CAPÍTULO 19

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El alfa pelinegro dejó escapar el humo de su boca mientras escuchaba atentamente, lo que Doyoung le decía. El otro alfa, de melena cobriza, hablaba sin parar acerca de los muchos omegas con los que se había revolcado durante ese fin de semana, mientras tenía a un joven omega de cabellos claros sentado en su regazo. El muchacho, esquelético y deshecho, era la nueva adquisición del alfa mayor. Doyoung había estado persiguiéndolo por meses hasta que finalmente logró meterlo en su cama. Después de eso, se encargó de destruirlo, convirtiéndolo en un adicto.

El chico apenas superaba la mayoría de edad, pero ya estaba tan perdido como todos ellos. Había abandonado a sus padres para irse a vivir con Doyoung, quien lo trataba como si fuera la peor basura del mundo. Hacía tan solo unas semanas, Jungkook lo había encontrado con la cabeza rota, luego de que el alfa, en un ataque de ira, se desquitara con él de forma irracional.

Jungkook observaba la escena con una mezcla de disgusto y resignación. Recordaba cómo, tiempo atrás, él también había caído en esa red de desesperación y dependencia. Se preguntaba si había alguna forma de salir de ese infierno, de escapar de las garras de la adicción y la violencia. Pero cada vez que lo pensaba, la realidad lo golpeaba con más fuerza, dejándolo sin aliento y sin esperanzas.

Uno de los guardias de la zona VIP, donde se encontraban en el club que solían frecuentar los viernes por la noche, se le acercó a Doyoung e inclinándose, logró susurrarle algo al oído por encima de la música estridente que llenaba el lugar. Doyoung suspiró pesadamente antes de apartar de forma brusca al omega de su regazo y marcharse detrás del otro hombre. A Jungkook no le dijo nada al respecto, pero el pelinegro supuso que algo había pasado con la mercadería del día, que se suponía llegaría esa noche al club.

Doyoung era un alfa malvado, responsable de que muchos jóvenes se perdieran en la vida. El mayor era guapo e imponente y se sentía todo un rey en los barrios bajos de la capital surcoreana, repartiendo polvo e inyectables en los nightclubs. Además, Jungkook sabía que el alfa tenía conexiones con grandes comerciantes de droga; de hecho, no hacía mucho, Chaewon había comentado que su hermano se había visto con Choi.

Mientras Doyoung se alejaba, Jungkook observó al joven omega que había quedado solo en el sofá. El muchacho se veía aún más perdido y desolado sin la presencia de su "dueño". Jungkook sintió una punzada de compasión y repulsión al mismo tiempo. Sabía que él mismo había sido cómplice de muchas atrocidades, y aunque la culpa lo consumía, no encontraba la fuerza para salir de ese círculo vicioso.

-Oye... Tú... -Jungkook se inclinó hacia el omega.-¿Estás bien?-Preguntó.

El jovencito tenía las manos entrelazadas entre sus muslos, pellizcándose ansiosamente la piel de los dedos. Miró nerviosamente a su alrededor antes de llevar una mano a su vientre y negar apresuradamente. Por primera vez, levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Jungkook. Los suyos estaban llorosos y temblaban, revelando el profundo miedo que sentía.

A tiempo (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora