3. Mirada

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—Bueno, creo que...

De repente, algo negro se estrelló en el parabrisas y Lainer frenó el auto tan rápido que los dos salimos disparados hacia adelante.

—Por Dios, ¿qué fue eso? —hablé apartando mi cabello de mi cara.

—Descuida, sólo fue un pájaro —Lainer se había bajado del coche para ver qué era.

—¿Está muerto?

Miré que se agachó y tomó al pajarito.

—No lo sé, creo que sólo está herido —hizo una mueca triste mientras lo miraba en sus manos—. ¿Puedes ayudarme a ponerlo atrás?

Me bajé y abrí una de las puertas traseras del vehículo. Lainer me pidió que sacara una sudadera de su mochila para poner sobre ella al ave.

—Que lástima. Pobre animalito —mencioné.

—Sí, es muy triste.

Lainer encendió el auto y continuamos nuestro camino.

Recordé que gracias a ese incidente, se interrumpió cuando estaba a punto de contarme sobre Lysander. Me pareció muy inoportuno volver a hacerle la pregunta o pedirle que continuara la conversación, así que aparenté olvidar el tema del que estábamos hablando y traté de pensar en algo que preparar para comer cuando llegara a casa.

Lainer se veía más relajado conforme atravesabamos Redfield, me pareció notarlo un poco incómodo y descolocado cuando le hice la pregunta sobre su hermano. Tal vez no le gustaba hablar de él o simplemente no sabía que responder.

Cruzamos medio pueblo para llegar hasta la calle donde vivía, Lainer detuvo el auto enfrente de mi casa y abrí la puerta para bajarme.

—Gracias por todo. De verdad no sé que habría sido de mí si no hubieras llegado.

Él esbozó una sonrisa.

—Cuídate y no vuelvas a hacer una locura como esa, Luara.

Asentí también sonriendo.

Antes de despedirme me había contado que él estaría al pendiente del pajarito, por lo que me quedé un poco más tranquila sobre ese asunto. Miré por última vez cuando se fue en dirección a su casa, para después entrar a la soledad de la mía. A veces me daba miedo estar entre tanto silencio, sentía una sensación rara que podía llegar a ser inquietante.

Después de tomar un baño, salí a mi habitación y me puse ropa cómoda. No tenía ganas de cocinar nada, estaba exhausta por correr demasiado, así que sólo me preparé cereal con leche, ya que fue lo único que encontré más fácil y rápido de hacer.

Y de repente recordé otra cosa.

Mierda, olvidé que tenía que visitar a Nash después de salir del instituto.

Pero ahora ya no tenía ganas de salir de casa, por eso le mandé rápidamente un mensaje pidiéndole disculpas porque no pude pasar a su casa y también le dije que lo vería mañana. Después de enviar el mensaje, dejé el teléfono en la mesa y continué comiendo el cereal. Me sorprendí cuando a los segundos escuché el tono de las notificaciones y la pantalla del teléfono se iluminó, mostrando la respuesta inmediata de Nash:

«Tranquila, no tendrás que esperar hasta mañana, querida. Pasaré por ti en la noche. Ya me siento mucho mejor».

Fruncí el ceño al terminar de leer el mensaje. Me alegraba que ya estuviera bien, pero no entendí eso de "pasaré por tí en la noche". 

Resoplé molesta por tanto misterio, y supuse que sería mejor no responderle porque conociendo a Nash, sabía que si le preguntaba no me iba a decir nada.

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