Jeon Jungkook ha vivido por muchos años como un lobo errante tan solo sobreviviendo gracias a la marca que lleva en el cuello. Cuando esta se rompe y es forzado a dejar de respirar, una promesa le dará una última oportunidad para volver a él.
A Jimi...
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"Hoy recordamos el aniversario de la tragedia que me arrebató a mi hijo."
Resonó desde la antigua televisión en la esquina del modesto restaurante suburbano, cuyas paredes ostentaban marcas de descuido y desgaste.
Las palabras del orador, que hacían su mejor esfuerzo por aparentar estar cargadas de un sumo dolor, se mezclaban con el suave murmullo de los comensales que intentaban ahogar sus penas en los sabores simples pero reconfortantes de la comida casera. El aroma de guisos y especias llenaba el modesto lugar, creando un refugio efímero ante la cruda realidad del exterior.
En una esquina, un hombre de semblante cansado y mirada perdida removía su café con gestos automáticos. Sus ojos, sin brillo, reflejaban el eco de pérdidas pasadas que aún pesaban en su corazón. Aquella fecha resonaba con significado, marcando un capítulo oscuro en su historia: 13 de octubre.
"Aquel fatídico día, no solo sufrí la pérdida de un hijo más, sino también la del heredero destinado a liderar Jeon Inc. La devastación se apoderó de mí como empresario y, sobre todo, como padre al ver partir a mi heredero de manera tan cruel. La dolorosa ausencia de un hijo, arrebatado por la crueldad de manos desconocidas, ha marcado un capítulo oscuro en mi vida y en la de mi esposa. Sin embargo, entiendo que, como CEO de Jeon Inc, un conglomerado que sostiene las vidas de tantas personas, no podemos permitirnos detenernos. Es por eso que hoy he decidido presentarles a alguien que se ha convertido en mi apoyo inquebrantable durante los últimos 6 años..."
El alfa encapuchado apretó con fuerza la taza entre sus manos, alzó el rostro y clavó su mirada en la imagen de la televisión. Jeon Jeonseo daba la bienvenida a un hombre algunos años mayor, impecable en su apariencia. Jungkook se mordió el interior de la mejilla al reconocerlo. Era el mismo hombre que tantas veces había colaborado en drogarlo. Una furia incontrolable se apoderó de él.
La rabia bullía en su interior mientras observaba la pantalla, y en su mente se formaban imágenes de los momentos en los que había sido víctima de aquel individuo. La necesidad de venganza lo consumía, pero también la conciencia de que debía ser cauteloso. Sabía que por mucho que lo deseara, él no podía enfrentarse jamás a su padre. Sería aplastado como un insecto.
El joven alfa apretó con más fuerza la taza, sintiendo cómo la furia fluía a través de sus manos hacia ese objeto inanimado. Respiró hondo, tratando de controlar la tormenta de emociones que rugía en su interior. Sabía que debía permanecer en las sombras, no podía permitirse arriesgarse. Escapar de aquel infierno había sido extremadamente difícil, y no podía permitir que lo encontraran.
Recordaba el día en que logró escapar, cada detalle de su huida estaba grabado en su memoria. Se desplazó de un lugar a otro, siempre cambiando de identidad y manteniéndose un paso adelante de quienes lo buscaban. Sin embargo, la vida en las sombras también tenía sus costos. Se sentía como un fugitivo, siempre mirando por encima del hombro, siempre alerta.
