#4. Fracasado.

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La ráfaga de disparos dirigidos a blancos en movimiento hicieron que el cartucho del rifle de Rebecca se vaciara y esta al notar que se había quedado sin municiones, se giró para conseguir más cartuchos. El polígono de tiros estaba vacío por la hora, la mayoría de los soldados se habían ido al terminar el entrenamiento, pero Rebecca no, ella decidió quedarse hasta más tarde para practicar sus disparos. No quería estar sola en casa mientras esperaba por Charlotte, así que, ¿que mejor plan que intentar mejorar en lo que seguramente le salvaría la vida?. Descargó un cartucho más contra los blancos y se detuvo cuándo escuchó por los audífonos, que alguien la llamaba.

-Armstrong.- reconoció una voz masculina y al girarse saludó con respeto al hombre detrás del vidrio que separa la cabina. Devolvió el rifle a su lugar y dejando todo en orden salió al encuentro con su general.- ¿qué haces aquí a esta hora? Deberías estar descansando.

-Estaba practicando disparos, general, nunca es suficiente entrenamiento para una guerra.

-Es suficiente por hoy, Rebecca.- el hombre le sonrió amablemente y puso su mano sobre su hombro.- Nadie en este recinto te supera en tiro, ¿cuánto más podrías mejorar?.

-Lo suficiente para volver a casa con mis soldados vivos, mi general.- suspiró apretando sus labios.

El hombre la miró fijamente a los ojos y asintió sin decir nada más al respecto, después de años conociendo a Rebecca, sabía lo importante que era para ella cada integrante de su equipo, así que no dudaba que la mujer haría lo imposible por regresarlos a casa con vida.

-Hay alguien esperando por ti en tu oficina.- mencionó el general señalando la puerta.- ve, yo me encargo de cerrar acá.

Rebecca frunció el ceño porque nunca suele recibir visitas en el recinto, no tenía idea de quién podía ser. Obedeciendo a lo que le dijo su jefe, dejó el polígono de tiro y se encaminó a su oficina. Acomodó la coleta que sujetaba su corto cabello dejando dos mechones a cada lado y limpió el casi imperceptible sudor en su frente. Al entrar en su oficina, se encontró con una visita completamente inesperada. Él estaba de pié junto al escritorio, observando atentamente uno de los dos porta retratos que tenía la castaña sobre este. Específicamente aquel dónde estaba una Rebecca joven, con su uniforme ceremonial, junto a sus padres el día que la ascendieron a capitana.

Para Richie era incómodo y doloroso ver las sonrisas de orgullo que sus padres mostraban, porque él no recordaba haber recibido una alguna vez. El rencor, con el paso de los años se había convertido en el detonante del odio a su familia. Ni siquiera se sentía parte de ellos. Cuándo escuchó que la puerta se abrió y se cerró, alzó la vista hacia esta para encontrarse con la mirada sorprendida de su hermana.

-Richie.- murmuró esta, manteniendo la distancia entre ambos.

-Rebecca.- saludó el castaño sin expresión en su rostro.

-¿Que haces aquí?.- preguntó Rebecca dando un paso con sigilo. Aunque no esperaba la visita de su hermano, no pudo evitar sonreír porque estaba allí.

-Anoche me preguntaba exactamente lo mismo cuándo fuiste a mi departamento...- metió las manos en los bolsillos de su pantalón y observó atento toda la oficina, la cuál era muy básica.- así que vine aquí por respuestas ¿por qué fuiste a verme?.

Ligeramente decepcionada, Rebecca suspiró y se encogió de hombros. En su corazón esperaba que su hermano hubiera ido a buscarla porque quería verla, pero saber que tenía curiosidad del porqué ella lo había buscado, le daba al menos un poco de esperanzas.

-Quería verte y... quizá poder hablar contigo.- lo miró directo a los ojos. Richie intentó descifrar esa mirada tan parecida a la suya, pero no pudo, Rebecca nunca ha sido fácil de leer.- hace mucho tiempo que no hablamos, desde que te alejaste.

Call of Love [FreenBecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora