El pelirrojo había quedado atónito por todo lo relatado por el omega, nunca pensó que el pelicastaño había tenido que pasar por tanto dolor y sufrimiento, siempre se veía tan calmado y alegre... tan solo pensar como se debió haber sentido le partía el corazón.
–¿Sabes? Siento un poco de envidia... – confesó el menor fijando su vista en el cielo que era levemente tintado con tonos naranja – Tú recuerdas a la perfección a alguien que no ves desde hace más de nueve años y yo no puedo recordar los primeros quince años de mi vida...
Escuchar eso le hizo sentir un inmenso dolor en el alma, el alfa no lograba entender por qué una persona tan pura como Michael había tenido que sufrir tanto. Abandono su asiento y se puso de pie frente al omega, el más bajo enarco una ceja confundido observando atentamente cada uno de los movimientos del chico, grande fue su sorpresa cuando sintió a un par de brazos rodear con delicadeza su cuerpo. El alfa se había agachado un poco para poder abrazar con fuerza al omega, odiaba ver esa hermosa carita llena de lágrimas por culpa de esos bastardos que se hacían llamar sus amigos, sentir el pequeño cuerpo del omega temblar entre sus brazos le hizo sentir impotencia.
En respuesta a aquel abrazó, el corazón del pelicastaño empezó a latir a mil por hora, su rostro había adquirido un leve tono rosa y podía sentir sus mejillas arder. Se sentía tan bien entre los cálidos brazos de aquel alfa que se dio la libertad de llorar durante unos minutos sintiendo como el pelirrojo lo apretaba con suavidad contra su cuerpo en silencio. De a poco se sentía mucho mejor, se sentía extrañamente protegido, realmente deseaba que aquel abrazo nunca se acabara. Se dejo llevar por el momento y apretó con fuerza sus brazos al rededor del alfa, enterrando su cabeza en el hombro de este, aquel olor a chocolate amargo y canela le hacían sentir realmente bien. El pelirrojo noto esto último y intensificó más el agarre mientras soltaba gran parte de sus feromonas para lograr calmar completamente al omega, de a poco fue notando como el más bajo dejaba de temblar y empezaba a respirar con normalidad.
–Michael... quiero que sepas que mientras yo esté contigo, nadie te hará daño otra vez – susurró mientras acariciaba con cuidado el castaño cabello del omega, pudo sentir como esté apretaba más el abrazo en respuesta – Te juro por mi propia vida que haré todo lo posible para asegurarme de que nadie te vuelva a lastimar... ni siquiera yo, ten en cuenta que preferiría mil veces morir antes que lastimarte.
–¡¿Eh?! ¿Sabes que un alfa no puede romper un juramento dedicado a un omega, verdad? – levantó su rostro sorprendido y lo miro fijamente a los ojos preocupado – Ambos podríamos salir gravemente heridos si no cumples esa promesa.
–Lo sé – respondió dejando un tierno beso en la frente del omega – es por eso que lo repito, preferiría morir antes que lastimarte.
–Enserio estas loco Carter – murmuró soltando una pequeña risa ocultando su notable sonrojo en el pecho del alfa.
El alfa suspiro aliviado al escuchar al omega reír. Deseaba quedarse así para siempre pero un sonido proveniente de su celular lo hizo salir de su pequeña burbuja, maldijo mentalmente y dio una última mirada al cielo, suspiro resignado soltando con delicadeza al más bajo. Se agachó lentamente recogiendo uno de los tantos lirios violeta que habían crecido al lado de aquel par de columpios y se lo extendió con una sonrisa al omega.
–Y-yo no puedo aceptar eso, esas flores representan algo muy importante para ti...
–Es por eso que quiero que la tengas – respondió colocando con sutileza la flor tras la oreja del omega – Vamos, le prometí a tu padre que te llevaría a casa antes del anochecer.
El chico solo asintió en silencio y se dejo guiar por el pelirrojo quien lo llevaba agarrado de la mano.
El pelirrojo rodeo el auto y abrió la puerta ofreciendo su mano al omega para que saliera del auto, el pelicastaño correspondió aquel gesto y bajo del auto con ayuda del alfa. Ambos desviaron la mirada y permanecieron en silencio un largo tiempo.
–Así que... aquí nos despedimos – murmuro el omega.
