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23 |El mundo en mi contra.

"¿Todo fue una estrategia?"

Kade:

Aparqué en mi plaza asignada de la ciudad deportiva, sin embargo, tenía una presión en el abdomen que revoloteaba desde esta mañana. Suspire y me quite las joyas, llegue hasta el collar, al verme en el retrovisor superior con el puesto la punzada se multiplicó.

Me lo quité sin pensarlo demasiado y lo tiré en la guantera. Ahí aguanté unos segundos antes de que me arrepintiera y decidiera ponerlo de nuevo en el sitio en el que siempre había estado. Después de cada partido por los mismos cinco años en los que tenía este coche.

Agarré mis cosas y salí del Porsche. En cuanto lo cerré, al darme la vuelta una fila de policías que no me llegaban ni al codo me rodearon bastante furiosos.

—¿Puedo ayudarles? —tragué saliva tratando de mentalizarme por cualquier situación posible.

Uno de los más bajitos y con más enfado se me acerco y trato de hacerme un placaje contra el coche, pero solo consiguió que su cinturón con armas varias se me clavara en las piernas.

—No creo que eso fuera necesario.

—Deberías callarte, hijo. Será todo más sencillo si cooperas con nosotros.

Fruncí el ceño.

—¿De acuerdo? ¿En que los puedo ayudar?

—Quedas detenido por robo de documentos privados. —Un policía ligeramente más alto se me acercó y me indico que me diera la vuelta, me esposó contra el coche. Apoye la frente y respire hondo para no perder los estribos.

—¿Qué documentos? —pregunté con la sensación de que estaba haciendo preguntas que nadie me respondía.

Como tantas veces a lo largo de mi vida.

—Tienes derecho a mantenerte en silencio, cualquier cosa que hagas o digas puede usarse en tu contra, tienes derecho a...

Comenzó a enumerar el primer policía en cuanto entre en el coche patrulla, pero no oía nada, en mi mente solo estaba rondando esas palabras.

Detenido por robo de documentos privados.

Nunca me habían detenido, pero estaba muy familiarizado con la imagen de alguien esposado. Muchas veces detuvieron a mi madre, pero nunca se pararon a preguntar si era factible dejarme vivir con una abusadora y manipuladora narcisista que con suerte me alimentaba. Eran bastante ignorantes o querían evitar el papeleo que conllevaba ponerme en adopción o en un centro de menores.

No sabía que había pasado, no me habían preguntado y sin embargo, aquí estaba. Sentado detenido en un coche de policía con dos imbéciles susurrando las estupideces que había escuchado a lo largo de toda mi vida. Pero sabía tan bien que si me trataba de defender, no tendría ningún tipo de punto a favor. Así que me mantuve callado fingiendo estar enfrascado en mis pensamientos.

Cuando realmente era el lugar de donde quería huir.

De una manera u otra, acabé adentrándome por una comisaria bastante espaciosa y limpia, una imagen alejada de la que me proporcionaban mis recuerdos con mi madre y su historial delictivo. No estuve más de diez minutos en una de las celdas hasta que Camila logró sacarme y que me desesposaran.

Pagué la fianza y salimos de la comisaría, vi mi coche mal aparcado enfrente y me pregunté de dónde habría sacado las llaves que tenía de emergencia para conducirlo hasta aquí. No le di muchas vueltas, pero dejé que la idea flotara en el aire.

Cicatrices de OctubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora