientemente sentado en una mesa ubicada en el centro, a la vista de todos. Seguía teniendo ese mismo semblante frío y serio que tan bien lo caracterizaba, a diferencia de que esta vez unos pequeños rasguños y la sombra del color violeta por unos antiguos golpes formaban parte de su rostro.
Él miró en dirección a la puerta, justo cuando me permitieron entrar. Y cuando me miró, ninguna emoción atravesó su rostro. Ni se inmutó lo más mínimo y se mantuvo firme con la misma expresión dura. Por otro lado yo me moría de los nervios, a duras penas podía caminar por la repentina debilidad que sentí en las piernas.
«Vamos, no te puedes echar para atrás ahora, y menos cuando te ha visto».
Tragué saliva tantas veces, que cuando quise volver a hacerlo ya no pude.
Finalmente llegué hasta él en unos segundos que me parecieron eternos, y tomé asiento. Él no apartaba su mirada de mi y eso provocaba que me pusiera más nerviosa. Para tratar de alejar la incomodidad que sentí que se estaba formando, sonreí con amabilidad, aunque seguramente mi intento de sonrisa debió verse muy falsa.
«Bien, aquí vamos».
-Hola, ¿me recuerdas?
Antes de decir cualquier cosa, primero necesitaba comprobar si se acordaba de mi.
Me miró de arriba abajo lentamente con descaro y después dijo:
-No. ¿Quién eres?
Sentí un pinchazo de decepción cuando lo escuché decir eso. En el fondo tenía fé de que me dijera que si o un "más o menos". ¿Pero qué esperaba? Era obvio que no me iba a reconocer después de tanto tiempo.
Suspiré intentando no verme desanimada en el primer intento. En el fondo ya sabía que esto pasaría y tenía preparado que decir en cada momento.
-Mi nombre es Luara, soy una estudiante de universidad, y he venido aquí porque estoy en un proyecto de ofrecer ayuda psicológica para las personas que la requieran -y para verme más formal, le extendí mi mano a modo de saludo, rogando porque me devolviera el gesto para no quedar en ridículo.
Por un momento creí que estallaría en una carcajada después de tanta seriedad y que los demás a nuestro alrededor le seguirían el juego. Sin embargo, pasó todo lo contrario; él alzó levemente la comisura de sus labios, y correspondió a mi saludo estrechando mi mano al mismo tiempo que decía:
-Mucho gusto, Luara. Yo soy Lysander -al momento de sentir su mano sobre la mía, una sensación de tranquilidad y emoción me envolvió-. Lysander Duffy.
Y cuando lo dijo, percibí un brillo intenso en sus ojos, mientras que nos quedabamos con las manos unidas por más tiempo de lo normal.
***
Hola! Mucho gusto a ti que estás leyendo esto. Esta es la primera historia que publicaré en Wattpad. Te invito a que te quedes si te ha gustado o intrigado el prólogo.
Espero que la historia sea de su agrado y puedas regalarme un voto.
Si haz llegado hasta aquí, te doy las gracias por tomarte el tiempo de leerme. 🤍
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Enigma ©
Teen FictionEn un aburrido e insignificante pueblo llamado "Redfield", habita una adolescente llamada Luara. Su vida gira en torno a su vecino Lysander, el chico del que ella aseguraba estar enamorada desde hace tres años. El problema era que Luara no tenía n...