El pelirrojo asintió en silencio y tomo con delicadeza la mano del más bajo dejando un tierno beso en esta.
–Entonces, hasta la próxima – dijo subiendo al auto dispuesto a marcharse – Nos vemos el viernes.
El omega quedo atónito viendo como aquel auto negro se perdía entre la oscuridad de la noche. Parpadeo un par de veces y suspiro aun con un peculiar tono rosa en su rostro asimilando lo ocurrido.
El pelicastaño retiro la flor purpura que había permanecido sobre su oreja y la sostuvo con su mano izquierda observando con detenimiento cada detalle de aquella flor. No podía dejar de pensar en lo familiar que se le hacían los lirios morados desde que observo aquellas flores que crecían a un lado del par de columpios donde había estado hace unos instantes. Intentaba descifrar que era eso que no dejaba de dar vueltas en su mente, hasta que ciertas palabras regresaron de golpe a su mente, no podía creer lo que estaba pasando, de apoco sintió su rostro humedecerse con sus propias lagrimas, hizo un intento fallido de limpiar aquel liquido con la manga de su chaqueta roja pero las lagrimas no cesaban.
Se dio media vuelta y empezó a correr hacia el interior de su casa con la mirada gacha, con algo de dificultad cerro la puerta y se recostó de esta. El pelicastaño de mirada jade escucho el sonido de la puerta, ya sabia que se trataba del omega así que fue rápido al encuentro de este.
–Entonces, ¿Cómo te fue con... – no pudo terminar de formular su pregunta, se quedo estático al notar las lagrimas en las mejillas del omega – ¿Estas bien?
El alfa se acerco intentando buscar repuestas sobre las lagrimas que no paraban de humedecer la cara de su hermano, poso su mano en el hombro del omega y lo miro directamente a los ojos preocupado.
–Oye... ¿Qué paso...? ¿por qué lloras?
–Es un lirio violeta – respondió en un murmuro casi inaudible.
–Ehh... si, es una flor muy bonita pero... ¿eso que tiene que ver? – pregunto confundido prestando extremadamente mucha atención a lo que decía su hermano.
–Es que y-yo... c-creo que... – el más bajo tartamudeaba nervioso, el alfa al notar esto comenzó a impacientarse.
–Michael, por el amor de dios, habla bien.
–Yo... creo que... recordé algo... – susurro fijando su vista en la flor, el más alto al escuchar esto abrió los ojos sorprendido y retiro su mano del hombro del omega.
–¡Mamá, papá! – grito llamando a sus padres quienes no tardaron en llegar.
–¿Qué paso? ¿Esta todo bien? – la mujer pregunto preocupada.
–Dice que... recordó algo – el joven alfa respondió mirando fijamente al omega.
Ambos adultos se miraron entre si asombrados intentando asimilar lo dicho por su hijo.
–Michael, hijo... – el mayor de los Afton se acerco lentamente al omega y se agacho para estar a su altura posando su mano en el hombro derecho de este – ¿Eso es cierto?
Ambos alfas al igual que la mujer esperaban esperanzados la respuesta del chico, quien permanecía mirando fijamente la flor morada que sostenía con su mano.
–Cuando cumplí 5 años papá me regaló un ramo de lirios de color violeta... – mencionó con pequeñas lágrimas en sus ojos sin quitar en ningún momento su vista de aquella flor – Dijiste que tendría éxito en todo lo que me proponga y que sería una persona digna de admirar... desde entonces son mis flores favoritas...
El mayor cubrió su boca con su mano y cerro sus ojos con fuerza, no pudo evitar dejar salir las lagrimas por lo comentado por su hijo, él sí le había regalado un ramo de esas flores y también le había dicho tales palabras, su pequeño cachorro había logrado recuperar uno de los tantos recuerdos que hasta él mismo pensó perdidos para siempre. Rápidamente abrazo al omega entre risas, su pequeño lo había conseguido, al fin pudo recordar.
Madre e hijo se unieron a aquel abrazó, rodeando con cariño al omega que temblaba soltando pequeños hipidos.
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¡¿Mi Prometido?! (Omegaverse) Michael X Noah
Fanfic¿Qué pasaría si de repente te enteras de que estás comprometido? Que buena pregunta, lo normal es que dudes de los hechos, pero...¿Cómo cuestionar a tú padre?