CAPÍTULO 07

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Jinah nunca olvidaría el día en que Jimin nació.


Aquel día se había levantado muy temprano para hacerle un desayuno consistente a su alfa, el cual tendría que acompañar a un grupo seleccionado de alfas en una misión de recolección de víveres fuera del territorio de la manada.
Jinah había horneado un pastel de plátano, untado tostadas con mantequilla y mermelada, y preparado café como a su alfa le gustaba.


Para aquel entonces, la pequeña omega atravesaba los 8 meses y medio de embarazo, por lo cual poseía un vientre hinchado prominente que le causaba dolorosos achaques de espalda. Del mismo modo, tenía los pies hinchados y las muñecas también. Además, su cachorro no paraba de moverse o patearle generándole molestias y más dolor.


Sang parecía indiferente ante su omega gestante, sin embargo. No le decía nada acerca del bebé, solo la ignoraba y se desaparecía con sus amigos en algún bar de la aldea. Era un alfa muy dejado y malévolo, le encantaba emborracharse y terminar muy mal hasta el punto de perder la conciencia. Siempre se dejaba abandonar por sus dos vicios preferidos: la bebida y los juegos de apostar.

Si bien el periodo de embarazo fue todo un reto para la pequeña Jinah, ya casi en la etapa final se sentía más a gusto, pues ya faltaba poco para poder conocer a su cachorro, y Jinah no dudaba de que Sang lo querría.


Una vez que terminó de empaquetarle el refrigerio a su alfa y hubo servido la mesa, Jinah subió a despertar a Sang, el cual aún seguía dormido.


-Alfa... ya es hora de levantarse...- llamó tímidamente. Jinah rezaba internamente porque su alfa se despertara pronto, pues temía tener que sacudirlo. La última vez, eso le costó un ojo morado y un labio roto.- Alfa... ya van a venir a buscarlo, por favor...


Sang se removió en la cama y abrió los ojos perezosamente. Observó por un momento a la pequeña omega temblorosa de pie a su lado derecho.
- Supongo que ya hiciste todo lo que te pedí, ¿verdad?- Preguntó altaneramente mientras se levantaba de la cama.

Jinah asintió sin quitar la vista del suelo.

-Bien.- Resopló el alfa.- Ahora quédate aquí mientras como.- Agregó empujando a la omega a un lado y desapareciendo fuera de la habitación. A Sang no le gustaba comer junto a Jinah, decía que le desagradaba su presencia y detestaba su olor dulzón a rosas del bosque, el cual se había intensificado por el embarazo.


Jinah tomó asiento sobre el colchón de la cama con cuidado mientras posaba una manita sobre su vientre. No entendía por qué se sentía tan débil y adolorida. Su bebé la hacía sufrir demasiado. Ya quería poder tenerlo en sus brazos y amamantarlo, cuidarlo y cantarle canciones para hacerlo dormir. Jinah ya no quería seguir sintiéndose sola. Quería a su bebé para jugar con él y darle todo el amor que pudiese.


Ojalá Sang también desease a su bebé.

A Sang no le gustaba que saliera de casa, por lo que cada vez antes de irse a quién sabe dónde, la encerraba con llave en la casa para que Jinah no pudiese salir. La pequeña omega no decía nada, tenía mucho miedo de hacer amargar a su alfa. La última vez que salió junto a la señora Myeong, una amable omega de mediana edad que le había cogido cariño, Sang se molestó mucho y le dio una buena tanda de golpes para luego encadenarla en el establo y dejarla ahí por toda una noche.


Jinah aguantó las ganas de echarse a llorar. Sabía que si lo hacía, su bebé lo sabría y también se pondría triste y eso era algo que Jinah no podía permitir. Así que se tragó el llanto y, en cambio, empezó a regalarle a su cachorrito suaves caricias mientras le cantaba alguna canción de cuna. El tiempo pasó así hasta que un alfa de ceño fruncido se apareció nuevamente y la miró con fastidio.

A tiempo (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora