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16 | El amor que merezco.
"¡Un auténtico despiste! De alguna manera, Carlie Stanford y Kade Evander lograron despistar a la prensa y salir corriendo."
Kade:
Los primeros quince días de la relación habían resultado tranquilos, la prensa buscando su protagonismo intentando involucrarse, las salidas a eventos juntos y las conversaciones que no esperaba tener con ella me han dejado claro una cosa.
No puedo dejar ir a esta chica.
Me he atrevido a hacer muchas cosas que al Kade de principios de año le sorprendería escuchar. Abandonar la vida de una noche, una persona nueva; alejarme de mi madre y... pegarme por primera vez.
Nunca en mi vida había sido yo quien comenzaba una pelea, siempre esperaba a que la otra persona iniciara la disputa para no ganarme el título de salvaje. Porque nunca me habían dicho nada que mereciera que diera el primer puñetazo.
Hasta hoy.
—Ya está, procura no sonreír mucho o ser muy expresivo. Te dolerá más la herida, Kade.
—Muchas gracias, Amelia —sonreí y como ella había dicho, un dolor agudo me recorrió la mitad de la cara.
Harvey me miraba como un padre decepcionado con los brazos cruzados y la ceja levantada.
—¿A qué coño ha venido eso? —soltó al fin.
—Harvey —musitó Amelia y apoyó la mano sobre el hombro de mi amigo. — Le acaban de dar con los tacos, no es necesario que le regañes como si fuera su culpa.
—Pero...
—No.
—¿Al menos puedo señalarle con el dedo indignado? —pidió casi suplicante y ella se encogió de hombros.
Eran lo más cercano a tener padres que había tenido en mi vida.
—¿Qué ha pasado ahí fuera?
—Prefiero no repetir lo que dijo, Harvey. —Toqué con las yemas de los dedos los recientes puntos que había hecho Amelia para curar la herida.
Agaché la cabeza y esperé que él lo entendiera, lo hizo. Como siempre, Harvey tenía esa capacidad de entender a base de indirectas cualquier cosa, se lo atribuyo a que vive cuidando de su hermano pequeño. No es fácil entender a los niños, pero él lo hacía y le era más sencillo entender a los adultos.
—No tiene porqué. —suspiró— Oye hermano, esto no puede seguir así. Te han dejado las ojeras moradas, estás con el pómulo hinchado y probablemente no puedas sonreír en un par de días. No he visto el primer puñetazo, pero estoy seguro de que podrías haberte defendido mejor.
—Le han multado, le han humillado los periódicos y será sancionado para perderse el doble de partidos de los que esperaba. Es suficiente, no necesito más.
Y así era. Me insultó, le pegué en la mandíbula provocando que su labio se partiera y me amenazó con los tacos hasta provocar un corte que descendía desde el pómulo hasta el inicio del labio. Estaba demasiado débil después del partido y entre eso y el golpe con sus zapatos, no tenía fuerzas para seguir.
Harvey pareció comprender que no cambiaría de opinión. Se limitó a suspirar y mirar el sitio en el que se había sentado Amelia para curarme. Hacía pocos minutos que se había marchado.
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Cicatrices de Octubre
Romance«Eres como una cicatriz, siempre impregnada en mi mente.» Carlie era un alma con un corazón cubierto de capas que lo custodiaban para evitar volver a ser dañado. No permitía a nadie tratar de comprenderlo, pero esa visión se ve afectada en el moment...