Cicatrices de Octubre

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09 | Sanando cicatrices.

Kade:

Tenía un sentimiento agridulce que tiraba más hacia el camino de la ridiculez.

Desperté de mi siesta hace menos de veinte minutos, por mucho que me hubieran maquillado para las cámaras, aún seguía adormilado. Y un poco nervioso también.

Soy un improvisador, no planeo nada, básicamente porque me cuesta adherirme a los planes, entre que se me olvida y que mi mente maquina ideas de forma constante, no podía conseguir ser tan estricto con lo que se suponía que decir.

No podía conseguir ser... como ella.

Ella era una mujer minuciosa, perfeccionista y detallista. Era precavida y siempre iba un paso por delante. Muy cuidadosa con sus palabras, elegidas al detalle y por una razón. Siempre esperando la peor pregunta y cuando llegaba, no caer en la trampa.

¿La habré analizado? Quien sabe, a lo mejor esa información la dijo ella, aunque es evidente la realidad.

Observarla tanto me ha hecho darme cuenta de que en su cabeza las ideas no dejan de rondar, incluso puedo asegurar que estaba pensando en que decir en la entrevista que teníamos varias horas más tarde cuando fui a recogerla para el desfile.

Casi sentí como me faltaba el aire.

Lleva puesto un vestido largo negro aterciopelado de tirantes ligeramente gruesos dejando ver un escote recto con silueta de corset y un collar plateado y brillante adornando su cuello. Su cabello estaba recogido con una pinza y algunos mechones ondulados más cortos, dibujaban la silueta de su mandíbula.

—No sabía que las obras de arte caminaban.

No tenía claro si era mi imaginación, pero creí verla por un segundo ruborizarse. Luego volvió a su expresión malhumorada, la que me volvía loco.

—Eres un poco descarado ¿no crees?

—Solo cuando se trata de ti, girasol. —Le abrí la puerta del coche mientras guiñaba un ojo.

—Voy muy básica, no es para tanto. —Restó importancia y se mete en el vehículo.— No tenía muchas ganas de elegir otro.

—No es como vas, es como lo llevas Carlie.

—¿Y cómo lo llevo, Kade?

—No es fácil llevar un vestido, muchas veces dejas que el vestido te lleve a ti. Hoy no es el caso. Hoy tú luces ese vestido.

Esbozó una pequeña, diminuta e incluso diría que inadvertida sonrisa. Cerré la puerta y me dirigí hacia mi lado del coche mientras me aseguraba de que ninguna trenza se había movido de lugar, era como mi pequeño retoque que no podía faltar antes de salir. Por muy tonto que pareciera.

—Hoy estás especialmente caballeroso Kade, ¿Puedo saber la razón?

—Siempre lo soy, pero hoy he sentido que necesitabas una dosis de ego para ir segura al evento —confesé a la vez que le daba el botón de arrancar el coche.

Me emocionaba mucho que estuviera sonriendo, significaba que no ha sido un día tan malo.

—Lo has conseguido —murmuró como si fuera un pensamiento que se le había escapado.

Fue mi turno de sonreirle, fue mi turno de demostrar por un gesto lo feliz que me hacían esas tres simples palabras.

—¿Puedo besarte? —Me acerqué lentamente con las expectativas demasiado altas de lo que podía ocurrir.