Era una mezcla de shock, angustia, desesperación y furia lo que sentía en ese momento.
En mi mente pasaban en cámara lenta todas las cosas horribles que podrían pasarme. Todo era mi culpa por haber sido una estúpida desconfiada. La bebida estuvo sola el tiempo suficiente para que alguien le echara algo, ¿cómo es que no se me ocurrió que podía pasar algo así?
Mis manos comenzaron a temblar por el miedo. El vaso se me resbaló. Nadie se dió cuenta porque ni siquiera yo escuché cuando se rompió. La música debía seguir sonando pero yo ya no la escuchaba, era como si mis oídos estuvieran tapados y sólo escuchaba un zumbido.
Me llevé las manos a la boca y miré hacia todos lados horrorizada. Quien había hecho esto podría estar vigilándome ahora. Vigilándome y esperando el momento perfecto para atacar. Esperando a que yo cayera inconsciente y... lo peor fue cuando no ví a nadie sospechoso.
Fue irónico cuando sentí desprecio y miré con repugnancia a todas las personas que estaban allí, porque desde que llegué había dicho que me gustaba esa buena vibra que desprendían. Los miraba con desdén porque cualquiera de todos ellos pudo haber hecho esto.
Por un momento se sintió como si estuviera en un sueño. Parecía que la furia me nublaba gran parte de la sensatez, hasta que sentí el golpe de la realidad delante de mis ojos. Fue como si alguien me hubiera dado una bofetada muy fuerte.
Entendí que no tenía tiempo para lamentarme ni alterarme. Tenía que actuar rapido antes de que lo que sea que me haya bebido comenzara a hacer efecto. Ir al baño sería muy peligroso porque podrían seguirme, intentar vomitar no era muy buena idea porque podría broncoaspirar. Busqué a Nash como mi única salvación, pero ya no estaba en el lugar donde lo ví bailando por última vez. No podía pedir ayuda a nadie más, todos eran desconocidos. Y tampoco perdería el tiempo en buscar a Nash, él ya estaba ebrio y así no podía ayudarme.
Noté que había un vaso de agua al otro extremo de la barra. Sin importarme quién me estuviera viendo, fuí y me la eché en la cara con la esperanza de que el agua me ayudara a no dormirme.
Una idea muy estúpida pero tenía que recurrir a lo que fuera.
Después de eso no sé como fui capaz de moverme por casi todo el lugar buscando la salida del club. Me sentía perdida porque nunca había estado aquí y no tenía tiempo que perder. En ese momento mi único objetivo era salir a como diera lugar.
Hasta que finalmente lo conseguí después de ver que unas personas entraban al vestíbulo cuando salían por algún pasillo. Ya estaba empezando a sentir debilidad en las piernas cuando me dirigía hacia allá, pero eso no me detuvo para seguir caminando.
Seguí avanzando hasta que en la salida me topé con mucha gente amontonada que quería entrar y obviamente no podían. Los guardias trataban de calmar la situación con gritos pidiendo paciencia y espacio para los que venían saliendo.
De verdad no sé como pude salir de ese caos.
Cuando me alejé un poco de la gente me sentí más desorientada que nunca. Me había enfocado tanto en querer salir de ahí que no planeé en lo que iba a hacer después. Sin tener muy claras mis ideas, continué caminando hacia la derecha por la acera. Detenerme a pensar en algo no era buena opción, no si quería evitar caer inconsciente o dormida en la calle. Volteé hacia atrás para fijarme si alguien venía siguiéndome, pero no logré ver nada sospechoso. Un grupo de personas seguían discutiendo fuertemente con uno de los guardias porque no los dejaban pasar.
De repente me sentí extraña y tuve miedo del ambiente que me rodeaba. Aquellos seguían gritando fuerte y me dió la impresión de que las cosas se pondrían feas, algunos podrían descontrolarse y todo podría acabar mal. Por la mente me pasó algo como: ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué no estoy corriendo para ponerme a salvo?
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Enigma ©
Teen FictionEn un aburrido e insignificante pueblo llamado "Redfield", habita una adolescente llamada Luara. Su vida gira en torno a su vecino Lysander, el chico del que ella aseguraba estar enamorada desde hace tres años. El problema era que Luara no tenía n...