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12 | El corazón a mil.
Carlie:
Hace ocho años morí.
Pero no como lo que viene a la mente cuando escuchas la palabra "muerte", esa muerte dolorosa, sangrienta y un cadáver listo para ser sepultado. No.
Esta fue una muerte sutil, tan sutil que no reparé en que había estado muerta hasta que comparé mi versión con dieciocho años y la actual. Era una versión nueva, revivida, casi como si fuera otra persona.
Parecía como si... la anterior hubiera sido destrozada, expulsada y sustituida.
Cuando en realidad, era exactamente la misma persona, solamente había mejorado. Cambié a mejor, cambié para quererme, cambié para no parecerme a mi antigua versión y tener que recordar todo lo que la rodeaba.
—¿Señorita Stanford? —escuché una voz muy lejana, tanto que parecía que tenía los oídos bajo el agua—. ¿Se encuentra bien?
No, me encontraba de todo menos bien. Estresada, harta de tener que estar con tantísima gente y ansiosa por irme a casa.
—Si. ¿Qué ocurre?
—Es su turno de salir a la pasarela, la están esperando desde hace tres minutos.
Abrí los ojos como platos y al fin lo recordé.
El desfile en la semana de la moda, en Suiza. Un país helado, precioso y perfecto. Perfecto para pensar con claridad, perfecto para estar despejado durante unos días.
No era mi caso.
Tomé aire, lo aguanté y lo solté. Salí a paso avanzado y saludando a la multitud mientras los modelos hacían una gran fila listos para hacer una gran reverencia y marcharse delante mía.
Sonreí sin llegar a mostrar los dientes y lancé besos y reverencias ante los aplausos y las personas levantadas para proyectar los aplausos.
Fui recibida por sonrisas, silbidos y muchos gritos de ánimo que me hicieron ruborizar e inclinarme para hacer una última reverencia.
Me di la vuelta llena de adrenalina y recogí un ramo de flores que había tendido sobre la pasarela con una pequeña nota pegado al papel.
Observé el camerino, los modelos eran recibidos con abrazos y elogios por parte de sus familias. Parecían ansiosos por ir a celebrar este día tan glorioso que hemos conseguido superar.
A pesar de no haber nadie dispuesto a recibirme, me sentía contenta y muy satisfecha con el recibimiento.
Miller me comentó por mensaje que las ventas de los vestidos y la nueva línea de accesorios estaban volando de las estanterías. Estaba muy contenta.
Tenía que estar muy contenta.
Me senté en una de las sillas junto al catering dispuesta a bajar los latidos de mi corazón, pero leer la nota que había pegada al ramo no fue una buena idea para lograrlo.
Se multiplicó.
"Quisiera extenderme, pero lo tengo que escribir a última hora, así que me extenderé en persona. Sé que no he podido venir a verte, pero estoy seguro de que lo has hecho increíble. Estoy orgulloso de tí, girasol. ;)"
Miré hacía otro lado sin creerme que haya mandado a alguien a lanzar el ramo y esperar que la nota me llegara. Era un detalle muy bonito, uno de los que me encantaban, porque se le había ocurrido directamente sin ninguna indirecta de por medio.
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Cicatrices de Octubre
Romance«Eres como una cicatriz, siempre impregnada en mi mente.» Carlie era un alma con un corazón cubierto de capas que lo custodiaban para evitar volver a ser dañado. No permitía a nadie tratar de comprenderlo, pero esa visión se ve afectada en el moment...