2 años después
Mis tacones resonaban en la acera con cada paso que daba. Recorría las calles de la ciudad de Leeds con una felicidad inmensa que sentía que no me cabía en el cuerpo. Gemma, Lina y yo nos habíamos mudado a la ciudad para comenzar una nueva vida. Las tres compartíamos departamento en un edificio que quedaba a tres cuadras de la universidad.
Teníamos una semana aquí y todo iba de maravilla.
Observé que mi corto recorrido llegó a su fin cuando divisé el edificio donde vivíamos. Entré, saludé a la recepcionista y me fuí por un pasillo que me llevaba hacia el ascensor. Una vez adentro presioné el botón del piso número tres y esperé unos segundos.
Salí del ascensor cuando escuché un sonido que me indicaba que ya había llegado al piso que deseaba. Busqué las llaves en mi bolso y las metí en la cerradura cuando estuve delante de la puerta 222.
Un agradable aroma a lavanda me recibió cuando entré. Lina tenía una suave canción de jazz a un volumen medio alto, podía jurar que en este momento estaba en la cocina preparando algo de comer.
A diferencia de Gemma y de mí, Lina no continuó sus estudios en la universidad. Ella nos había dicho que no sabía que carrera elegir, nada le llamaba la atención, así que se tomaría un tiempo para pensar que quería hacer o que rumbo tomaría su vida. Mientras tanto, nos hacía compañía en el departamento y siempre nos cocinaba algo rico cuando llegábamos de la universidad.
—Hola —canturreé alegremente, asomando mi cabeza a la cocina. Ella se sobresaltó al escucharme.
—¡Hey! Me quieres matar de un susto, ¿verdad? —solté una carcajada por su reacción—. Sí, claro, búrlate —me aventó un trapo de la cocina pero este no llegó a alcanzarme—. No escuché cuando llegaste. ¿Tienes mucho rato ahí parada?
—La verdad es que no —recogí el trapo del suelo y lo dejé en la mesa—. Acabo de llegar, pero como me ibas a escuchar si tienes la música alta.
—Sí, era lo que estaba pensando.
—Por cierto, ¿qué estás haciendo? Huele muy bien.
—El platillo se llama Fish and Chips. Se trata de pescado frito acompañado con papas fritas.
—Suena bien, ¿quieres que te ayude con algo? —me ofrecí.
—No, tranquila. Ya estoy terminando.
—Menos mal que te tenemos a tí para esto, Gemma y yo ya nos habríamos muerto de hambre si no estuvieras aquí —bromeé y Lina soltó una pequeña risita—. Y hablando de Gemma, ¿dónde está?
—Se fue hace una hora. Dijo que iba a una cita con alguien que apenas conoció ayer —alzó los hombros e hizo un gesto para restarle importancia.
—Vaya, Gemma no pierde el tiempo —sonreí.
—Ella sabe aprovechar las oportunidades, si se le presenta una, no se lo piensa dos veces y la toma sin importar que tal está —compartimos otra carcajada por sus ocurrencias—. ¿Y tú cuándo piensas tener una cita? Sinceramente ya te estás tardando, ¿eh? Creo que desde que nos conocimos en el instituto nunca te he visto salir con alguien.
Caminé hacia la nevera por una botella de agua.
—Digamos que a mí no se me han presentado las oportunidades como a Gemma —dije con gracia.
—Mmm, es cierto —hizo una mueca—, pero eso no significa que nunca vayas a tener una —fue al grifo para enjuagarse las manos—. ¿Saldrás a algún lado? Porque no creo que te vayas a quedar aquí toda la tarde, ¿verdad?
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Enigma ©
Teen FictionEn un aburrido e insignificante pueblo llamado "Redfield", habita una adolescente llamada Luara. Su vida gira en torno a su vecino Lysander, el chico del que ella aseguraba estar enamorada desde hace tres años. El problema era que Luara no tenía n...