Capítulo 1: Un Extraño Día

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Suguru Geto estaba al borde del colapso por quinta vez ese día. Los niños no paraban de gritarse entre sí mientras se aventaban crayones y unas que otras veces tijeras que atentaban contra sus propias vidas. Un par de niñas jalaban sus cabellos con enojo, un par de gemelas, Mimiko y Nanako. Las únicas a las que todavía les tenía demasiada paciencia.

No lo malentiendan, amaba su trabajo, ser profesor parvulario era un sueño, aunque no el de toda su vida. Ese siempre fue dedicarse al arte, era su sueño frustrado, pero la vida la había jodido así que dejó ir a su primer amor y se dedicó a estudiar para lo que ahora era.

Había veces en las que los niños le hacían llorar, por sus acciones adorables o bien cuando realmente lo estresaban más de la cuenta. Pero no podía odiarlos, no del todo. Estaba consciente de que los niños lo adoraban, pero era inevitable no sentirse abrumado algunas veces, cuando estos decidían ser demasiado insoportables.

Las gemelas por otro lado, le habían robado el corazón, la primera vez que las conoció, eran apenas unas pequeñas niñas de no más de seis meses. Él estaba saliendo de su trabajo cuando vio a un hombre sospechoso llevarlas en un coche. No es que desconfiara siempre de la gente, pero al notar al hombre mirar a todos lados, cubrir su cara con una gorra negra y mascarilla y llevar una chaqueta ancha, no era demasiado discreto.

También recuerda que llamó a su mejor amigo y este lo ayudó a rescatar a las niñas de ese hombre, que resultó ser un secuestrador. Luego las devolvió con sus padres y por su puesto, la vida las había vuelto a poner frente a él como sus estudiantes de ahora tres años. Las adoraba, eran como sus pequeñas hermanas o las hijas que seguramente jamás va a tener. Porque es consciente de que el mundo es una porquería y no quiere traer a pequeños a sufrir de esa manera. Egoísta o no, no se atrevía.

Se conformaba con los que aún quedaban.

Aunque le hubiera encantado ver a su amigo cruzar por la puerta de la pequeña guardería y traer dulces a todos sus pequeños. Como solía hacerlo desde que comenzó a trabajar en ello.

Pero la vida le había arrebatado lo único que amaba más que así mismo. Satoru había muerto en sus brazos tras una bala perdida, por su puesto, él era policía se había dedicado a defender la integridad de su sociedad. Pero ese día, mientras salían de una heladería a la que frecuentaban, se escuchó un tiroteo. Como reflejo, Satoru corrió a ubicar el sonido y tratar de averiguar que sucedía y salvar a víctimas de estar involucradas.

Y él lo siguió.

Lo siguiente que vio, fue a su amigo caer de lleno contra el suelo y la sangre desparramandose de su pecho y su boca.

Vio a una banda de mocosos salir huyendo, al parecer jugaban con un arma y no esperaban darle a nadie... Pero lastimosamente si le dieron a alguien, su alguien.

"¡Satoru, Satoru por favor, Satoru!"

Gritaba mientras buscaba a tientas su celular. Con sus manos bañadas en sangre y las lágrimas cayendo de su rostro. Temblaba, tenía miedo, no quería ver como se le escapaba la vida a su único.

Satoru le sonrió entre la agonía, extendiendo su mano para acariciar su rostro "Hey... N-no llores..."

"No digas nada, por favor, solo... Resiste"

Dijo y llamó a la ambulancia, misma que aseguraba estar ahí dentro de cinco minutos.

"Mírame Satoru, no trates de irte"

No sin mi.

"Hey... Es bueno morir en tus manos"

Suguru rugió con impotencia "¡No digas nada idiota! solo... Por favor no te atrevas a dejarme"

Azul [Gojo Satoru X Suguru Geto] [SatoSugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora