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11 | Comunicación.

"Hoy Londres está eufórico. Después de más de cinco años en los que el Arsenal no ganaba el campeonato de Europa, hoy se culmina la victoria con dos goles de Samuel Van Sek y un tercero de Kade Evander. El futbolista coronado como MVP del partido ha dicho unas palabras en agradecimiento a sus seres queridos que no han podido acudir a esta noche de felicidad para los rojos."

Kade:

La noche anterior...

"—Es increíble haber conseguido esto, gracias a mi hermana y a mi novia que estarán orgullosas y contentas, son las mujeres de mi vida. Y espero que a mi novia le guste el gol. La quiero mucho y siempre está presente conmigo en estas situaciones tan importantes, pero hoy por desgracia no ha podido venir.

—Te dejamos para que vayas a levantar la copa con tus compañeros, hasta luego Kade.

—Un placer."

—Buenos días —murmuré con la voz rasgada y ronca propia de una persona que acababa de despertarse.

Y así era, era el primer contacto con la realidad después de una noche de celebración que se fue un poquito de las manos.

—Serán para ti. —Me miró frunciendo el ceño, como siempre.

Negué con la cabeza sonriendo y me aparté para que pasara, entrecerré los ojos al recibir los rayos del sol al otro lado de la puerta.

—¿Quieres un café? —ofrecí después de que ninguno de los dos hubiera pronunciado una palabra en tres minutos.

—No.

—Vaya, hoy estás habladora —probé un poco del café y arrugué la nariz al notar que no tenía azúcar—. Ten cuidado que se te va a agotar la saliva.

—No vengo a ser habladora. Vengo a quejarme.

—Novedades —asumí con ironía.

Solté una risita cuando observé como la vena de su frente estaba al borde del colapso.

—¿Por qué no me dijiste nada sobre el campeonato? Pude haber ido ahí. No tenía absolutamente nada que hacer.

Al fin pude ver que su voz habitual había vuelto, esa voz que me expresaba su desconcierto con la decisión de no habérselo contado, la cual no había sido tomada a la ligera.

—No creía que tendría ganas ni tiempo de venir —mentí.

No es que no quisiera que viniera, es que no quería exponerla a estar cerca de esas personas. Tenía claro que le iba a hacer sentir incómoda y no quería exponerla. Aunque también fue un poco estúpido por mi parte no haberle dicho la verdad.

—Podrías habérmelo preguntado.

Sentí una punzada culpable en el pecho.

—Tienes razón.

—La comunicación no es tan difícil —escuché que murmuraba.

—Fue una tontería, pero vendrás al próximo y presenciarás en directo mis maravillosas celebraciones —presumí dándole otro sorbo a la taza que casi provoca que vomite.

Escupí en ella el café y lo tiré por el desagüe. Eso sí que era un desperdicio de saliva.

Carlie me dirigió con una mirada de desaprobación, aun así, atisbé cómo se elevaban ligeramente las comisuras de sus labios.

Cicatrices de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora