Cicatrices de Octubre

15

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TW: Mención al suicidio.

15| El sabor de la libertad.

"Victoria bastante superior protagonizada por el chico del momento. Una dedicatoria muy clara, parece que ya no es ningún secreto."

Kade:

Mi camino hacia la casa de Harvey para disputar un partido contra Will y Landon como motivo de disfrutar nuestros días libres y el primer día en meses en los que Harvey decide no vivir en la biblioteca, se vio interrumpido por un mensaje.

Un mensaje determinante, un mensaje imposible de malinterpretar, un mensaje que me hizo temblar...

Un mensaje de mi madre.

"Ha ocurrido, lo hice. Acabo de despertar."

Me meti en el coche con los nervios a flor de piel, tensión en los músculos y ningún otro pensamiento que no fuera salir a toda velocidad del barrio en dirección a su casa.

Me detuve en un semáforo. Suspire, respire hondo y note como las manos me temblaban. Tenía miedo. Mucho miedo. No podía mandar a la mierda los recuerdos de la primera vez.

El primer día que intenté hacerlo, nunca lo olvidaré.

Fue dos semanas después de que mi padre se fuera. Ella llevaba una temporada tratandome como la desgracia de su vida, incluso antes de que él se fuera. Me culpaba de todo, se dedicaba a recordarme el dolor que fui para ella y cuando se marchó mi progenitor, fue algo diario.

Esa semana fui su saco de boxeo. Me dedicaba a aguantar, a repetirme que no era mi culpa y cada día era más complicado que el anterior. Eran días muy jodidos para cualquier persona, pero más aún para un niño que acababa de perder a su padre.

Y pronto se daría cuenta de que perdería a su madre.

Solté un gruñido de frustración al comprobar que el semáforo seguia sin cambiar de color, estuve a punto de pegar un aceleron cuando al fin se puso en verde.

Llegué al piso de mi madre a las afueras de la ciudad, el pecho me subía y bajaba a una velocidad insana. Las manos me temblaban, toqué el timbre y al no recibir respuesta, me eché atrás y derribé la puerta.

—¿Mamá?

Un sentimiento de alivio y rabia me recorrió las venas cuando la vi sentada en el sofá mirando la televisión como si no hubiera pasado nada.

Me acerqué rápidamente hacia ella. Revisé su rostro con las manos y escaneé sus brazos. Nada.

No había ningún indicio, nada. Me había hecho pasar el mal rato por...nada.

—¡¿Qué mierda ha sido eso?! —Se levantó enfurecida como si tuviera el derecho a estarlo. — ¡¿Se te ha ido la cabeza?!

—¡Eso te lo debería preguntar yo a ti! —respiré hondo y traté de calmarme, al fin y al cabo sería yo quien sufriera las consecuencias—. ¿A qué ha venido ese mensaje?

—¿Qué mensaje? —pareció realmente confundida. — No sé de qué mensaje me hablas.

Saqué mi móvil del bolsillo, de los nervios casi se me callo. Abrí la aplicación y le mostré el mensaje.

—Oh, ese mensaje... —su rostro se tiñó de rojo—. No iba dirigido para ti.

—¿A qué te refieres? —me callé en el instante que escuché una voz proveniente de su habitación.